El líder silencioso

“En cada partido quiero que mi equipo sea protagonista y mande. Crear una mentalidad de equipo grande. Uno, cuando viene aquí, simplemente tiene que estar preparado para conseguir los objetivos. El Valencia es un grande y tiene que luchar por todos los títulos”. Es la declaración de intenciones de Miroslav Djukic, el lunes en Ser Deportivos.

Braulio ya le eligió el pasado verano para el banquillo del Valencia. Lástima que Manuel Llorente tuviera otros planes. Lo ha pagado caro. Y el equipo más, condenado a la Europa League. A la segunda, el gallego se ha salido con la suya y mientras ustedes leen estas líneas el nuevo cuerpo técnico ya prepara la próxima pretemporada en la Ciudad Deportiva de Paterna. Tómense la molestia de comparar las frases que encabezan el artículo con la ignominiosa rueda de prensa que perpetró Valverde el sábado en Nervión. La diferencia es evidente. Oprobio frente a ambición. Djuka sí ha querido entrenar al Valencia.

Pero a Miroslav le avala algo más que el arrojo. En Pucela ha cumplido. Con creces. Ascenso y permanencia sin sobresaltos en dos años para enmarcar. Y jugando bonito. Que, con la plantilla que tenía, no es poco. Hasta ha tenido que poner dinero de su bolsillo para financiar la compra de material médico en Zorrilla. Además, ostenta la licenciatura ‘cum laude’ en entornos inestables. En su etapa como seleccionador serbio, tuvo que convivir con un presidente que se fugó del país y un director deportivo encarcelado. Comparada con los entornos en los que ha tenido que madurar como entrenador, la incertidumbre por la posible venta del Valencia es un capítulo de ‘Lassie’.

Respecto al manejo de vestuario, no crean que sufre las insuficiencias del rookie. Si alguno de los niñatos díscolos que tendrá en el vestuario a partir del 1 de julio hace de las suyas (llegar ‘tajao’ a entrenar, conducir sin la documentación adecuada, cerrar todos los garitos ‘cool’ de la ciudad…), el asunto tampoco le pillará in albis. Quizá se pregunten por qué. La respuesta en sencilla. Sólo les diré dos nombres: Drenthe y Ebert. Dos miembros ilustres de la cofradía del cable pelado. Ha tenido que lidiar con ambos. No le tembló el pulso para mandar al holandés de vuelta a casa por llegar tarde a varios entrenamientos en el Hércules. De Patrick Ebert ha conseguido extraer la mejor versión. Y eso que –según palabras literales de un director deportivo de Primera División- “tiene el coco como una cafetera”.

Hace unos días le pregunté a uno de sus compañeros en el vestuario del Valencia cómo era Djukic en su etapa de jugador. Me encantó la respuesta. Y además me regaló el título del ‘Bar Torino’ de hoy. “Serio, disciplinado, responsable. Tenía mucha confianza en si mismo, no era de dar gritos ni levantar la voz. Pero mandaba. Le respetábamos”. Así era. Y así es el nuevo entrenador del Valencia. Miroslav Djukic. El líder silencioso. 

 

Fran Guaita (@FranGuaita)

Cadena Ser

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