La alegría de vivir urbana en Europa y en Valencia. Un estudio de Smart

En nuestro planeta son mayoría las personas que viven en entornos urbanos en comparación con entornos rurales. Las estimaciones prevén que hasta 2050 la proporción de habitantes urbanos global ascienda hasta alcanzar el 70 %.

A través de la vasta cantidad de oportunidades que ofrecen para el desarrollo y crecimiento personal, privado y profesional, las grandes ciudades ejercen una gran atracción sobre mucha gente. Por eso mismo, la densidad de la población en las áreas urbanas se incrementa sin cesar y la tendencia señala a que el espacio vital privado se vuelve cada vez más reducido y caro. El  fabricante de automóviles smart ha encargado al prestigioso instituto de investigación de  mercados y medios de comunicación rheingold la realización de un estudio empírico, cuya  finalidad sería plasmar el panorama de la alegría de vivir urbana en Europa y averiguar cómo se genera la satisfacción de la población.

Este es un estudio muy amplio, con bases científicas, que identifica por vez primera qué criterios influyen sobre la apreciación de la alegría de vivir en un entorno urbano. ¿Qué ingredientes intervienen para generar esa inquebrantable fascinación provocada por la vida urbana? ¿Qué elementos concretos contribuyen a la alegría de vivir de los urbanitas? ¿Qué afinidades y diferencias existen entre las ciudades estudiadas? En relación con este tema, el estudio se ocupa también de describir las peculiaridades de cinco metrópolis europeas elegidas como eje central de la investigación.

 

Metodología del estudio smart.

La investigación abarca dos fases:

En la primera se llevó a cabo un estudio básico de gran profundidad psicológica en términos cualitativos en las ciudades de Berlín, París, Roma, Londres y Madrid. Para ello se organizaron en cada caso dos rheingoldGroups® y se realizaron doce rheingoldInterviews®, en un marco cambiante con circunstancias etnográficas distintas (cuestionario de tres horas en las ciudades, realizado sobre la marcha) y en cada caso un cuestionario de dos horas realizado en casa. Los principios de psicología profunda aplicados por rheingold garantizan que los sujetos objeto de estudio no solo aporten declaraciones racionales y superficiales u opiniones de tipo genérico, comunes o de origen popular. El objetivo estribaba en averiguar qué opinaban realmente las personas, qué deseos y sueños querrían hacer realidad en su ciudad, pero también qué problemas y necesidades se topaban como consecuencia. Como resultado de esta primera fase, rheingold identificó seis factores determinantes para la alegría de vivir en un entorno urbano.

En la segunda fase, se verificaron y cuantificaron dichos factores por medio de una encuesta cuantitativa realizada por Internet, con una duración de 15 minutos y orientada a 31 ciudades europeas. En cada una de ellas se entrevistó a un mínimo de 100 personas: Berlín, Düsseldorf/Colonia, Hamburgo, Fráncfort, Múnich, Milán, Nápoles, Roma, Turín, Burdeos/Toulouse, Lyon, París, Marsella, Barcelona, Madrid, Málaga/Sevilla, Valencia, Glasgow, Leeds/ Sheffield, Manchester/Liverpool, Londres, Salzburgo/Innsbruck, Viena, Berna/Basilea, Zúrich, Ámsterdam, Rotterdam, Utrecht, Bruselas, Lisboa y Oporto. Por medio del presente folleto, presentamos los resultados del estudio tras recabar la participación de 3269 personas encuestadas, todas ellas habitantes de grandes urbes. El texto intenta ajustarse a las historias, los sentimientos y las sensaciones de las personas, tal y como se expresaron en sus entrevistas. En los cuadros grises se ofrecen cifras, datos y análisis sobre cada tema.

Condiciones básicas para la alegría de vivir en un entorno urbano.

La alegría de vivir en una metrópolis no está determinada solamente por factores de tipo psicológico. Existen requisitos prácticos reales o condiciones básicas que es necesario reunir para que dicha alegría pueda desarrollarse en las ciudades: es preciso disponer de espacio y tiempo suficientes, además de recursos financieros.
Esto se aprecia especialmente en los lados negativos de los factores psicológicos descritos a continuación para la alegría de vivir en un entorno urbano. Debido a las deficiencias en las infraestructuras o al intenso crecimiento de la población en las ciudades, las condiciones de espacio/vivienda, tiempo y recursos financieros se deterioran. Allí donde el panorama está dominado por el smog, el estrés, los problemas de vivienda (muy reducidas debido a su elevado precio), la criminalidad y el caos, el nivel de satisfacción general decae.

Aquellas ciudades en las que sus habitantes no encuentran soluciones alternativas para paliar o esquivar el deterioro de las condiciones «enferman» y dificultan el surgimiento y el desarrollo de la alegría de vivir en un entorno urbano. Sin embargo, si se dan las condiciones básicas necesarias, toda persona puede afrontar con libertad los retos que le presenta una ciudad, así como aprovechar las oportunidades para su crecimiento personal que le ofrece.

Urban Joy Index.
En la encuesta representativa en línea realizada con la participación de 3129 habitantes de ciudades se muestra el efecto de atracción que ejerce la vida urbana y el elevado nivel de satisfacción de los ciudadanos con la vitalidad y la alegría de su ciudad. A pesar de las consecuencias de la crisis económica y financiera y de las carencias en materiade infraestructuras que aquejan a algunas urbes, en general las personas encuestadas evaluaron de forma muy positiva sus ciudades.

> El 83 % de los ciudadanos se mostraron de acuerdo con que la ciudad en que viven es «muy atractiva».
> El 82 % de las personas encuestadas afirmaron estar contentos de vivir o tener sus raíces en su ciudad (por ejemplo, de ser «un berlinés»).
> El 81 % consideran interesante y estimulante vivir en su ciudad.
> El 76 % querrían permanecer viviendo en su ciudad durante los próximos 5-10 años.
> El 65 % afirma que le gusta vivir en su ciudad y no se imaginan viviendo en ningún otro sitio.
Del valor medio de aprobación para estos cinco puntos se deriva un índice denominado Urban Joy de alcance europeo con valor de 74. Es decir: en una escala que va desde 0 (ni rastro de alegría de vivir) a 100 (máximo nivel posible de alegría de vivir), el promedio de la alegría de vivir en un entorno urbano se sitúa en 74. El Urban Joy Index es una medida general de la satisfacción respecto a la sensación de alegría de vivir en la ciudad que percibe cada persona, expresada en una escala de 0 a 100.

Héroes urbanos.
Para unos la ciudad es «un escenario», para otros «una jungla», hay quien la describe como «un monstruo»: de este tipo son las opiniones recogidas en las exhaustivas entrevistas realizadas a los sujetos encuestados, que a menudo describen sus ciudades con términos y metáforas más propios de los cuentos de hadas o la mitología.
«La ciudad me embruja, no me gustaría tener que abandonarla».
«Aquí puedes ser lo que tú quieras, incluso una princesa».
«Londres es una bestia».
«Berlín te puede machacar y matar, pero también puede ser tu mejor trampolín».
Aunque estemos ya inmersos en el siglo XXI (o tal vez precisamente por eso), en un mundo racional donde mandan los datos y los hechos, donde las fábulas, las paradojas y el romanticismo han sido prácticamente erradicados de la literatura científica, resulta chocante la fuerza con que irrumpen esas metáforas fantásticas; el influjo arcaico parece residir todavía en la imagen de la ciudad que tenemos, que gobierna de forma inconsciente el comportamiento de los ciudadanos.
La investigación puso de relieve que la gran ciudad es una especie de gran escenario dramático, un espacio donde caben todos los aspectos de la vida, tanto positivos como negativos: tentaciones, promesas, sueños, éxitos y fracasos. Todo es posible y además sucede en un lugar tan pequeño y al mismo tiempo que a menudo ni siquiera es posible discernir unos aspectos de otros. Todo nos atrae y nos asusta al mismo tiempo. Hay que aprender a convivir con ello, ya que también ofrece la posibilidad de que sucedan «cosas fabulosas».
Especialmente en una época donde la vida en Europa está regulada, normativizada, planificada, asegurada y vigilada hasta límites increíbles, las personas buscan retos y proyectos con los que ponerse a prueba y avanzar en la vida.

