Terapia familiar con adolescentes

Terapia familia con adolescentes. Una de las finalidades de la terapia familiar, es la de trabajar la comunicación entre padres e hijos en la etapa de la adolescencia.

En demasiadas ocasiones se habla mucho de los adolescentes, pero en demasiadas pocas se les presta la atención necesaria y puntual por parte de sus progenitores. El día a día de los padres y el estrés de sus quehaceres, hace que esta comunicación quede en el olvido con frecuencia, sin entrar en cuanto que ésta es una de las etapas del crecimiento humano más compleja y en las que en mayor medida se necesita esa comunicación y ese saber escuchar por parte de los padres.

Actualmente los adolescentes tienen el inconveniente de crecer con una mayor ausencia de los referentes, lo que hace que perciban el realidad de una forma muy endogámica, donde se creen libres y en realidad son presos de lo inmediato, es decir de la satisfacción precoz.

Por lo general los temas por los cuales se decantan los adolescentes en la actualidad son sus propias vivencias diarias, de ahí, que funcionen también las macro quedadas para hacer botellón, por el mero hecho de la independencia de adultos y la magia de la noche con el grupo de pares. Sin duda alguna, su felicidad expresa, está relacionada con el altruismo hacia el otro, dentro de una visión ética de la vida. La postura adulta del individualismo, les queda tan lejos que la perciben como algo aburrido y como pasado de ego, donde la felicidad se reduce al sueldo del final de mes.

En la sociedad actual y en demasiadas ocasiones se confunde la terapia familiar con adolecentes, con la terapia con jóvenes conflictivos, y esta falsa realidad conlleva a que muchas familias acudan al psicólogo cuando su caso particular de sus hijos está tan avanzado que son excesivamente difíciles de tratar, sin embargo debemos saber que la terapia familiar no solo es positiva hacia los adolescentes, sino que el flujo es bidireccional, es decir, los padres son tanto o más beneficiarios de la intervención como sus propios hijos. Por dichas razones debemos borrar de nuestras cabezas la falsa relación, terapia familiar con jóvenes con violencia, con drogas, con irresponsabilidad y en general con todo lo negativo; y visionar que es una cuestión que hay que valorar y ver todo el trabajo positivo que se puede llevar a cabo en este campo.

Otro dato singular que se viene observando en estas últimas dos décadas, es que cada vez la adolescencia empieza antes y termina más tarde. Los jóvenes crecen solos e “independientes”, por horarios laborales de los padres o incluso por sus propias actividades sociales. Esto conlleva a que tengan que empezar a tomar pequeñas decisiones muy pronto con el peligro de los estímulos constantes que reciben de diferentes procedencias (amigos, escuela, TV, Internet y las nuevas tecnologías).

La etapa de la niñez a la adolescencia se ha acortado enormemente y matemáticamente se alarga el paso de la adolescencia a la madurez, en gran medida, por ausencia de educación que les ayude a ser capaz de proyectarse en el futuro, bien profesional o bien laboral. Esto tiene unas consecuencias que se reflejan en que se instalen en su momento actual en el que viven, el presente y piensen que no vale dar el paso a una madurez responsable.

Por otra parte existen diferentes estudios donde se recogen investigaciones, sobre lo que a su juicio sería lo que más les refleja personalmente. En la ideología de los adolescentes podemos encontrar referentes en su nivel más elemental como pueden ser determinados móviles o prendas de vestir, la apariencia física, la devoción por una u otra forma musical, etc. Todos estos iconos son elementos de identificación y pertenencia grupal o de condición social. En el caso casi exclusivo de los chicos, también estarían algunos deportistas y, en el de las chicas irían más en dirección a cantantes e incluso modelos o actrices.

Curiosamente a lo que puede pensar un sector de la población, en un nivel más profundo, nos encontramos otros iconos más maduros; como la preocupación por la naturaleza, la sexualidad, la paz, la formación o por un futuro empleo; cualidades que a su vez reflejan la demanda de actitudes básicas como la capacidad de escucha o incluso la lealtad.

Entre la principales preocupaciones por parte de los padres hacia sus hijos adolescentes hace referencia al momento actual que estamos viviendo, un período de trivialización del cannabis, dada la extrema facilidad con la que la obtienen los adolescentes y la alta proporción de los que, al menos, la han experimentado ya en la adolescencia. Lo que observamos es que hay un modelo festivo del consumo de alcohol al que va asociado, con demasiada frecuencia, el de las drogas jurídicamente ilegales, pero socialmente omnipresentes, de las que el cannabis tiene un protagonismo mayor, sin olvidar la cocaína y otros productos, como la heroína o las drogas de diseño en estos últimos años.

También por otra parte existe la preocupación manifiesta por algunos padres, del aumento de la proporción de adolescentes que dedican demasiado tiempo a las nuevas tecnologías. Otra preocupación esta curiosamente más enfocada a los padres con adolescentes chicas es el tema de los embarazos involuntarios o de las posibles consecuencias de las relaciones sexuales forzadas.

La familias, padres y madres de estos adolescentes, debemos tener muy en cuenta de que actualmente cada día hay más mujeres “madres” que trabajan fuera de casa y, por otra parte nos encontramos a los padres que no terminan de entrar en casa, al menos en la proporción en la que han salido la madre. Por otra parte los abuelos ya no habitan en los nuevos núcleos familiares como antaño y constatamos que niños y adolescentes de hoy se encuentran la casa vacía cuando llegan del colegio. Los padres deben ser conscientes de esta realidad y poner las herramientas a su alcance para minimizar las posibles consecuencias de esta prematura soledad paterno filial.

Al síndrome del nido vacío habría que añadirle el agotamiento de los padres, en sus actividades laborales por alcanzar o mantener el nivel de vida que nos ha impuesto la sociedad actual, en demasiadas ocasiones en detrimento de la calidad de vida. En segundo lugar, no tendríamos que olvidar que la mayoría de los padres de los adolescentes actuales cuando ellos fueron adolescentes vivieron en la transición española aspectos como la máxima del Mayo del 68 francés del “prohibido prohibir”, por lo que ellos mismos carecen de la autoridad y de la disciplina imprescindible en la educación.  

Desde una postura psicológica podemos afirmar que en la primera década de vida de los hijos, estos necesitan tiempo, por lo que será necesario adaptar el ritmo de nuestras vidas al crecimiento y desarrollo de estos. En la adolescencia, el apoyo incondicional se hace imprescindible hacia una madurez pronosticada, pero este apoyo deberá darse en pequeñas dosis, sin ser agobiantes y con los correctivos que sean precisos de cada momento de transición de la vida del menor.

Texto por Tony Crespo

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