Las constructoras valencianas no se consolidan en el mercado exterior

Es cierto que el sobredimensionamiento de los presupuestos en las obras civiles de las grandes constructoras se ha convertido generalmente en una mala praxis, lo que provoca la lógica alerta en los países que actúan como contratistas. Una circunstancia que no es ajena para algunas empresas españolas, y que en este caso ha derivado en la crisis en Panamá.

En los últimos años, algunas de las infraestructuras más importantes en países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Brasil, Polonia-Ucrania, Panamá, Rumanía o Rusia han sido construidas por compañías españolas.

De hecho, con motivo de la celebración de la Eurocopa de Polonia-Ucrania en 2012, FCC construyó algunos de los estadios más representativos del campeonato, así como otras empresas que han firmado obras para el Mundial de Fútbol que se disputará este año2014 en Brasil.

Pero salvo excepciones, la presencia española internacional se limita a las grandes firmas, quedando las constructoras valencianas, como de otras regiones españolas, en un discreto segundo plano.

Resulta sorprendente que empresas valencianas con una dilatada trayectoria en el sector de la construcción como Edival, Urbem o Salvador Vila no se hayan lanzado a la aventura exterior, a pesar de ser uno de los más castigados por la crisis en los últimos años.

Cierto es que algunas compañías han intentado introducirse en otros mercados, más allá de los ejemplos citados, pero bien por falta de decisión, precariedad financiera o por la falta de socios locales que apoyaran los proyectos, no han conseguido que la construcción valenciana opere fuera de nuestras fronteras.

Ecisa, Grupo Bertolín y Grupo Roig Corporativo si que han hecho incursiones en Brasil y otros puntos de Latinoamérica, con modelos de negocio dispares como la construcción de casas prefabricadas (Bertolín) la vivienda residencial de tipo turístico (Roig Corporativo) o Infraestructuras en Catar y Emiratos Árabes (Ecisa).

Durante los años del boom urbanístico muchas empresas familiares y unipersonales se lanzaron a construir en países como Polonia, Brasil o Marruecos, en un ejercicio más aventurero que de planteamiento real de mercado, y que no siempre finalizaron con el resultado esperado.

Un caso de internacionalización singular es el de Onofre Miguel. Una de las históricas constructoras valencianas, que hoy se encuentra en proceso de acreedores debido a las discrepancias familiares, y que renunció a consolidarse en el mercado exterior cuando ya tenía pactados proyectos, entre otros, como un rascacielos en Bahrein, con el modelo Times Square (New York) junto al socio árabe Al Safar.

Eso, sin citar otros importantes núcleos de viviendas que la compañía tenía repartidas por Europa, Libia o Argelia, así como en otras zonas del Golfo Pérsico. Fue sin duda una expansión importante, pero que supuso también la fragmentación de la empresa en una huida hacia delante por las divergencias internas.

Pero la cara positiva de la moneda en la expansión de la construcción valenciana en el exterior, a pesar de las limitaciones, la han puesto los ingenieros. De hecho, muchos profesionales trabajan en proyectos emblemáticos a nivel mundial, y son requeridos sus servicios en diferentes países del Golfo Pérsico, Noruega y Norte de África, entre otros.

Además, también participan en el  desarrollo de Puertos y Aeropuertos, y sobre todo en el desarrollo de los trenes de alta velocidad, como el que unirá las ciudades de Medina y la Meca, y que posiciona a las líneas AVE españolas como uno de los sistemas de transporte ferroviario más avanzados del mundo.

En este aspecto también juega su baza como factor complementario al desarrollo de la ingeniería valenciana la factoría Vossloh, de Albuixech. Una empresa ferroviaria bajo tutela alemana que acaba de conseguir un contrato de 250 millones de euros para la fabricación de 70 locomotoras en Sudáfrica, y que anteriormente perteneció a la francesa Alstom, y durante medio siglo a Macosa.

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