La capacidad de atracción y el encanto de las ciudades radica, principalmente, en la promesa de encontrar oportunidades: «Si eres capaz de superar los desafíos que te propongo, triunfarás, te convertirás en héroe o heroína»

Estos seis factores, que podríamos comparar con los trabajos de Hércules, se han confirmado en la encuesta cuantitativa realizada por Internet. Cinco de los seis factores muestran una estrecha correlación con la sensación general de alegría de vivir en un entorno urbano (correlaciones con el Urban Joy Index entre 0,69 y 0,76). En el caso del factor infraestructuras completas la dependencia correlativa aparece menos marcada (r=0,43).
La aprobación para cinco de los seis factores en cada ciudad correspondiente se sitúa de media entre 67 y 71, medida en una escala que va de 0 («No estoy de acuerdo en absoluto») a 100 («Estoy completamente de acuerdo»). Tan solo en el apartado de infraestructuras completas el nivel de satisfacción cae por debajo de tales cifras (54 puntos).
Por lo tanto, los seis factores son determinantes para la alegría de vivir en un entorno urbano y obtienen buenas notas en la evaluación de las ciudades estudiadas

rheingold descubrió seis factores psicológicos para la alegría de vivir en un entorno urbano. Cada factor constituye un «trabajo de Hércules» que la ciudad presenta como reto a sus habitantes.Lo paradójico es que la alegría de vivir no se manifiesta cuando todo va sobre ruedas y vivimos el día a día sin ningún problema en absoluto, sino que surge cuando una persona es capaz de afrontar y superar con éxito los obstáculos cotidianos, cuando lucha y consigue vencer las dificultades, cuando se alza como un gladiador victorioso en esa arena que es la ciudad. Una ciudad puede, por tanto, hacer de sus habitantes personas más fuertes y capaces, elevarlos a la categoría de héroes y heroínas. Suena un poco a película de Hollywood, pero es justamente así como lo sienten los sujetos que participaron en el estudio.

Al analizar los datos de la encuesta, salta a la vista que condiciones como el espacio, el tiempo, la flexibilidad, el confort y los recursos financieros deben considerarse como «condiciones básicas» imprescindibles. En todas las ciudades europeas estudiadas, estos criterios son aproximadamente igual de importantes para las personas encuestadas (valores de aprobación que oscilan entre 70 y 73 en la escala que ya conocemos, de 0 a 100). Aquí se detectan pocas diferencias entre las ciudades.
Si las infraestructuras de determinadas ciudades están saturadas o tan anticuadas que provocan problemas en las condiciones básicas de espacio, tiempo y recursos financieros, se genera insatisfacción y enfado.

> Para el 35 % de las personas encuestadas, hay demasiados habitantes y vehículos en un espacio demasiado reducido.
> El 37 % de las personas encuestadas expresan su total acuerdo en que se pierde demasiado tiempo en el tráfico, un tiempo que les gustaría dedicar a otros menesteres.
La falta de plazas de aparcamiento, los altísimos precios de la vida en la ciudad y el hecho de no poderse permitir más que viviendas de dimensiones reducidas son elementos adicionales que contribuyen al descontento.

La grandeza del conjunto.
La ciudad se presenta como un gigantesco diagrama que expone las posibilidades y los logros de  la humanidad. Nos espera con toda su carga histórica y permite que los habitantes participen en  primera línea de sucesos y eventos culturales, políticos y sociales de gran importancia. Los habitantes de una gran ciudad viven al tanto de lo que pasa, pueden disfrutar de los mejores teatros, exposiciones, espectáculos, fiestas, eventos y restaurantes, pueden participar personalmente en el desarrollo de actividades y tendencias, abrirse al mundo, vivir y modelar por sí mismos el «sueño de la gran ciudad» (que en parte es también su propio sueño). La propia urbe se presenta como una ensoñación que puede hacerse realidad

El reto.
Quien se muda a una gran ciudad ansía integrarse en ella y participar de su vida de algún modo. Se embarca en una aventura, rumbo a lo desconocido, dando un paso adelante que, si todo sale bien, le permitirá crecer y desarrollarse como persona, someterse a una metamorfosis y lograr éxitos.
Quien ha nacido y se ha criado en un entorno urbano no suele ser tan consciente de esta aventura, pero también participa en ella.
Para encomendarse a la aventura que supone la ciudad y actuar con confianza, es preciso ánimo y resistencia, ya que nunca sabemos qué nos espera, con qué dificultades tendremos que batirnos, si lograremos finalmente formar parte de esa grandeza del conjunto, si finalmente seremos romanos, parisinos o londinenses, si cosecharemos éxitos y nos desarrollaremos como personas.
Si lo conseguimos…
Si sale bien, la ciudad permite que sus habitantes se sientan «más grandes».«La ciudad me hace crecer». Ese crecimiento percibido es, naturalmente, una cuestión muy personal, distinta de un individuo a otro. No se limita meramente al dinero y al éxito. Hay quien consideraría como un gran éxito un logro aparentemente menor, como «formar parte de la escena musical londinense» o conseguir finalmente «organizar exposiciones» en Berlín.
Todo ello se pone de relieve en el sentimiento de superioridad que mostraron los habitantes de grandes metrópolis a quienes encuestamos: se sentían privilegiados, mejor informados acerca de tendencias, actividades o modas que los habitantes de localidades más pequeñas, y orgullosos de la posición que han alcanzado. El mero hecho de haber llegado a una gran ciudad (o incluso de nacer en ella) es motivo suficiente para sentirse mejor y más importante.

