William Vansteenberghe

Vivir en un cubo (o las Divinas Palabras)

Las noticias se paralizan durante este espacio de “buen hacer y felicidad” en el que  debe convertirse  el año nuevo. Fiesta litúrgica que de forma monótona, se hermana con el pantagruelismo de la carne y el yantar. Mientras tanto en otros lugares del Mundo, todo sigue igual, no hay luz, no hay agua, no hay comida, no hay paz, en definitiva no hay nada.

Aquí en nuestras latitudes lo que no hay es conciencia. Lo que si hay son sangrientas contradicciones, somos los hacedores de paz, y somos los que fabricamos conflictos, o peor apoyamos los de los demás.  Somos creyentes, muchos, laicos otros muchos, y todos por igual se olvidan en la carne y la farándula del año que perece y jubilan ante otro nuevo que nace. Pero ninguno coge el avión y se va a Grecia, a Lesbos Isla del amor, a llenarse de miedo, de tristeza y de muerte, salvo mi amigo Fariña, pero él es especial.

Los Policías belgas y franceses siguen ejemplarizando la falta de libertad que nos has regalado el Daesh y se multiplica por 100 el alistamiento al ejército francés en señal inequívoca que hemos entendido el mensaje navideño.

En otras costas, la cosa es más simple, buscar agua, 20 km, hacer la comida 6 troncos de mala madera, respirar, arena y polvo.

Solo queda esperar que esta frontera temporal de un año a otro, convenza  a más personas que el paradigma cultural en el que viven está caduco. A diferencia del otro grupo que se encierra en sus tradiciones milenarias, las cómodas ya que no hay que discutirlas sino solo cumplirlas, estas personas se enfrentan al reto de crear una nueva tradición, en la cual quepan todos los seres humanos por igual, y que el otro pueda ser amigo.

No se equivoquen los de diestra o siniestra, en ambos grupos pululan los de la vieja escuela, los que solo se mueven por: mi bandera, mi nación, los míos, frente a  la difícil inclusión de todos y todas por igual.

Al no existir esta tradición aún, podemos ver que seguimos celebrando las fiestas sin mirar atrás, sin ver si hay alguien que necesita compañía, incluso cerca.

En este atrás, en Nigeria, se ha producido la foto viral de este fin de año, una adolescente  de nombre Rahama Haruna  y que sobrevive mendigando metida en un mísero cubo de plástico verde, al carecer de tronco y de piernas. Los fotógrafos que la han ametrallado, recalcaban todos la belleza de su rostro, ¿y si hubiera sido fea?

No puede ser que sigamos pretendiendo convencer al mundo que somos diferentes, hasta superiores, ya que nos dejamos guiar por las apreciaciones más fútiles, somos inanes, egoístas e insinceros, del todo  incoherentes, vanidosos, y muy muy débiles, ya que miedosos.

Que el año 2016, fecha falaz, ya que debería ser el 2020, por una equivocación de cálculo de  un abad romano del siglo VI, Dionisio el Exiguo, y dado por bueno por el Vaticano, hasta su descubrimiento por un monje polaco Laurentius Suslyga,  nos sirva para reflexionar sobre  qué cualidades nos lastran como personas, ya que  si seguimos con todas ellas a cuestas, no sabremos quién vive más en un cubo, todos nosotros, o la niña sincera que se conforma con estar viva. Feliz año

William Vansteenberghe

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