Eduardo Guerrero es un gaditano que ha revolucionado el mundo de la danza flamenca con un estilo propio que rompe moldes

UN GUERRERO PARA LA DANZA

Eduardo Guerrero es un gaditano que ha revolucionado el mundo de la danza flamenca con un estilo propio que rompe moldes. Ha sido la figura étnica elegida por el Festival 10 Sentidos para dar una carga de profundidad en la Valencia del mes de mayo. Eduardo Guerrero tiene programadas tres actuaciones en el Festival en escenarios bien distintos, esencialmente urbanos, pues su filosofía de baile implica que se pueda danzar en cualquier lugar para generar arte. El estreno valenciano tuvo un “tablao” muy particular, el edificio de un concesionario de coches donde el bailarín pudo evolucionar saltando por encima de los vehículos estacionados al son de un saxofonista, Antonio Lizana, que también demostró bellas dotes de cantador.

Eduardo Guerrero fundamentó ampliamente la fama que le precedía con su espectáculo valientemente ambiguo, óptimo para los tiempos de corren. A veces daba la impresión que, sin más músicos en escena que su compañero, Guerrero había trasladado al show un completo conjunto flamenco, donde únicamente con la fuerza de sus palmas, adquiría sucesivamente la condición de “bailaor” o “bailaora” según la cadencia de su ritmo.

El vestuario, comedido pero brillante, acompañaba el proyecto con originales chaquetas con flecos, a mitad de camino de mantones de Manila, y unos zapatos roji-negros que igual podían simbolizar el espíritu ácrata del creador que la arriesgada decisión de Dorothy en “El Mago de Oz”. Con Eduardo Guerrero hemos encontrado un renovador radical del arte que le es propio, con las limitaciones que tienen en esta época aquellos artistas que no frecuentan los medios audiovisuales para decir tonterías. Merecería haber tenido mucho más público, circunstancia que esperamos mitiguen las siguientes actuaciones en Valencia.

Articul escrit per, Carles Recio

    Carles Recio
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