Consejos de conducción para alargar la vida de nuestro coche

Muchos conductores adquieren con el tiempo una serie de malas costumbres al volante que pueden ser perjudiciales para su coche y que resulta aconsejable corregir para que la vida de un vehículo sea más larga.

Hemos consultado a un experto en automoción para que nos cuente cuáles son las más habituales y qué debemos hacer para mejorar estos malos hábitos. Y aunque muchas de ellas seguro que te suenan, conviene repasarlas:

  • Acelerar a fondo con el coche recién arrancado: resulta totalmente desaconsejable porque el motor aún no ha alcanzado la temperatura óptima de funcionamiento.
    Consejo: poner en movimiento cientos de piezas metálicas, es un ejercicio de ingeniería delicado. Provocarlo de forma excesivamente enérgica, incrementa el desgaste interno del motor y puede ser origen de multitud de averías.
    Lo idóneo sería iniciar la marcha manteniendo durante unos minutos una conducción suave, permitiendo un incremento progresivo de la temperatura y engrase de todas esas piezas.
  • Pedal de embrague pisado: utilizar el pedal de embrague a modo de reposapiés o mantener el embrague pisado con la primera velocidad introducida sin haber iniciado la marcha son costumbres muy habituales.
    Consejo: estos malos hábitos producen desgastes innecesarios en algunos componentes del embrague, tanto en los de fricción, como en los de mando. Lo adecuado es mantener la caja de cambios en punto muerto y el pedal del embrague sin pisar hasta que se reanude el movimiento. En marcha, utiliza el apoyo para el pie izquierdo diseñado a tal efecto, y quita el pie del embrague. Aunque no se efectúe presión, el simple peso de la pierna incide en esos desgastes prematuros.
  • Controlar el punto de fricción del embrague: hay personas que, en rampas de garaje o en semáforos, “sujeta” el coche pisando el pedal del embrague hasta que pueda soltarlo del todo e iniciar la marcha.
    Consejo: resulta muy perjudicial para el embrague, ya que produce un desgaste y un sobrecalentamiento que, en poco tiempo, puede traer problemas serios.
    De esta forma, si queremos que el coche quede parado, hay que hacerlo usando exclusivamente el freno.
  • Circular con el motor a bajas revoluciones: aunque circular con marchas largas para reducir el consumo es una forma de conducción muy extendida y recomendada, conviene alternarla con otros métodos menos perjudiciales para el motor.
    Consejo: circular por sistema a regímenes muy bajos puede acarrear averías debido al exceso de carbonilla acumulada tanto en las válvulas de recirculación de gases para los coches Diesel, como en el catalizador para los de gasolina. Además, también se somete a demasiado esfuerzo ciertas partes móviles del motor como las bielas y los apoyos del cigüeñal.
    De este modo, aunque no se consiga realizar la conducción más ahorradora en términos de gasto de combustible, resulta aconsejable intentar circular a un régimen de vueltas en el que notemos que, al pisar el acelerador, el motor responde sin titubeos.
  • Mantener la mano apoyada en la palanca de la caja de cambios: no es infrecuente llevar apoyada la mano derecha sobre la palanca de cambios para ahorrarse el movimiento de acercar la mano cuando sea necesario cambiar de marcha.
    Consejo: este gesto resulta perjudicial para las piezas de la timonería de la caja de cambios porque, aunque parezca inapreciable, se ejerce una presión innecesaria sobre sus componentes.
    Recuerda soltar siempre la palanca después de realizar el cambio de marcha oportuno, y retraerla al apoyabrazos en el caso de que el coche lo tenga.
  • Llevar al límite la reserva de gasolina: es usual que muchos conductores apuren el combustible disponible en su vehículo hasta repostar de nuevo.
    Consejo: circular con un combustible lleno de impurezas afecta al estado de los circuitos de combustible de de baja y alta presión, particularmente a éste último en los motores Diesel más modernos, que demandan unas presiones de trabajo muy elevadas. Aunque parezca atacar al bolsillo, convienen no apurar tanto y repostar antes de llegar a la reserva. O huir por sistema de aquellos surtidores en los que se está haciendo una recarga desde la cisterna.

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  • Abusar de los frenos en descensos: para descender puertos de montaña, muchos conductores confían toda la tarea de reducción de la velocidad a sus frenos.
    Consejo: haciendo esto los frenos de nuestro vehículo se calientan en exceso, pudiendo deformarse, desgastarse de forma prematura e, incluso llegar a un proceso de cristalización de las pastillas que le llevan a perder su capacidad de frenado.
    Por todo esto, ayudarse con la retención del motor para mantener la velocidad evita estos problemas.
  • Frenar en medio de un obstáculo: al encontrar un bache o un badén, es habitual frenar con fuerza para reducir lo máximo posible la velocidad de nuestro vehículo hasta haberlo soprepasado.
    Consejo: al hacer esto, estamos sometiendo al sistema de amortiguación a un trabajo excesivo que, en ocasiones, puede incluso producir daños tanto en la propia suspensión como en algún otro componente del vehículo.
    Por ello, es importante que antes de sobrepasar cualquier tipo de pequeño obstáculo que nos obligue a reducir la marcha, lo hagamos hasta el punto en el que se inicia dicha dificultad. En ese momento, es mejor soltar el pedal del freno, aunque aún vayamos a demasiada velocidad para afrontar el bache.
  • Parar el motor súbitamente: tras un viaje prolongado por carretera, es frecuente que lleguemos a un área de descanso o una gasolinera y paremos el motor nada más llegar.
    Consejo: Dejar unos segundos el motor girar al ralentí, mejora la refrigeración progresiva del motor y, sobre todo, mantiene el engrase sobre el turbocompresor. Y puesto que trabaja a temperaturas muy elevadas, al detener el motor se interrumpe también el flujo de lubricante, llegando incluso a carbonizarse en la base de su eje, con consecuencias catastróficas una vez que se vuelve a poner en marcha según coches 77

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