Disculpen el símil taurino los más profundamente animalistas, pero resulta complicado encontrar un símil tan elocuente para definir la actitud de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Y nada más lejos de la realidad. ¿Recuerdan aquella vez que Rivera afirmó en televisión no ser aficionado a los toros y posteriormente aparecieron varias imágenes de él contemplando corridas de toros, e incluso a hombros de algún torero?
En la política real, Albert Rivera nos tiene demasiado acostumbrados a dar rodeos. Dijo que no apoyaría a PP y PSOE, y tras el 20D firmó un documento de gobierno con los socialistas. Un texto que, por cierto, no hablaba de reformas como la despolitización del Consejo General del Poder Judicial, la Ley Electoral o la concreción de las competencias de las CCAA, algunos de los principales puntos en los que C’s apoya su sistema electoral. Dijo que no se abstendría a favor de Rajoy, y se abstendrá, y esta vez sin exigir nada a cambio.
Albert también dijo que esto de la ‘nueva política’ debía comportar tener un Presidente del Gobierno de un color, y uno del Congreso de otro. Sin embargo, Rivera votó a favor de Ana Pastor (PP) y se abstendrá con Rajoy. Por cierto, los votos al PP en la Mesa del Congreso tuvieron un precio, y este fue la vicepresidencia del mismo, a pesar de que, según el resultado electoral, a los diputados naranja no les correspondía ningún puesto en la Mesa.
Ayer, tras un encuentro entre Mariano Rajoy y Albert Rivera, ya se desveló que hay un canal de comunicación continua entre ambos. Quizás sea este uno de los motivos del optimismo de Rajoy. No es que moleste que los partidos dialoguen, todo lo contrario. Hace falta un gobierno cuanto antes. Lo que molesta a la ciudadanía es la mentira y la contradicción, por ello, Ciudadanos se ha destapado como uno de los partidos que más rodeos da. El tiempo dirá en qué lugar les sitúan los verdaderos ciudadanos.