Con una aceptación en promedio de 69 en la escala citada de 0-100, el factor de la grandeza del conjunto también está bien documentado en la encuesta representativa realizada por Internet.
> El 85 % de los urbanitas europeos consideran que su ciudad tiene una historia impresionante.
> El 84 % creen que su ciudad tiene proyección internacional.
> Para el 75 %, en su ciudad tienen lugar acontecimientos políticos, sociales y culturales de gran importancia.
> El 72 % considera un privilegio vivir en «una ciudad tan fantástica».
Resulta interesante constatar que en la encuesta representativa realizada por Internet no siempre son los ciudadanos correspondientes a cada ciudad quienes valoran con más intensidad la grandeza del conjunto de su ciudad, sino que destacan Hamburgo, Barcelona, Manchester/ Liverpool y Oporto (con valores medios de 77-78 en la escala 0-100), ciudades seguidas por París y Londres (ambas con 75)

Si no lo conseguimos…
Participar en la vida de una ciudad se pone cada vez más difícil. En ciertas urbes, como París o Londres, la grandeza de la propia ciudad se aprecia en parte como una mera imagen congelada que sirve de telón de fondo. O puede suceder que, sencillamente, no sea posible ya asumir los precios de la vivienda en los barrios del centro, ya que son elevadísimos, que salir por la noche a locales de moda cueste una fortuna y que, como consecuencia, surja la sensación de no ser más que espectadores, convidados de piedra.
Si no es posible participar de la grandeza del conjunto, el sueño de la ciudad adopta el aspecto de una luz lejana, que perseguimos con ahínco pero no logramos alcanzar. Una parte de las personas encuestadas afirmó sentir cansancio y desánimo como fruto de esa lucha constante

Los precios de la vivienda y el coste de la vida, que han aumentado drásticamente en las grandes ciudades, figuran como el mayor factor negativo desde la perspectiva cuantificadora.
> El 44 % se muestran de acuerdo con que la vida en su ciudad se ha vuelto extremadamente cara.
> El 39 % se quejan y protestan con fuerza porque no es posible permitirse una vivienda más grande y les gustaría disponer de más espacio.
> El 27 % de las personas encuestadas tienen además una fuerte sensación de que en la ciudad donde viven hay que ser fuertes, ya que de lo contrario el fracaso llega con rapidez.
> En París el porcentaje de personas que opinan así es de hasta el 43 %, en Londres del 38 %.

Vitalidad embriagadora.
La ciudad nunca duerme. Siempre pasa algo, en cuanto sales a la calle, te rodea el bullicio y la vitalidad de la urbe. En el fondo, lo único que hace falta es sentarse en un café o una terraza y dejar que la vida te rodee. Al vivir en una ciudad, se nos presentan ocasiones y situaciones de gran relevancia por azar, en el momento más inesperado. Acababa de instalarme en casa cuando un joven de color trabó conversación conmigo en la estación de metro de Müllerstraße. «Y ahora estamos casados».
Los estímulos y las ofertas constantes nos animan a mantenernos activos, a participar en la vida, a aprovechar las oportunidades que presenta la ciudad y dejarnos inspirar por ellas. Los encuentros y sucesos que vivimos por casualidad aportan chispa e interés a la vida. La ciudad nos atrapa y nos absorbe con su embriagadora vitalidad, siempre presente. «Everything can happen».
El reto.
El reto consiste en convivir con esta sensación de ebriedad cotidiana sin dejar que nos distraiga demasiado, sin perder nuestro camino y objetivos de vista. Para ello, los habitantes de las grandes urbes requieren energía y una actitud abierta, para enfrentarse al torbellino de la ciudad, pero también disciplina, para evitar que este les atrape más de la cuenta.
Si lo conseguimos…
Los urbanitas encuentran este bullicio muy divertido, ya que siempre está en movimiento y transmite sensación de vitalidad. Así resulta muy infrecuente que aparezca el aburrimiento. Todo lo contrario, el movimiento constante nos da la sensación de que podemos avanzar todavía más con nuestras vidas. En el mejor de los casos, el urbanita logra hacer suya esa vitalidad para detectar y aprovechar las oportunidades que se le ofrecen. Naturalmente, en este sentido también conviene contar con un poquito de suerte.

Precisamente la vitalidad y el dinamismo son factores importantes para la sensación de energía y la alegría en la ciudad. El valor medio se sitúa en 68 dentro de la escala de 0-100. Es decir, se trata de un valor bastante positivo.

> El 79 % de los europeos, por ejemplo, valoran de una ciudad que presente una gran cantidad de ofertas y posibilidades donde se pueda participar de forma activa. 

> Para el 72 %, el bullicio, la energía y el dinamismo de su ciudad les dan sensación de vitalidad.Una cifra similar afirma que su ciudad les encanta y les atrapa porque «nunca duerme» y siempre pasa algo.
> El 78 % también valoran en relación con este tema la flexibilidad que caracteriza a su ciudad; es decir, que la urbe les permita hacer lo que les guste y apetezca.
> Al 72 % les gustaría tener más tiempo para disfrutar de todas las posibilidades que se les ofrece, ya que en la ciudad pasan muchas cosas.

Si no lo conseguimos…

Sin embargo, quien se deja envolver demasiado por la ciudad, corre el riesgo de quedar atrapado por su ebriedad. Si alguien quiere participar en todo, termina por entrar en un círculo vicioso, siempre pensando en la siguiente ocasión, en el próximo evento, en busca de cambios y variedad constantes, queriendo aprovechar todas las oportunidades, avanzando siempre pero sin llegar a ninguna meta.
La consecuencia puede ser perder la orientación. Perderse, caer en las drogas o darse a los excesos son también, a fin de cuentas, fenómenos característicos de todas las grandes ciudades.«El riesgo estriba en perderse entre tantos estímulos y no conseguir una perspectiva clara».

 

La otra cara de ese exceso de variedad, de la sobreexposición a distintos estímulos y la pérdida de la orientación solamente fue señalada por un número relativamente bajo de participantes en la encuesta realizada por Internet.
> Tan solo el 13 % se mostraron totalmente de acuerdo con que su ciudad ofrece tal cantidad de distracciones que se corre el riesgo de dispersarse y perder de vista los auténticos objetivos personales.
> Al 19 % le parece que la vida en su ciudad es demasiado estresante, ajetreada o complicada.

 

Variedad y contrastes.
En las metrópolis modernas encontramos contrastes extremos en proximidades inmediatas, conformando una interesante variedad. Lujo y decadencia, riqueza y pobreza, diversos estilos y proyectos de vida, distintas culturas, nacionalidades, tipos de personas, personalidades, escenas musicales, etc. También todos los ingredientes de la historia se combinan en un reducido espacio, reuniéndose la herencia creada y conservada a lo largo de milenios (como sucede en Roma) y las distintas épocas, bajo los distintos gobernantes, como los edificios de siglos anteriores. Todos conocemos esas fotografías donde se alinean las edificaciones históricas reflejadas sobre los cristales de los rascacielos. Cada barrio y cada zona de la ciudad tienen su propio carácter, su propia personalidad, conformando un escaparate de la enorme variedad de la humanidad. Esto nos brinda la oportunidad de sumergirnos en el mundo de distintos grupos sociales según nos apetezca. Podemos «ir a ver cómo viven los ricos» en el barrio londinense de Chelsea o, sin salir de la misma ciudad, aspirar los aromas del Oriente en Brick Lane.
El reto.
No resulta nada sencillo compaginar toda esta variedad, ni personalmente ni en el plano colectivo, como tampoco es tarea fácil convivir y aguantar las diferencias en la vida cotidiana. La propia visión del mundo se ve cuestionada constantemente. Los urbanitas necesitan apertura de miras y tolerancia, así como flexibilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Si lo conseguimos…
Al convivir y encontrarse con estos contrastes, los habitantes de una gran ciudad pueden disfrutar de grandes ventajas para su desarrollo personal. Las personas encuestadas explicaron que la gran diversidad de personas y contrastes intensifica sus vivencias y experiencias. Gracias a los contrastes, el efecto y la impresión que causan las cosas se amplifica: los edificios antiguos parecen aún más viejos cuando hay nuevas construcciones a su lado.
También tenemos la posibilidad de aprender de otras culturas, que nos obligan a adaptarnos y no vivir siempre anquilosados en un mismo esquema. Las respuestas cosechadas durante la encuesta revelaron la alegría que producen las amistades y parejas interculturales.«Cuanto más diferentes son las personas, más se puede aprender».
Todo el mundo puede expresar su verdadera personalidad, hacer lo que quiera sin sentirse juzgado. El corsé que mantiene prisioneros nuestros actos y comportamientos, que a veces se hace sentir en el mundo rural, no existe en la ciudad. Cada uno es libre de expresarse exactamente como quiera, por raro que sea. Para muchas personas, ese fue el motivo de mudarse a una metrópolis desde el mundo rural.
«En Stuttgart nunca me sentía del todo a gusto. En Berlín he encontrado personas con quienes comparto muchas cosas y por fin siento que se me acepta»

