Un médico para la Diosa Flora

La estatua de Flora «se restaurará a la mayor brevedad posible». Este es el compromiso al que se ha llegado este miércoles en la comisión de Cultura y Educación del Ayuntamiento, con la aprobación de una moción a propuesta de los socialistas.

Se trata de una estatua «singular, encargada en 1863 por el entonces alcalde, Francisco Brotons, al célebre escultor valenciano José Piquer, e instalada en el paseo de la Alameda un año después. La obra fue esculpida en Roma, es de mármol de Carrara y es copia de otra escultura griega cuyo original se conservaba en el British Museum de Londres», según explicó este miércoles el concejal del PSPV Salvador Broseta.

Fue mutilada el pasado mes. Haciendo cuentas, se cumple una curiosa tradición: cada cuatro años la Diosa sufre en su piedra un nuevo bocado. En esta ocasión la agresión indiscriminada malogró su brazo izquierdo y su mano se encuentra «medio suelta». Así lo ha denunció hace unas semanas Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural.

En 2010 la figura sufrió la mutilación de su brazo derecho y en 2006 fue decapitada y desprovista de sus dos extramidades. En ambos casos «pasó por el quirófano» y volvió a su lugar. En ambos casos tanto la asociación por la defensa del patrimonio como la oposición socialista solicitó más vigilancia para evitar este tipo de ataques y no sólo a esta escultura.

Tanto PSPV como asociaciones por la protección del patrimonio han instado al Ayuntamiento en varias ocasiones a retirar las esculturas originales y sustituirlas por réplicas, apelando a la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano.

Recordemos que en enero Apolo y Venus, que se hallaban en los Jardines de Viveros, fueron retiradas para ser restauradas y lucir, como ya lo hacen, en un nuevo lugar (Museo de la Ciudad), a salvo de pintadas y agresiones. Este traslado ha dejado tras de sí pedestales vacíos en el jardín y una importante polémica, como ya contó también VLC News.

Se abre nuevamente el debate y frente a la desaparición de las estatuas a base de golpes de vándalos y el desgaste por el paso del tiempo sin presupuesto a la vista para salvar de la degradación a las muchas piezas de la ciudad, se propone sustituirlas por réplicas. Sin embargo, también el argumento para no llevarlas a cabo de la falta de dinero en las arcas para tales fines y el Ayuntamiento se remite a las declaraciones que hizo al arrancar el año: «se irán arreglando conforme vaya habiendo presupuesto».

Le toca ahora a la Administración mover ficha e ir retirando las distintas piezas con las que se ha comprometido para devolverles la vida que merecen y situarlas allá donde tradicionalmente se las conoce o bien pasen a formar parte de otro conjunto y espacio. Por un lado, esta tendencia supone resguardar las esculturas y protegerlas de la intemperie y de lo que ella conlleva. Pero por otro, las rutas turísticas y los lugares emblemáticos comienzan a verse privados de bustos y estatuas y con ellos también pierde la cultura de la ciudad y sus ciudadanos, según argumentan los defensores de alternativas como la citada.

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