Una nueva ola de música surf invade las playas españolas

Medio siglo después de aquella primera oleada de música energética, un buen puñado de grupos españoles ha invadido las costas españolas con este ritmo y están exportando música surf a otras playas y otros continentes. Para los no iniciados hay que advertir que esta «música de las olas» no tiene nada que ver con canciones con versos que riman con «chiringuito» o «barbacoa». La música surf rock en España es básicamente instrumental, cuenta con contundentes guitarras amplificadas, bases potentes y dispone de una parroquia fiel, militante y con ganas de diversión.

«La escena no es masiva pero hay artistas y seguidores convencidos, con fans muy activos, festivales, conciertos… Si esto sigue así, dentro de no mucho puede que hasta sea una moda», destaca Luis González, autor de «SummerFun. Historia de la Música Surf» (Editorial Milenio), primer libro de habla hispana dedicado en exclusiva a este estilo. De igual forma, se expresa David Krahe, guitarrista de Los Coronas y uno de los padres de la reinvención del surf hispano.

«La salud del género es de pronóstico reservado, como en la música en general. Sin embargo, en Valencia, por ejemplo, se organiza uno de los festivales más atractivos de Europa -Surforama-; hay cantera, sonido propio y grupos como Mambo Jambo y los Imperial Surfers muy interesantes», apunta Krahe.

Su grupo es un buen ejemplo de un sonido personal que cruza fronteras. A principios de este año, Los Coronas realizaron una exitosa gira de casi un mes por la lejana Australia. «Allí hay mucha tradición de música instrumental, eso ayuda en la medida de que el público no es ajeno al género y sabe apreciarlo. A nosotros nos ha ido particularmente bien porque nos veían como un grupo de flamenco que tiene un sesgo surfero. Nos vinculan al flamenco porque reconocen algunas sonoridades de este estilo en nuestras canciones, nos ven más como un grupo de World Music que de rock&roll», declara sin sorpresas este defensor del «surf de secano».

Para hablar de inicio de la escena surf española tenemos que remontarnos a Los Relámpagos para, veinte años después, engancharse a Los Coronas -«han sido pioneros, son influencia y viven de su propio efecto», destaca Luis González-, los Surfones y los desaparecidos Nitros. «Ahora hay cerca de 20 bandas en toda España girando, editando discos y tocando; hay mucha gente en activo sobre todo en el Levante», señala Óscar, batería de Imperial Surfers, y decidido conocedor de la cultura tiki.

Grupos como los mencionados The Imperial Surfers, los barceloneses Martini Surfers, con canciones como «Olvidé mi tabla de Surf en Afganistán», los valencianos A-Phonics, los inquietantes Tiki Phantoms, o los catalanes Born Losers, más cercanos a sonidos moteros y de asfalto, pueden ser una muestra de lo que ocurre en este mundo que se reinventa en clave instrumental.

Esta explosión sonora tiene, junto al factor Coronas, una fecha significativa, según el divulgador Luis González. «El año 1994 marca la línea del resurgir de la música surf instrumental. Fue el año de «Pulpficion», con una popularísima banda sonora que recuperaba bandas absolutamente olvidadas del género como los Centurions o los Lively Ones, reivindicado a grandes como Dick Dale o los Tornados». Este nuevo esplendor no tiene mucho de «look» de surfistas guapos y deportistas tostándose al sol de California como reclama, muchas veces, la publicidad de moda. Para Krahe, la escena patria se acerca más «al gamberrismo musical de grupos de los sesenta como los Trashmen que a la ficticia imagen de felicidad que trasladaban grupos como los Beach Boys o Jan&Dean».

Óscar «Imperial» incide también en una charla con Efe en la facilidad de formar parte de este movimiento: «El sonido es muy agradecido, engancha, no tienes que cambiar mucho tu forma de vida; es simple, te pones unas playeras y sales a la calle», señala. Junto a esta actitud, no hay que olvidar el papel promotor del «El sótano» de Radio 3 y otros programas de radio, o los esfuerzos de pequeños festivales como el Festibaila de Zarauz (Guipúzcoa) -mañana acogen el estreno europeo de la película «Slow Dance»-, el Longboard de Salinas (Asturias) o el Cosmic Children de Cantabria, entre otros.

Como dice Óscar, la clave de este resurgimiento quizá sea más simple. «Es una música para no comerse la cabeza, ideal para olvidarse de los problemas diarios. Estamos con la sonrisa puesta todo el concierto, no como los chicos del «shoegaze» (estilo musical representado por bandas como My Bloody Valentine) que no paran de mirarse los zapatos mientras tocan». Sigue la ola.

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