La variedad y los contrastes son un importante factor para la alegría de vivir en un entorno urbano, y así lo confirmaron las personas encuestadas, que manifestaron estar de acuerdo con tal premisa. El promedio de respuestas positivas alcanzó el 71 en la escala 0-100.
> El 84 % considera que su ciudad está llena de contrastes.
> El 81 % valora la variedad de escenas y subculturas alternativas.
> Al 79 % le resulta muy interesante que su ciudad reúna estilos de vida, entornos y personajes tremendamente distintos. Una cifra similar piensa que en una gran ciudad es posible expresar y vivir la personalidad y preferencias individuales sin problemas.
> El 78 % cree que a través de las distintas culturas y personas siempre se aprende algo nuevo.En la comparativa entre ciudades europeas, destacan Oporto, Barcelona, Hamburgo y
Manchester/Liverpool, que consiguen un nivel casi óptimo de variedad y contrastes (valores medios entre 78-81), mientras que Bruselas o Marsella logran una puntuación peor por sus contrastes demasiado acusados. Puntuaciones también más bajas son las de Salzburgo/Innsbruck (valores medios entre 59-61), que carecen de la variedad que ofrece una auténtica gran ciudad.

Si no lo conseguimos…

Reunir muchas culturas y opiniones en contraste dentro de un espacio limitado puede generar cierta sensación de extranjerización excesiva, lo que puede acarrear conflictos. No siempre es fácil comprender y aceptar al vecino extranjero.
Por este motivo, la convivencia pacífica entre los distintos extremos puede transformarse con facilidad en confrontación. Los conflictos de intereses se convierten en pruebas de nervios y desembocan en enfrentamientos o intolerancia.
La patria chica.
Aunque esto puede parecer algo raro, la ciudad también atesora ciertas cualidades típicas de una pequeña localidad, que resultan imprescindibles para sus habitantes. Los barrios, distritos, colonias y vecindarios funcionan como una especie de cajones, cada habitante de una ciudad tiene un hueco en el suyo. Sirven de refugio y ofrecen confianza, son un punto de apoyo. Al decidirnos por un barrio u otro, también elegimos un estilo de vida y una identidad. El entorno que nos resulta más familiar, los bares y cafeterías que frecuentamos, las personas a quienes conocemos y saludamos por la calle, los quioscos y las tiendas a los que siempre podemos acudir nos brindan una sensación de bienestar, porque sabemos que tenemos cerca lo que necesitamos, sea la hora que sea. La ciudad cuida de sus niños como una madre cariñosa.Incluso la propia vivienda, la familia o un círculo de buenos amigos pueden servir como marco de seguridad, nuestro nido, donde sentirnos seguros y refugiarnos al abrigo del bullicio.
El reto.
Precisamente los recién llegados a una ciudad son quienes más dificultades se encuentran para labrarse su espacio personal en la urbe. Muchas personas citan el miedo inicial de encontrarse en una mole de hormigón y cristal sin conexiones ni apoyos, la sensación de soledad y el malestar que provoca. ¿Cómo podemos familiarizarnos con los vecinos, con quién podemos trabar amistad, cómo podemos buscar lugares acogedores para nosotros? ¿En quiénes se puede confiar, quiénes buscan solamente aprovecharse de nosotros? ¿Qué rutinas podemos establecer y cómo nos integraremos con las personas y el entorno?Para responder a todas estas preguntas, los habitantes de la ciudad necesitan paciencia, confianza en sí mismos e interés por las personas que les rodean, para saber distinguir entre el grano y la paja y entablar relación con los socios, conocidos o amigos más apropiados.
Si lo conseguimos…
Si conseguimos crear nuestra patria chica en la ciudad, nuestra sensación de bienestar crecerá notablemente. El espacio pequeño y abarcable que ocupa una patria chica hace que la vida sea más segura y agradable. La mayoría de las personas preguntadas en las entrevistas tenían una buena red de amistades y contactos. La patria chica sirve para ahuyentar la soledad cuando vivimos en 11 una megalópolis. A través de sus características y personalidad determinadas, cada barrio ofrece posibilidades de convertirse en la patria de grupos de personas concretos y también de tendencias personales. Por ejemplo, vivir en el barrio berlinés de Prenzlauer Berg conlleva cierto estilo moderno y un aire burgués más tradicional y clásico, opuesto al del vecino barrio de Friedrichshain, donde predomina el ambiente estudiantil y alternativo.

«Aquí es posible encontrar tu patria chica».

 

La posibilidad de encontrar una patria chica es importante de cara a que se desarrolle la alegría de vivir y la satisfacción en la ciudad. Para conseguir la sensación de pertenencia, de sentirse «como en casa», en primera línea se sitúan la propia vivienda y el barrio:
> El 77 % afirma que su vivienda les da sensación de seguridad, confianza y protección.
> Al 76 % le parece que la vida en su barriada o distrito es tranquila y humana, sin complicaciones, confortable.
> El 81 % dice encontrar allí todo lo que necesita para vivir.
> El 70 % afirman que se sienten en su ciudad como en casa, ya que allí viven también amigos y personas cercanas.
Sin embargo, es menos frecuente que exista una auténtica comunicación o relaciones de ayuda entre vecinos.
> Tan solo el 51 % se ayuda en su vecindario, al menos ocasionalmente.En relación con el concepto de patria chica, entre las distintas ciudades se detectan grandes diferencias. Las más destacadas son Colonia/Düsseldorf, Oporto y Málaga/Sevilla con valores medios que oscilan entre 73 y 75 (escala 0-100). Las cifras son peores en otras, sobre todo en Marsella, Londres y Roma, que presentan carencias con valores situados entre 58 y 60.

 

Si no lo conseguimos…
Si una persona no consigue encontrar su patria chica en la ciudad, pequeña y abarcable, corre el riesgo de sufrir de soledad y alienación.
Por el contrario, quien se encierre excesivamente en su propio barrio y las rutinas de siempre, se encasillará y no avanzará en absoluto, permaneciendo siempre igual. Los mismos bares, las mismas caras, la misma vendedora del mercado, el mismo supermercado, los mismos paseos: si exageramos en este punto, nos dominará el estancamiento y no nos desarrollaremos.

 

En el plano cuantitativo es donde mejor queda reflejada la carencia de esa sensación de hogar, de pertenencia a un lugar.
> El 27 % se queja amargamente sobre la sensación de anonimato, el egoísmo, la frialdad y la soledad.
> Para el 25 % no existe suficiente sensación de comunidad, solidaridad y unión.

