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Se abre el telón: Miedo escénico

Se abre el telón: Miedo escénico. Hablar en público es uno de los miedos más comunes, e incluso se puede llegar al caso en que este propio miedo escénico ser tan fuerte que la persona que lo padece en un momento dado pueda sufrir una crisis de ansiedad en pocos minutos, siendo esta en ocasiones anticipada o percibida por la propia persona.

Este miedo escénico es una respuesta emocional y física que se extiende más allá de la presión para llevar a cabo en un momento dado una actividad. Se trata de la psicología social subyacente de exponerse a una audiencia o a un público, que genera toda una cascada de procesos fisiológicos en todo el cuerpo a modo de mecanismo de defensa que lo que hacen en la persona es bloquearla, y así aumentar el grado de tensión y ansiedad.

Si bien los sentimientos de estrés y ansiedad están presentes durante las propias actuaciones reales, las personas con el miedo escénico a menudo comienzan a experimentar sus efectos con días e incluso semanas de antelación. En consecuencia, el miedo escénico es algo más que un temor que aparece durante la propia actuación, tendido también que ver con el período previo como hemos dicho.

Además de inducir los efectos emocionales de ansiedad generalizada, tales como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

Las personas con el miedo escénico también exhiben una amplia gama de síntomas fisiológicos, incluyendo sequedad de boca, dolor de estómago, palpitaciones, temblor de las extremidades, manos sudorosas, indisposición, etc.

Como la mayoría de las fobias, el miedo escénico es una respuesta perfectamente normal y hasta natural para situaciones que son percibidas como peligrosas o de alguna manera perjudicial. Los psicólogos que trabajamos con pacientes el miedo escénico tendemos a describirlo cómo una “charla interior” de la propia persona donde se centra en las cosas que podrían salir mal durante la ejecución y en el período inmediatamente posterior a un fallo potencial.

Para las personas que esto lo llevan al extremo, puede equivaler a una especie de neurosis en la que los temores son extremadamente exagerados y fuera de contexto; lo que en psicología se llama catastrofismo crónico.

De hecho, los estudios han demostrado que estos temores pueden ser conducidos por cualquier número de rasgos de la personalidad, incluyendo el perfeccionismo, un deseo permanente de control personal, el miedo al fracaso y el éxito, y una intensa ansiedad por no ser capaz de realizar correctamente lo que se espera de él, a modo de profecía autocumplida. Los psicólogos hemos observado que las personas con miedo escénico tienden a poner un alto valor ser valorado y considerado con gran estima.

Por otra parte, durante el mismo rendimiento, las personas con miedo escénico tienden a formar una representación mental de su apariencia externa y su comportamiento. En consecuencia, vuelven su atención sobre sí mismos e interpretan la atención del público como una amenaza percibida.

A su vez, esta amenaza percibida crea miedo, y comienzan a tener pensamientos pesimistas y asumir que otros son naturalmente críticos y que pueden valorarlos con una evaluación negativa.

Una vez que el miedo se establece, es cuando estas personas comienzan su espiral descendente, y en vez de disfrutar con el trabajo que están realizando, solamente observan señales negativas en el público, como miembros de la audiencia bostezando, frunciendo el ceño, riéndose, etc.

Afortunadamente, hay una serie de cosas que se pueden hacer al respecto. Una de las mejores maneras de lidiar con el miedo escénico es la de enfrentarse a él tanto como sea posible, a pesar de la incomodidad.

Otra opción es la medicación; los bloqueadores betas, como el Propranolol, que son reconocidos por su capacidad para contrarrestar los efectos de la respuesta de lucha o huida, de hecho, las encuestas han demostrado que más del 30% de los músicos de orquestas sinfónicas utilizan bloqueadores beta para ayudar a aliviar los síntomas de pánico escénico. También se utilizan en el deporte, a pesar de que han prohibido por el COI y se consideran una droga para la mejora del rendimiento.

Yo en un principio son partidario de una buena terapia cognitivo-conductual ya que, a diferencia de los bloqueadores beta, la terapia cognitivo-conductual hace que la gente aprenda hacer frente a los fundamentos psicológicos y emocionales de su miedo escénico, ayudándoles a contrarrestar la mayor parte de la charla interna negativa que está asociada con la enfermedad.

Las técnicas específicas incluyen el reconocimiento de las creencias irracionales e infundadas, y aprender a no obsesionarse con el temor a consecuencias negativas. Y simplemente hablando hacia fuera con el propio terapeuta también ha demostrado ser eficaz. Otras opciones de tratamiento incluyen la hipnosis, la meditación y la visualización. Las técnicas de visualización pueden ser particularmente eficaces ya que crea una imagen identificable, positiva en la mente de una persona sobre el resultado deseado. Mentalmente proyectarse después de la actuación hace mucho para aliviar los sentimientos de ansiedad.

Texto por Tony Crespo

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