¡Sorpresa, José David: Masterchef era la tele!

José David se ha convertido, a ojos de toda España (más de cinco millones de televidentes por capítulo, el éxito de la temporada), en un malvado de cuento. Unánimemente odiado, twitter rezuma epítetos insultantes contra él: prepotente, envidioso, engreído, copión, estúpido, egoísta… José David, el villano, asegura que cuando ha regresado a casa no lo podía creer. “La gente que me conoce sabe que no soy así”.

No tengo el gusto de conocer a José David, pero sí he sido testigo, capítulo a capítulo, de su caída a los infiernos del desprecio popular. Llegó al programa como uno de los concursantes más preparados. En seguida demostró que había ido a más restaurantes, había leído más que los demás, y conocía más técnicas que nadie. Además resultó ser un chico que hablaba correctamente (en un programa en el que en muchas ocasiones costaba entender a la presentadora, créanme, esto destaca). Y hablaba mucho, para decir cosas como que creía que “debía estar en la final”, o que tenía una empresa de informática que “le van bien”. Ja. ¿En España, decir todo eso y pretender salir bien parado?

¿Qué esperabas, José David? ¡Sorpresa, estabas en la tele! O peor, en algo definido como un “talent-show con ascendente a reality show”. O sea, un concurso de cocina… donde lo importante no es cómo salen las recetas (¡sorpresa!), sino cómo son de majos esos aspirantes (¡sorpresa!), cómo se relacionan entre sí y cómo va a cambiar su vida el paso por el programa. Llámalo televisión moderna, llámalo siglo XXI, así son las cosas desde hace unos años. Sí, ya he leído tu entrevista: “Ni siquiera había visto nunca Gran Hermano”. Se nota.

Porque la tele de ahora, José David, es ficción siempre. Y si siempre ha sido así, ahora más. Claro que el concurso de cocina era real, y claro que tu plato era mejor que el de la chica que puso sal en lugar de azúcar en la tarta (qué bestia, ¿no?). Pero es que para entonces, ya eras el villano. Quizá por culpa de algún comentario de los tuyos. Seguramente hubo una reunión de guionistas (esos tipos raros de los que nadie se acuerda en los premios) en que se decidió así: “José David va a ser el malo de esta historia”. Porque, para ser un éxito, Masterchef se tenía que contar como una historia, por supuesto. Con su héroe, Juan Manuel, el joven de familia humilde que juró triunfar a su ausente padre (¿en su lecho de muerte?), y que finalmente triunfa ante la alegría de todos. Y la chica, Eva, impulsiva y dura pero sensible como las últimas princesas Disney. Y esos personajes con quien tanto nos reímos: Maribel y Cerezo, tan llanos como Sancho Panza, aportando el alivio cómico frente al drama principal. Característicos, se llamaban estos personajes en el teatro de hace siglos.

Teatro, por supuesto. Ficción pensada por autores que quedan entre bambalinas. ¿De verdad no lo sabías? Buenos, malos; chicas guapas y feos simpáticos. Así se diseñan los programas y hasta las noticias, te lo aseguro. Todo más fácil de entender, y por tanto más atractivo. Defines la línea narrativa, eliges al malo, recortas sus declaraciones por aquí y por allá, y zas: José David ya sólo habla en pantalla con frases prepotentes, odiosas. “Merezco ganar, yo tengo más formación”, todo eso. O a lo mejor nunca dijiste nada bueno, qué sé yo. Si yo dudo a tu favor es porque además fuiste el juguete favorito de los montadores del programa, ahí en sus salas de edición frente al AVID. Para quien ha trabajado en eso, te juro que se notaba. Buscas un plano tuyo riéndote (de lo que sea, qué más da) y lo cambias de sitio. Y así cada vez que riñen a un compañero tuyo, ahí apareces tú, riéndote, cruel como tú solo. Y cada vez que alaban a alguien, tú sales serio, fastidiado. Qué mala persona.

¿De verdad no sabías cómo es el negocio? ¡Pero si hoy todo el mundo lo sabe! Tus compañeros, por ejemplo, jamás decían nada malo de nadie. Hasta los niños de teta lo saben por instinto: en la tele hay que salir sonriendo, siempre. Dientes, dientes, abrazarse a los contrincantes, besarse mucho. ¿No has visto a los políticos? ¡Por supuesto que todo es falso! Pero así, cuando la máquina de la ficción se alimenta de tu vida real, los engranajes no te acaban enganchando.

Qué gran programa ha sido Masterchef. Qué gran producción, y qué merecido éxito de crítica y audiencia para TVE y la productora Shine Iberia. Toda esa planificación narrativa ha valido la pena, porque el resultado ha sido brillante, impecable. ¿Y qué son esos insultos tuyos, comparados con ese éxito? Tú habías firmado el contrato, ¿verdad?

Suerte con ese restaurante que quieres abrir en Paterna, José David. Pareces un buen cocinero. Hasta Pepe, el jurado del programa que te echó con duras palabras, dice ahora que eras su favorito. Pero, ¿en serio no sabías cómo es la tele?

(*) Paco Miguel es guionista y profesor de TV

Ir arriba