Reinvención constante.
Las metrópolis, al igual que sus habitantes, deben reinventarse de forma continua para proseguir con su desarrollo y seguir vivas. Los barrios cambian constantemente de carácter, crecen y se transforman. Los habitantes cambian de rostro, se mudan y modifican sus objetivos. El futuro, el presente y el pasado de la ciudad conviven apiñados y están ligados entre sí de forma inseparable.
Lo viejo y anticuado acaba por caducar y debe dejar espacio a las novedades, se demuelen edificios para construir otros nuevos, cierran locales viejos y abren otros novedosos. Los barrios se desarrollan, se ponen de moda y luego pierden su encanto como consecuencia de la gentrificación, como sucede en el distrito berlinés de Kreuzberg. Se renuncia a un empleo para empezar en otro nuevo, se cambia de estilo de vida y mudan las perspectivas.
El reto.
Las situaciones y los lugares se transforman sin cesar. No hay nada en una ciudad que permanezca inalterable; ante los retos que plantea el día a día hay que ofrecer respuestas creativas. Los urbanitas se ven en la obligación de estar en constante movimiento y reinventarse según las circunstancias para adaptarse al panorama. Eso requiere innovación, creatividad y capacidad para cambiar la mentalidad rápidamente.
Si lo conseguimos…
Para un urbanita flexible y creativo, la ciudad es una fuente de inspiración y enriquecimiento permanente. Un lugar donde es posible poner en práctica ideas frescas. Las transformaciones aportan nuevas energías y alegría. Las ciudades que son capaces de transformarse velozmente y amoldarse al espíritu de cada época se convierten en puntos de referencia de las tendencias globales, la innovación y el progreso.

 

El factor reinvención constante también logra un buen resultado, con una aceptación media de 69 en la escala de 0-100.
> El 82 % afirma que en su ciudad siempre tiene la oportunidad de descubrir algo nuevo.
> Para el 79 %, su ciudad ofrece un montón de novedades, como bares, discotecas, museos, edificios y arquitectura moderna.
> Al 76 % le encanta la atmósfera creativa y dinámica de su ciudad.
> Al 71 % le parece fascinante que su ciudad esté siempre en constante transformación.
> El 65 % opina también que ellos mismos son capaces de redescubrirse y reinventarse permanentemente.
Como ciudad más destacada se alza de nuevo Oporto, junto a Barcelona y Hamburgo, con valores de aceptación que oscilan entre 81 y 78 en la escala 0-100

 

Si no lo conseguimos…
Esa reinvención constante también puede trastocarse en una falta de continuidad y sensación de alienación. Quien fija la mirada solamente en el futuro, pierde sus raíces, está siempre buscando avanzar pero nunca llega a ningún lado. Quien pierde de vista la importancia del pasado y las tradiciones, acaba por cometer siempre los mismos errores (con nuevas variaciones).
En el otro extremo, la alegría de vivir en una ciudad se pierde si no hay movimiento suficiente, desarrollo y espacio para nuevas ideas. Allí donde predomina la historia y está ausente la voluntad de innovar, no hay futuro. En ciertas ciudades europeas se nota cierto «acartonamiento» (por ejemplo, en Roma y París).

 

La sensación de que el desarrollo y la voluntad de innovar son insuficientes es refrendada por pocas personas:
> Para el 15 % de los urbanitas europeos, existe un notable estancamiento y tienen la sensación de que nada avanza.
> En Roma, Salzburgo/Innsbruck, Bruselas y Marsella esta opinión es ratificada sin embargo por el doble de personas (27 %-29 %), que expresan su total acuerdo. Esta cifra incluso alcanza el 44 % en Nápoles.

Infraestructuras completas.

Este factor determinante de la alegría de vivir afecta a todas las infraestructuras creadas en la ciudad con el correr de los siglos y los milenios. Idealmente, una ciudad debe disponer de unas infraestructuras completas y eficaces, que sirvan de sustento a la grandeza del conjunto y permitan que funcione: una red de transportes amplia y bien desarrollada (metro, autobuses, tranvías, etc.), universidades e instituciones educativas de renombre, un buen servicio de asistencia sanitaria, hospitales, centros especializados, establecimientos comerciales que vayan desde los grandes almacenes hasta las pequeñas tiendas especializadas, bibliotecas, asociaciones, agrupaciones con todo tipo de finalidades y mentalidades, sedes de gobierno, tribunales e instituciones políticas, pero también parques, plazas e instalaciones deportivas. En el mejor de los casos, una gran ciudad debe ofrecer un amplio abanico que abarque desde la oferta dirigida al gran público hasta posibilidades para pequeños nichos concretos.
El reto.
Dado que las infraestructuras conforman un enorme constructo desarrollado a lo largo de siglos, cada ciudad tiene un carácter propio y único. En este caso, el desafío estriba en adaptarse a las estructuras existentes y encontrar un lugar propio en la jungla urbana. El habitante de la urbe tiene que aprender a superar los obstáculos del sistema (tiempos de espera, desvíos, atascos, horarios de atención al público, autoridades, normas, restricciones…), encontrar soluciones flexibles, tejer redes y diseñar planes que le ayuden a dominar los retos que le plantean las infraestructuras urbanas. No obstante, también debe conocer a qué servicio debe acudir en cada caso y cuál es el interlocutor adecuado para las distintas necesidades.
Si lo conseguimos…
Si logramos adaptarnos a una ciudad, esta se vuelve manejable, abarcable y dominable. Un urbanita que consiga «someter» a su ciudad conseguirá como contrapartida disfrutar de una gran cantidad de servicios, facilidades y ofertas que le permitirán y animarán a avanzar y desarrollarse. Tendrá acceso a los mejores médicos, a las universidades más prestigiosas y a asociaciones de ayuda, sabrá progresar con velocidad y aprovechar las mejores oportunidades de educación e información, así como los contactos.
Si no lo conseguimos…
No obstante, actualmente la mayoría de las grandes ciudades ya no disponen de infraestructuras realmente intactas. Nos encontramos con carencias y excesos; el sistema arterial de la ciudad está atascado como sucede en el metro de Roma (que solamente cuenta con dos líneas) o los RER de París, servicios que se convierten en un cuello de botella, por donde deben transitar muchísimas personas en espacios de tiempo muy reducidos. Esto se traduce en atascos, colapsos y caos. El progreso se ralentiza hasta paralizarse. La gran ciudad también adolece por los largos procesos burocráticos, las consultas médicas desbordadas y la falta de medios financieros para mantener las infraestructuras intactas o ampliarlas. Cuando no hay alternativas para encontrar soluciones individuales, se generan frustración, cansancio y agresividad.

