Ojo, tomamos comida caducada

El ajuste presupuestario en las familias españolas está llegando al estómago. No se trata de que estemos empezando a  pasar hambre, pero sí hemos reducido la compra de algunos alimentos en beneficio de otros más baratos o más básicos y, lo que es más importante, estamos consumiendo alimentos caducados.

Y este cambio a la hora de llenar nuestro carrito de la compra  lo hemos hecho más de la mitad de la población. Un sesenta por cien dedicamos un diez por cien más de nuestro tiempo a conseguir nuestra cesta semanal con la intención de ahorrar, buscamos más las ofertas y reutilizamos los alimentos, según un estudio de CEACCU (Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa y Consumidores)  sobre 750 familias.

Hay un carro de la compra en crisis y los resultados de lo que ponemos en él tienen una parte positiva y una negativa: cae un 4% el consumo en carne de ternera y cordero. Bien! Porque está probado que la dieta moderna sufre de un exceso de proteína animal que tiene graves consecuencias sobre la salud en enfermedades como la patología cardiovascular y el cáncer. Y su lado negativo, en ese mismo carro ha bajado un  5%  el consumo de aceite de oliva, en beneficio de otros de semillas de menor calidad, y  se ha reducido  casi un 3%  la compra de  frutas.

Otros aspectos favorables: tiramos menos comida al cubo de la basura. Un 71% afirma que se hace la compra justa para que ésta no exceda a las necesidades. Y si sobra algo, la mayoría lo reutilizamos,  un 50% lo conservamos para consumirlos otro día y un 33% para preparar nuevos platos con las sobras.

Y aquí entramos en terreno peligroso. Tener los platos cocinados hasta tres días en la nevera no conlleva riesgo alguno. Es cierto que nutricionalmente reducen mucho su calidad apenas pasadas 6 horas de su elaboración y no hay nada como tomar la comida del día y, a lo sumo, cocinada 24 horas antes, para que conserve todas sus propiedades. Pero conservar tapers de cuatro o más días en casa  supone un peligroso caldo de cultivo para baterías y otros organismos patógenos.

Y más allá de este reciclaje casero de la comida, hemos entrado en consumir productos caducados que han perdido ya sus garantías de seguridad. Uno de cada tres españoles  tenemos este hábito.   Aunque un  cuarenta por cien los tira a la basura, un 33% los consume si no han pasado muchos días y un 27% si ven que no tienen mal aspecto. Estamos de lleno en situación de riesgo. El aspecto de un alimento no garantiza, de ninguna manera, que no haya sido invadido por bacterias.

Huevos, lácteos, frutas y verduras, y en mucha mayor medida carnes y pescado, presentan un elevado riesgo de intoxicación si se ingieren una vez pasada la fecha indicada para su consumo. Las intoxicaciones más frecuentes son por  salmonelosis (huevos crudos, mahonesas, pollo),   botulismo,  (carnes o pescados crudos)  y  listeriosis (leche cruda,  verduras, carne mal cocinada…) con síntomas que van desde vómitos y diarreas a deshidratación y cuadros más graves con dolor abdominal,  sangre en heces e intoxicación paralítica si procede de un marisco en mal estado.

Reciclar está bien, racionalizar el gasto y ajustar la compra a las cantidades que vayamos a utilizar debía ser la norma generalizada, pero consumir alimentos por encima de las fechas recomendadas es un hábito que podemos pagar muy caro. Sobre todo si le damos el alimento caducado a un niño.

Por eso hay que diferenciar muy bien los productos marcados con un “consumir preferentemente antes de” porque no suponen riesgo para la salud y en los que únicamente se ha reducido su calidad (puede ser el caso de frutas, cereales, legumbres…) y los que están marcados con “fecha de caducidad” y que NUNCA deberíamos comer pasada la fecha indicada en el envase (carnes, pescados, pasteles y otros productos elaborados). Ni aunque veamos un buen aspecto. Los patógenos se esconden bajo  formas muy seductoras. Así que no arriesgues. Y aunque la crisis merodee por otros campos de consumo, que  no llegue nunca a tu salud.

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