Campeón de campeones

Por si cabían dudas acerca del rendimiento de Nadal, de si podría superar al ‘ogro’ Djokovic en una final sobre superficie rápida, ya han quedado despejadas. El balear no le tiene miedo a nada ni nadie, y si las lesiones le respetan, es capaz de alcanzar cotas inimaginables para el resto de los mortales.

Eso lo ha podido comprobar hoy en primera persona el todavía número 1 del mundo, que cada vez siente más cerca el aliento de Nadal. Como hace un año, el serbio se ha topado con un ciclón delante, que en el 2012 fue británico y que en esta ocasión es español. Un tenista que ya suma 13 torneos de Grand Slam en su palmarés, acumula diez coronas en la vigente temporada y todavía no sabe lo que es perder en pista dura desde que arrancó el curso tenístico.

Todo son logros dignos de mención, como lo ha sido su exhibición desde el primer set, tan sólo interrumpida por la reacción de Djokovic en la segunda manga. El juego y las constantes del partido favorecían a Nadal, confiadísimo en sus posibilidades y desesperando por momentos a su rival.

Claves fueron varias acciones al inicio de la final del US Open, como una reclamación de Nadal a una bola de su rival que el árbitro dio como buena y que al final no lo fue, que sumada a los 14 errores no forzados de ‘Nole’ en el primer set, concedieron la primera ventaja al español. Pero la reacción serbia fue feroz, con un gran repertorio de golpes y demostrando porqué alcanzaba su cuarta final consecutiva.

La final estaba igualada a un set, y con las raquetas en todo lo alto, emergió la figura del mejor Nadal. Ese que ya ha olvidado el calvario de los siete meses de lesión, ese que amenaza con romper todos los récords de este deporte. Ni tan siquiera el hecho de comenzar el tercer set con una rotura a favor de Djokovic le puso en aprietos. Salvó tres bolas de ‘break’ más adelante y terminó por destrozar la fe de su rival.

Djokovic ya sólo apeló a sus chispazos de genio para agarrarse a la pista, algo por completo insuficiente para frenar a un mito como Nadal, lanzado a por su segunda corona en Nueva York. La ciudad que nunca duerme tampoco lo hará esta noche, aunque en esta ocasión será por culpa del tributo que le ha rendido al tenis uno de los mejores jugadores de la historia.

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