La nueva política de movilidad del Ayuntamiento de Valencia, capitaneado por Joan Ribó y en esta materia por Giuseppe Grezzi, está trayendo más de un quebradero de cabeza a los comerciantes del Mercado Central de la capital valenciana. Si la falta del parking de la Calle Ciudad de Brujas siempre fue un problema, ahora las peatonalizaciones, reducciones de de paradas de autobús y falta de plazas de aparcamiento en superficie, ponen cada vez las cosas más difíciles a los esforzados vendedores de este histórico mercado, motor tradicional de la economía de la ciudad, Ahora, además, uno de los principales atractivos turísticos del Centro Histórico.
Los comerciantes no quieren medias tintas. Sin parking, sin autobuses y con escasísimas plazas de aparcamiento en superficie, el Mercado ve peligrar su futuro. Se necesita una adecuada movilidad, en transporte público y también para el privado, para poder mantener viva esta institución valenciana. No debemos olvidar que los usuarios del Mercado cuando acuden a comprar, en muchas ocasiones, lo hacen de manera copiosa, siendo muy complicado por tanto llegar hasta sus vehículos en aparcamientos subterráneos lejanos o hasta los escasos autobuses de la EMT. Los comerciantes, a través de una carta dirigida al alcalde Joan Ribó, denuncian que hace dos años había un total de cinco líneas de autobús y que, ahora, con solo una parada, se podrían ver reducidas a dos.
El Mercado Central, además de centro comercial, es ya una seña de identidad de todos los valencianos, ubicado en pleno corazón de Valencia, algo a potenciar y cuidar. Además, es un buen punto de partida para poner en marcha un nuevo modelo de consumo sostenible, ecológico y variado. Si no hay una apuesta clara por revitalizar este centro y por dejar de ponerle las cosas difíciles, pronto tendremos un edificio vacío de vida, sin puestos, sin esforzados vendedores que acudan cada día a ofrecer sus productos de calidad. En definitiva, un Mercado Central muerto.