 

En comparación con otros factores, la satisfacción con las infraestructuras está bastante menos marcada; arroja una modesta cifra de 54 puntos en la escala 0-100.
Los habitantes de las ciudades se muestran especialmente descontentos con la oferta de plazas de aparcamiento.
> En el centro de la ciudad, para el 74 % la oferta se sitúa entre «mediocre» y «mala».
> En su propio barrio, para el 54 % la oferta es entre «mediocre» y «mala».
> El 36 % considera que la red viaria es de un nivel entre «intermedio» y «malo».
En muchas ciudades también cabría mejorar la oferta de parques y espacios verdes, así como de plazas públicas:
> El 29 % y el 24 % consideran respectivamente que el nivel de esta oferta es «intermedio» o «malo».
> Para el 24 %, el sistema de transporte público de cercanías tiene un nivel entre «intermedio» y «malo».
Por contra, las personas participantes en el estudio se mostraron más contentas con la oferta de cultura clásica.
> Para el 61 % es «muy buena» o «excelente».
> Las universidades e instituciones educativas también son calificadas por un 61 % con un nivel que oscila entre «muy bueno» o «excelente».
> La vida nocturna es calificada por el 59 % como «muy buena» o «excelente».
> Los grandes acontecimientos, eventos y festejos fueron calificados por el 52 % como de nivel «muy bueno» o «excelente».
> La escena cultural alternativa fue calificada por el 51 % como «muy buena» o «excelente».
En relación con las infraestructuras, entre las distintas ciudades se detectan grandes diferencias.
Destacan especialmente las buenas puntuaciones cosechadas por las ciudades de Gran Bretaña (valores medios de 60-67 en la escala 0-100). Dejando aparte la oferta de aparcamientos y la red viaria, las ciudades del Reino Unido consiguen valores máximos en comparación con otras dentro de este apartado. Al mismo nivel que las ciudades británicas solamente llegan Múnich y Zúrich (valores medios de 60-63).
En cuanto a las ciudades que aparecen como más problemáticas en relación con las infraestructuras, sobresalen Nápoles, Roma y Marsella (con valores medios de 38-41), seguidas por Valencia, Málaga/Sevilla y Lisboa (valores medios de 46-49). No obstante, muchos de sus habitantes no se dejan desmoralizar por ello. Por ejemplo, en Roma, Valencia, Málaga/Sevilla y Lisboa el Urban Joy Index supera los 70 puntos a pesar de la crisis y los problemas de las infraestructuras, así que siguen gozando de una notable alegría de vivir.

 

Imágenes de las ciudades.
Advertencia preliminar.
Los seis factores psicológicos identificados como determinantes para la alegría de vivir en un entorno urbano están presentes en todas las ciudades investigadas en el estudio, si bien con distintas formas y manifestaciones. Ninguna de las grandes urbes incluidas en el estudio carece de uno o más de estos factores.
A pesar de todo, en la manifestación de las distintas imágenes de las diferentes ciudades se detecta una disparidad en el baremo de los factores psicológicos, que condiciona el encanto y el carácter de cada ciudad.
A continuación, trazaremos un breve esbozo de los rasgos del carácter que definen a cinco ciudades: Berlín, Roma, París, Madrid y Londres. Se trata de tendencias, no de afirmaciones de validez general. Esta calificación no pretende ser exhaustiva, dado que la brevedad de esta presentación no permite reflejar la riqueza en distintas facetas de cada ciudad en particular.

Berlín.
Entre la constante reinvención y el estancamiento fruto de la pasividad.
Berlín aparece especialmente marcada por su vitalidad embriagadora y por la atracción de su constante reinvención. Presenta una marcada cultura de barrios, cada uno con un carácter muy particular y ofertas muy distintas. Dentro de los distintos distritos, las personas de los más diversos subgrupos se integran y sienten a gusto de inmediato, además de encontrar grandes espacios libres. Además, los berlineses tienen la sensación de que no paran de surgir nuevos barrios, mientras que otros pierden su atractivo debido a la gentrificación. En Berlín siempre hay algo nuevo que probar y experimentar gracias a su extraordinaria y embriagadora vitalidad, sin que por ello sea necesario dar por finalizado otro asunto. Berlín atrae a nuevos habitantes sin cesar. A menudo resulta difícil distinguir entre los turistas y las personas que pretenden quedarse a residir en la ciudad.
«A menudo suelo salir de casa sin rumbo fijo, o simplemente cuando estoy en la calle sin nada que hacer en concreto, entonces me lanzo a las oportunidades que me encuentro».
Gracias a ello, Berlín también puede ofrecer a cada uno de sus habitantes una sensación de patria chica y una atmósfera de bienestar. Como si fuese una madraza, Berlín arropa a todos sus hijos y suple todas sus necesidades. Esto sucede, entre otros ingredientes, gracias a la existencia de numerosos locales y comercios que jamás cierran sus puertas, a la presencia de un entorno integrador y a una red pública de transportes (metro y tren ligero urbano) muy completa y eficaz.
«No hay ninguna otra ciudad que esté tan bien construida como Berlín».
«Aquí no hay forma de sentirse en soledad. La gente se saluda por la calle y en el mercado de productos biológicos».
Alegría de vivir: ejemplos.
Los momentos de felicidad berlineses suelen hundir sus raíces en la libertad, la espontaneidad y la variedad de las posibilidades que ofrece la ciudad. También es importante que todo el mundo tenga la sensación de haber encontrado su lugar en el mundo o al menos tener la posibilidad de encontrarlo.
«Berlín es una ciudad pobre, pero genial: aquí se pueden hacer un montón de cosas aunque no tengas mucho dinero. En otras ciudades hace falta dinero, pero aquí puedes disfrutar tranquilamente».
«¿Momentos de felicidad en Berlín? Pues sentarte en el tejado con unos amigos y mirar la puesta de sol».
«Berlín ofrece un montón de pequeños detalles. Aquí es posible encontrar tu patria chica».
«Berlín tiene aroma de gran ciudad, ¡desde luego! ¡En esta ciudad se puede hacer DE TODO,SIEMPRE!»

 

Barreras y aspectos negativos.
Quien no tenga una buena dosis de voluntad para crecer y desarrollarse, y una disciplina fuerte, puede acabar desorientado o recluirse en su barrio sin salir nunca de él. Mucha gente acude precisamente a Berlín porque busca esa espontaneidad, esa especie de embriaguez. La ciudad te puede «adormecer» con una sensación como si no pasase el tiempo, pero que también anula la motivación de perseguir tus propias metas.
«No paras de ver gente hecha polvo, que ha perdido las riendas de su vida».Tampoco puede ser todo fiesta. Hay que pensar en que encontrar un trabajo a veces es muy difícil».

Roma.
Entre la grandeza eterna y el riesgo de dormirse en los laureles.
El carácter especial de Roma hunde sus raíces en la impresionante y chocante convivencia entre los restos de un pasado glorioso (como si fuese un auténtico museo al aire libre) y el arte de vivere italiano, combinados en toda la grandeza del conjunto. Esta ciudad nos transmite la impresión de que las cosas importantes son eternas y que llegar a la capital italiana es, de por sí, un momento álgido del desarrollo personal.
«Contemplar Roma y morir», así reza un famoso dicho, ya que esta ciudad parece reunir todas las obras que puedan haber surgido como fruto de la creatividad humana.
Debido al imponente panorama urbano, los romanos se muestran orgullosos y respetuosos, como si ellos mismos hubiesen erigido el Coliseo o hubiesen hollado la Arena aclamados como gladiadores victoriosos.
«Mires donde mires, en Roma siempre te encuentras con restos de la Antigüedad. La ciudad te da la sensación de haberse hecho su propio hueco en la historia».
Con estas premisas, resulta particularmente complicado oponer algo propio que tenga relevancia ante tanta grandeza conservada desde tiempos remotos.

