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En apenas dos días, se habían completado un centenar de dichos autobuses. El Barcelona B puso a disposición del Villareal unas diez mil entradas, más de la mitad del aforo del Mini Estadi (15.276 espectadores), con lo que el estadio se transformaría en el Madrigal por unas horas. El asequible precio de estas, ayudó a la movilización masiva de la afición (5€ para los socios; 10€ para los NO socios).
A lo largo de la semana se ha ido informando a través de las redes sociales del número de autobuses que se iban llenando. Incluso en la web oficial del club aparecía un contador que lo señalaba. Las redes sociales bullían con fotos y comentarios de la afición grogueta. Los speakers de cada autobús animaban el trayecto e iban calentando el partido. La afición llegó alrededor de las 11.30 horas a la Ciudad Condal y dispusieron de tiempo libre hasta la hora del partido. La afición no dejó de animar por los aledaños del estadio haciendo tiempo hasta el inicio del partido. Barcelona se tiñó de amarillo.
En torno a las cinco de la tarde los aficionados empezaron a llenar las gradas del Mini Estadi, las cuales se semejaban a las del Madrigal en cualquier partido como local. El twitter oficial del Barcelona B informó que las entradas estaban agotadas. A la salida de los dos equipos al terreno de juego, el clamor de la afición grogueta fue ensordecedor y sus jugadores agradecieron el detalle.
El partido comenzó a la hora indicada. Fue un choque en el que el filial del Barça tuvo la posesión del balón pero no la efectividad, que tuvo el Villareal. Al filo del descanso se avanzaba con un gol de Jonathan Pereira tras un buen centro de Musacchio, resultado que les dejaba más cerca del ascenso directo a Primera.
En la segunda parte, más ocasiones del Villareal ante un filial tocado y sin nada en juego. Bruno Soriano marcó el segundo gol tras un remate de cabeza a centro de Perbet. Este mismo, sentenció el partido con el tercer gol. El jugador francés, desde su llegada al club, lleva 11 goles en 17 partidos. Esta victoria, deja mucho más cerca del ascenso directo al equipo presidido por Fernando Roig, que al finalizar el encuentro, junto a sus jugadores, dio la vuelta al campo para agradecer el desplazamiento a los miles de seguidores que, a las 20.30 horas emprendían el autobús de vuelta.
Finaliza así una jornada atípica, ya que no es habitual ni mucho menos un desplazamiento tan masivo de los aficionados visitantes, que prácticamente llenaron el estadio rival. La ocasión lo merecía. Desde la fatídica semifinal de Champions League la afición no ha estado tan volcada con su equipo como lo ha estado hoy. Villareal, una localidad de 51.000 habitantes, desplazó a 10.000 de ellos en autobuses para apoyar a su equipo.
El conjunto de Marcelino encara la última jornada dependiendo de sí mismo y jugando en casa. El problema es que se enfrenta al tercer clasificado, el Almería, que de ganar o empatar a dos, le robaría la segunda plaza al submarino amarillo. Al Villareal le vale el empate (0-0;1-1), pero ante su afición no cabe duda de que saldrán a por la victoria. ¡Qué mejor regalo para una afición que ha demostrado estar al pie del cañón!