Las reivindicaciones salariales de los trabajadores hacen peligrar su modelo.Pocos recuerdan los orígenes humildes de Dacia en la Rumania comunista de los años 80. Menos todavía podían esperar su espectacular desarrollo desde que fuera comprada por Renault, en 1999. En la actualidad, esta marca que lídera el mercado “low cost” en Europa, mantiene su fábrica, en Mioveni, a ochenta kilómetros de Bucarest, al 95% de capacidad, para producir 340.000 unidades al año. Además, da empleo a 17.000 personas, el doble que en sus inicios.
El resultado es que Dacia es la marca que más rápidamente está creciendo en Europa. Sus ventas en la primera mitad del año en el continente han crecido un 35%, hasta las 195.069 matriculaciones.
Este buen clima se puede truncar, y con él el coste de producción. Renault quiere bajar o mantener los salarios en Dacia, que además genera otros 200.000 puestos de trabajo indirectos. La francesa dice que los jornales han aumentando un 170% desde 2008 (la inflación en Rumania ha crecido a un ritmo del 30%).
La disyuntiva está clara: o los sindicatos pasan por el aro, siendo “más razonables”, o Renault dice quederivará más producción a su planta en Marruecos, donde también se fabrica Dacia, y automatizará más la fabricación en Rumania, para prescindir de mano de obra. Los trabajadores de Dacia están entre los mejor pagados del país del este.
Los analistas recuerdan que el margen operativo que dejan los coches construidos en la fábrica de Mioveni es del 8%, el doble que sus “hermanos” franceses, más caros, lo cual es fundamental para rentabilidad de Renault.
La idea de Renault era que de Mioveni salieran coches que se pudieran vender a sólo 5.000 euros. Lo cierto es que el Logan, que llegó a los concesionarios en 2004, se vendía a 6.400 euros. La línea Logan sea extendido a otros cinco modelos, el más barato de los cuales cuesta hoy, de salida, 7.700 euros. Estos precios complican la competitividad de Dacia, que tiene que competir sobre todo con el mercad de vehículo usado de dos o tres años.