Alegría de vivir: ejemplos.
En Roma, la alegría de vivir se muestra con un respeto casi religioso, provocado por las «maravillas de la ciudad», que nos topamos ante los ojos día a día. No obstante, esta ciudad
también engatusa a sus habitantes con las amenidades de la vida cotidiana: precios asequibles, gentes simpáticas y buena comida.
«El arte que se respira aquí me parece algo fantástico. Hay palazzi (edificios) que parecen museos, sobre todo en la zona donde yo trabajo» «Roma es maravillosa y tiene la mejor gastronomía y el mejor clima de Italia».
«Mi rincón favorito de Roma es la Piazza di Spagna. Me recuerda a ‘La Dolce Vita’ de Fellini, aunque de aquellos tiempos, por desgracia, poco queda hoy».
Barreras y aspectos negativos.
La necesidad de reinventarse constantemente está aquí amenazada, resulta complejo imponer ideas modernas, no se fomenta la innovación y cada uno piensa en su propio bienestar solamente.
Parece que la gente se duerme con demasiada frecuencia sobre los laureles de épocas pasadas y no posee la capacidad de crear nuevos logros.
También en cuestión de infraestructuras destaca como la peor de todas las ciudades estudiadas.La ampliación del sistema de metro marcha a paso de tortuga desde hace décadas, con una lentitud exasperante, dado que los hallazgos de restos arqueológicos interrumpen las obras una y otra vez.Literalmente, lo antiguo se interpone en el camino de la modernidad.Las calles están saturadas de automóviles y en hora punta, los autobuses apenas pueden moverse para conectar las paradas con sus destinos. Apenas hay carriles bici y las bicicletas son objeto de frecuentes hurtos.Esto se refleja también en el humor de los romanos, que a la vista de la actual situación económica y de la decadencia de la sociedad parecen entre abatidos y furiosos. ¿Es posible acaso que la Ciudad Eterna no perdure en su gloria? Roma todavía brilla con luz propia, ¿pero durante cuánto tiempo tendrá todavía fuerza el pasado para deslumbrar al presente?«Algunos amigos míos han puesto en marcha un proyecto para explicar la historia del Imperio Romano en las escuelas como gladiadores. El Ministro de Educación, sin embargo, no los ha apoyado porque no tenía posibilidad de ganar nada con ello».«Roma no aprovecha sus posibilidades, con lo cual me siento furioso, pero también resignado».«Roma podría ser una joya, pero en realidad está hecha un colador de tanto agujero. Nosotros mismos nos hacemos polvo».

París.
Entre la luz del romanticismo y los excesos pretenciosos.
A París le sucede algo similar a lo que pasa en Roma: la ciudad destaca por su combinación única de romanticismo, relevancia histórica (la grandeza del conjunto) y la variedad de contrastes. París sorprende, estimula y embelesa. Es una ciudad increíblemente bonita. Aquí la fortuna nos espera al doblar cualquier esquina; en todas partes podríamos toparnos con famosos y dioses de la moda compartiendo nuestra acera. Toda fiesta o cóctel es un lugar ideal para encuentros decisivos.«En París, cualquier cosa es posible. Te puedes encontrar famosos en todas partes». «Todo lo que veo por la tele sucede siempre en París. Es el lugar donde tienes que estar».«París es la ciudad donde nacen las tendencias».
Todo esto tiene que ver con el grandioso encanto histórico de la urbe, con sus luces nocturnas y con el esplendor de sus edificios, que relucen con el brillo de la historia.
La ciudad conforma un panorama fascinante, que aúna grandeza urbana y esperanzas humanas.«A veces tengo la sensación de vivir en una postal».
Alegría de vivir: ejemplos.
La alegría de vivir en París está fuertemente relacionada con la grandeza del conjunto y la variedad de los contrastes. La alegría y la felicidad suelen darse con más frecuencia al caer la tarde o directamente por la noche; es entonces cuando París enciende las luces y brilla el romanticismo, cuando se despliega su encanto tan especial. Asimismo, se trata de una alegría de vivir basada frecuentemente en el hedonismo: como por ejemplo, lucir un bolso de una marca exclusiva, vestir ropas caras o llevar un estilo de vida burgués. Esos son los detalles que causan orgullo y que, naturalmente, se sacan a pasear en público.«Cuando vuelvo a casa por la noche en taxi y cruzo la plaza de la Concordia bajo la lluvia, la imagen
es de lo más bonito que te puedas imaginar. En ese momento, adoro París».«Cuando te puedes comprar tu primer bolso de Louis-Vuitton, es que te has hecho un buen hueco
en París».
Barreras y aspectos negativos.
Sin embargo, la investigación revela que los parisinos encuestados están más bien alejados de estos sueños de grandezas y que trabajan denodadamente por integrarse en él, pero sin conseguirlo nunca. La grandeza del panorama parisino provoca que exista una fuerte presión, que se exija perfección y resultados. Bajo dicha presión sufren los habitantes de la ciudad, en quienes produce frustración, estrés, cansancio y soledad. Si alguien no es capaz de seguir el ritmo, se queda en fuera de juego, al margen.
Los prohibitivos precios de la vivienda y el elevado coste de la vida, así como la saturación de la red de tráfico hacen de París una ciudad inaccesible, dura y egoísta.
«Si conociese a alguien de fuera que se muda a París, no le diría que aquí es todo una fiesta. París es una ciudad difícil, es cara, dura y fría».
«Al principio pensaba: están todos locos, ¿Por qué van siempre corriendo? Ahora yo hago lo mismo».
«Pertenecer a esta ciudad tan grande es todo un halago, da gusto… pero poco a poco, esa magia se desvanece. Al principio era todo una maravilla, pero paulatinamente el cansancio va ganando la partida».
«Si no te adaptas al ritmo, te quedas excluido al margen de todo».20
«El problema de París son los parisinos: incluso los turistas se quedan desilusionados ante la dureza y la falta de amabilidad cuando los reciben».

 

Madrid.
Entre la vitalidad más activa y la búsqueda de la identidad.
Madrid se distingue particularmente por el empuje de su vitalidad embriagadora y la variedad de contrastes. No es una ciudad anclada en ningún estilo de vida ni estilo arquitectónico específico,sino que varía y cambia constantemente entre las incontables posibilidades multiculturales de la vida. Cada barrio se manifiesta con una personalidad especial y un carácter propio. Además, todo está en movimiento, en plena transformación, todo urge.
Madrid se parece a una función de teatro, donde las magníficas plazas, la Gran Vía y los teatros sirven de escenario para que los actores entren en acción.
La grandeza del conjunto también tiene sus manifestaciones; entre ellas nos topamos con un frecuente recurso a los superlativos: en Madrid estarían los «mejores reposteros artesanos especialistas en chocolate del mundo» o nos encontraremos «el bocadillo de calamares original, típico madrileño» y también «el mejor restaurante de España». Eso sí, con la misma facilidad, estos establecimientos y productos tan exclusivos cambian de dueño, de emplazamiento o de idea de negocio. Allí donde estaba situado el único bar de hielo del sur de Europa con su oferta de cócteles, al día siguiente nos podríamos encontrar una administración de lotería.Esta característica también convierte a Madrid en una ciudad muy espontánea y despreocupada.Aquí no hay nada que sea eterno, aquí se puede vivir el momento y disfrutarlo y apurarlo al detalle.
«Vivir en Madrid es como enfrentarte a un lienzo en blanco, listo para que lo pintes. Cada día es distinto, lleno de sorpresas, puede pasar cualquier cosa».
«Es muy normal que te encuentres a un equipo de rodaje filmando. La gente ya ni reacciona al verlo».
«Es como una heladería Häagen-Dazs: primero piensas que es como todos los demás helados y te desilusionas, pero luego descubres que tiene algo especial y vuelves a cambiar de opinión».
Alegría de vivir: ejemplos.
En la capital española, la alegría de vivir surge a menudo en el colectivo, como en la movida, y es que la gente se mantiene en movimiento constante. Se vive al momento, más tarde ya veremos qué sucede.
«Lo que más me gusta de Madrid es que todo surge de forma muy espontánea. Aquí todo es sencillo, las cosas pasan, sin más. Todos son amigos, incluso aunque todavía no se conozcan».«Para mí un gran momento fue la carrera de San Silvestre, donde participé corriendo. El sentimiento de comunidad de esos miles de personas, con niños, ancianos y mamás con sus bebés, eso es Madrid».«El rasgo especial de la vida en Madrid es que todo está en movimiento perpetuo; siempre existe la posibilidad de modificar los planes, de salir de casa e improvisar».

