Amadeo, toca echar ya el arroz

Hola, Amadeo. Hace ya un mes que estás entre nosotros y he de reconocer que no has parado. Desde el primer minuto en que accediste a la presidencia, incluso antes creo yo, has estado dándole que te pego con tus colaboradores a ver si cocinas un buen club para la temporada que ahora comienza. Pero ya sabes: esto ni es pagado, ni es agradecido. Te toca seguir a ese ritmo y no puedes parar ni un minuto.

Recuerdo que, apenas te habías bajado del atril de la junta de accionistas, ya tenías puesto el delantal. Raudo y veloz te fuiste a buscar la paella, el fuego y un nuevo cocinero jefe. El que tenías –Valverde– estaba cansado, desgastado y no quería seguir. Sin pestañear contrataste uno nuevo, de Serbia para más señas, que te habían contado que conoce bien nuestra cultura y nuestra gastronomía. Ya tenías dónde hacer tu arroz y quién te lo cocinara. Él, Djukic, decidió por sorpresa que esta vez la paella no iba a ser a leña, -con Albelda-, pero sí a Fuego. Decisión comprometida, pero le apoyaste.

Te faltaba un ayudante de cocina. Nombraste a Luis Cervera y os pusisteis los tres manos a la obra.

Lo siguiente que hiciste fue hacer el acopio de ingredientes. Limpiaste el pollo y el conejo, reduciendo algunos cargos de la antigua estructura del club, compraste verduras frescas para la cantera y empezaste de la mano de Rufete a hacer el sofrito. Que si ahora Nico Estévez, que si ahora tanteo a Angulo, a Curro, a Baraja, etc… Y todo esto sólo en un mes.

No está nada mal, pero ya te habrás dado cuenta de que el nivel de exigencia en esta cocina es máximo. Ahora, Amadeo, te enfrentas a ese momento en el que todos los comensales se empiezan a arremolinar junto al fuego para ver cómo va la paella. Y tú, como buen chef, vives ese instante con tensión y satisfacción. Ellos, los aficionados, tienen hambre, tienen que sacarse el pase y se acercan esperando que la comida ya esté lista. Y que esté buena.

Pero no, todavía no está. Te queda lo más importante: echar el arroz. En cristiano, meterte de lleno con la primera plantilla. Ahí es dónde se tiene que ver tu mano. Debes empezar a retirar caldo si te sobra. Toca darle los últimos retoques a tu creación que, a fin de cuentas, es lo que le dará el sabor definitivo al plato. Hay que echarle el azafrán en forma de central; retocar con romero la banda derecha; decidir si le das más caña al Fuego con otro mediocentro…Y hacerlo sin perder ni un segundo, porque sabes que, como te descuides, se te pasa el arroz y el plato queda incomible. Y aquí, digan lo que digan, volvemos a tener hambre de fútbol. ¡Y que no falte!

 

David Torres (@DavidCanalNou)

Periodista TVV

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