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El “Apóstol de Europa”, bona gent

El segundo lunes de Pascua los valencianos conmemoramos la festividad de Sant Vicent Ferrer nuestro valenciano más universal, patrón de la Comunitat Valenciana que hoy traemos a colación en aras a reivindicar ese carácter europeísta, ese espíritu emprendedor que siempre ha distinguido a este pueblo desde antaño, con la Edad Media como punto de inflexión en nuestra influencia por todo el espacio europeo en los campos de la economía, el comercio, la cultura y la política.

A falta ya de poco más de un mes para la cita electoral europea, donde nos disponemos a elegir a los 751 diputados que representan a los más 500 millones de ciudadanos de los 28 Estados miembros, la impronta valenciana retoma su valor en este día tan especial dedicado a uno de su más insignes hijos, el cual coadyuvó a forjar esos vínculos de la incipiente Europa con esta tierra a lo largo de los siglos, junto a esa pléyade de valencianos universales como Juan Luis Vives, San Francisco de Borja, Joaquín Sorolla, Vicente Blasco Ibáñez, José Iturbi…

Azorín lo describió como un hombre europeo, del cual “se solicita su dictamen en graves cuestiones europeas. Y él habla con palabra precisa, clara, convincente, decisiva. San Vicente ha estado en Provenza, en Bretaña, en Escocia, en Italia… La muerte le cogió fuera de la patria y expiró en una ciudad lejana. Se le quiere y se le admira en todas partes….Siempre San Vicente, en sus infatigables actuaciones en España y en el resto de Europa, ha tenido la norma de los grandes políticos: sumar y no restar; atraer a la gente a una causa y no repudiarla. Ha trabajado siempre por la unión y la concordia.”

Hombre de sólida formación intelectual y teológica, con un dominio de las lenguas románicas (su afamado don de lenguas) que facilitó su proyección europea, con un vasto conocimiento de los textos Bíblicos y de las vidas de los Santos, forjaron la leyenda del predicador de multitudes por su facilidad para llegar a la cotidianidad del hombre de su época, en las postrimerías del XIV y principios del XV. Su realismo social le hizo extremadamente sensible con los problemas de su tiempo, injusticias y exclusiones de una sociedad compleja a la que él buscaba iluminar a la luz del Evangelio con su potente y habilidosa oratoria en nuestra lengua vernácula. Una sociedad necesitada de un empoderamiento que le permitiera afrontar las necesarias reformas que ya empezaban a vislumbrarse en una época convulsa y apasionante, en Europa y en España, que hombres de la talla del dominico lideraron.

Hoy nos acercamos un poco más al recuerdo de aquellos que como el Pare Vicent Ferrer, llevaron el buen nombre de Valencia a lo largo y ancho del viejo continente, demostrando una superioridad intelectual y humana más allá de las fronteras que los hombres seguimos erigiendo día a día a lo largo de la historia, para aislarnos de una realidad que nos supera y a la que debemos hacer frente desde el testimonio de nuestro Santo Patrón. “Sumar y no restar”, “atraer y no repudiar”, “unión y concordia” reflejan la vehemencia del mensaje y la acción de Sant Vicent Ferrer.

Valga hoy en su recuerdo el mensaje que remitió para todos los valencianos, que podemos considerar como su testamento.

El mensaje dice así:

«¡Pobre patria mía! No puedo tener el placer de que mis huesos descansen en su regazo; pero decid a aquellos ciudadanos que muero dedicándoles mis recuerdos, prometiéndoles una constante asistencia. y que mis continuas oraciones allí en el cielo serán para ellos, a los que nunca olvidaré».
«En todas sus tribulaciones, en todas sus desgracias, en todos sus pesares, yo les consolaré, yo intercederé por ellos. Que conserven y practiquen las enseñanzas que les di, que guarden siempre incólume la fe que les prediqué, y que no desmientan nunca la religiosidad de que siempre han dado pruebas».
«Aunque no viva en este mundo, yo siempre seré hijo de Valencia. Que vivan tranquilos, que mi protección no les faltará jamás. Decid a mis queridos hermanos que muero bendiciéndoles y dedicándoles mi último suspiro».

Juanvi Pérez Aras

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