Barreras y aspectos negativos.
Debido al constante movimiento, resulta difícil encontrar la estabilidad. Especialmente la generación más joven de las personas encuestadas se queja del desempleo, de la crisis y de la ausencia de perspectivas de futuro. El avance del desarrollo está en peligro y son muchos los madrileños que se plantean emigrar.

Londres.
La ciudad de los contrastes: entre superlativos y detalles pasados de moda.
Londres se caracteriza por ser una metrópolis con una enorme variedad de contrastes, un colosal crisol de culturas (parte de la grandeza del conjunto) donde se mezclan una cantidad de modas, influjos y estéticas inimaginable. En pocos sitios más del mundo cohabita un número tan grande de nacionalidades distintas como aquí. La historia choca con las tendencias y modas más novedosas, el clasicismo old-fashioned con la innovación, los aires británicos con el cosmopolitismo, la riqueza con la pobreza, el rock’n’roll con el brit-pop, el capitalismo con nuevas ideas. Entre las almenas de la Torre de Londres se vislumbra erguido e imponente el rascacielos Shard, el movimiento Occupy acampa a las puertas de la catedral de San Pablo, los conductores de los lujosos 4×4 Chelsea Tractor de clase alta de West London se mezclan con la bohemia del East London, que a su vez no vive para trabajar, sino que trabaja para vivir.
Londres es una metrópolis, una gran aventura, un riesgo, una gran oportunidad: de todo un poco.«Londres es un crisol de culturas, es difícil de definir y es complicado compararla con otras ciudades».
«Londres reúne el mundo entero en una ciudad, es la nueva Roma».«Aunque todos hablen en inglés, suena como si oyeses un montón de idiomas diferentes».«Es como una fiesta enorme, donde están todas las personas que conoces».
Alegría de vivir: ejemplos.
El lema de esta ciudad es Work hard, play hard. Si eres una persona fuerte y te lo puedes permitir, Londres te mimará con un sinfín de posibilidades para inspirarte.«Me encanta el ambiente internacional londinense: las nacionalidades, la escena musical, los festivales, la variedad gastronómica. Cuando piensas que ya lo has visto todo, te encuentras con algo nuevo a la vuelta de la esquina».«¡La ciudad que siempre tiene algo nuevo que ofrecerte!»«Un momento bonito es por la mañana bien temprano, cuando sales de una discoteca y te vas andando a casa mientras sale el sol».«Lo mejor de Londres son las fiestas tipo verbena a la orilla del río, con los remeros pasando, los niños jugando en la arena, los árboles en flor, la música, los autobuses rojos y el ruido, además de lo bonitos que son los jardines. Es un momento de inocencia pura, de disfrutar».

Barreras y aspectos negativos.
La enorme variedad y los contrastes, acompañados por las costosas y complejas condiciones de vida hacen que la vida en Londres llegue a ser verdaderamente difícil. La competencia en el mundo empresarial es feroz, la presión a la que están sometidas ciertas profesiones es gigantesca y falta sentido de comunidad y solidaridad. Para sobrevivir, los londinenses se envuelven en una coraza dura con la que afrontar el día a día. Muchos dudan de sí mismos, se aíslan en soledad y tras un breve espacio de tiempo, abandonan la ciudad. La gentrificación está en boca de todos y genera miedo.
«Si no eres lo bastante fuerte para resistir, Londres te mastica y te escupe».«En Londres se trabaja más de la cuenta y la ciudad te acaba tragando. Todo el mundo trabaja y
compite contra todo el mundo».«La gente ya solo se limita a contemplar Londres, ya no se vive la ciudad».«La City te da la bienvenida, pero también es un lugar muy frío».«Es lo mismo que pasaba con Jack el Destripador: nunca sabes qué te espera a la vuelta de la esquina. Y Londres tiene muchas esquinas».

 

Conclusión.
El estado de las infraestructuras, a menudo insatisfactorio, supone un motivo para preocuparse.Se trata de un problema que pone a prueba las ciudades y su capacidad de resistencia, literalmente. Unas infraestructuras deficientes provocan un gran descontento entre la población.Como consecuencia, la gente pierde motivación y es menos productiva de lo que podría ser. Se empieza a distanciar de la ciudad. Cuando la urbe no hace nada por sus habitantes, esas mismas personas tampoco hacen demasiado por su ciudad.
Otro punto negativo es la falta de capacidad de innovación y de orientación hacia el futuro que afecta a algunas ciudades, lo cual se refleja asimismo en las deficiencias de las infraestructuras.

Cuando la estrategia de renovación constante no funciona, disminuye el atractivo y la vitalidad de las ciudades.
No obstante, el núcleo del estudio arroja un balance muy positivo: la alegría de vivir no surge de una vida confortable, sosegada, totalmente segura y basada en el consumo. Hace falta afrontar retos, superar pruebas y obstáculos para hacer algo significativo, para sentirnos vivos. Todo un contraste con la imagen que los medios nos presentan una y otra vez de muchos ciudadanos modernos, postrados en el sofá y encerrados en casa.
También llaman la atención las grandes afinidades entre personas que habitan en regiones muy distintas de Europa. Se deja notar la influencia de la crisis. Allí donde las circunstancias de la población son difíciles por la escasez de oportunidades laborales y la debilidad de la economía, la alegría de vivir se resiente. No obstante, salvando ese aspecto, las exigencias de la vida en un entorno urbano y los factores que determinan la alegría son bastante similares. En el plano psicológico, en relación con la alegría de vivir en un entorno urbano nos encontramos con muchas más afinidades entre los europeos de lo que, a priori, se podría deducir de la actual situación política del continente.

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El smart Urban Joy Index es un índice que expresa cuánta alegría de vivir asocian las personas encuestadas a su propia ciudad.

Pregunta: ¿Hasta qué punto está de acuerdo con las siguientes afirmaciones sobre la ciudad en la que vive?

Escala de 1 a 100: de «0 % = No estoy de acuerdo en absoluto» a «100 % = Estoy completamente de acuerdo».

Los índices de los distintos factores indican cómo valoran las personas encuestadas el factor correspondiente respecto a la ciudad en que viven:

Pregunta: ¿Hasta qué punto está de acuerdo con las siguientes afirmaciones sobre la ciudad en que vive?

De «0 % = No estoy de acuerdo en absoluto» a «100 % = Estoy completamente de acuerdo». Excepción del índice «Infraestructuras completas»: Escala original de «5 = Deficientes» a «1 = Excelentes», transformado a «0 % = Deficientes» a «100 % = Excelentes».

 

 

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