Abróchese el cinturón… pero, ¡si no tengo pantalones!

Abróchense el cinturón que viene curva, y ésta se llama ¨crisis¨. Cuantos años llevo escuchando esta expresión… ¨Hay que apretarse el cinturón¨ y realmente ya no me quedan agujeros en el cinturón, ni pantalones. Mejor dicho, no me los pongo, así, no tengo la posibilidad de que me pidan cada año que me vuelva a apretar el cinturón.

Ésta es la receta y la solución para la crisis desde España y Europa, pero… nuevos vientos soplan y en voz muy bajita se escucha que tal vez, no sea la mejor receta, pues se está ahogando a la economía. Sí, esa economía que necesita confianza, y que es la antesala a la recuperación.

Pues dicho y hecho, no me vuelvo a apretar el cinturón (pues ya no tengo), no voy a ahorrar (pues me apretaron tanto el cinturón que…), voy a consumir (mi último euro) y hacer que la economía se despierte, voy a invertir (¿me queda algún euro? Creo que lo utilicé para el consumo, no importa), pediré un préstamo al banco, tal vez a Bankia, llevo toda mi vida con ellos, sabrán agradecérmelo. Cuánto puedo pedir… venga, me arriesgo y les pediré 10.000 €. Una vez tenga el préstamo… espera, me acaban de llamar, que rapidez. Denegado, ¿por qué?, no supe apretarme el cinturón lo bastante.

Una pena, pero no hay mal que por bien no venga, así que, he decidido regalarle al Director de mi banco, un precioso cinturón de cuero, para que recuerde que él también se está apretando el cinturón. Mejor dicho, su banco aprieta tanto el cinturón a sus clientes, que el dinero no circula. Qué harán con tantos millones concedidos para ayudar a empresas. Esta canción también me suena. Seguramente habrán comprado una gran remesa de cinturones para regalarlos a sus clientes.

No quiero volver a apretarme el cinturón por el error de otros, no quiero pagar la mala gestión de grandes gestores y gurús de la economía, que sólo sirvieron para cobrar sueldos y primas desorbitadas, no quiero que jueguen con mi bolsillo, en definitiva, no me pidan responsabilidades y que arrime el hombro, mientras los responsables se pasean de empresa en empresa, de plató en plató de televisión y yo, aquí, viendo desfilar todo esto delante de mi cara y diciéndome que me apriete el cinturón.

Hoy no tengo cinturón, hoy no tengo pantalones, hoy me pongo las bermudas y me voy a disfrutar del sol de Valencia, de sus playas, de sus montañas, de su paella valenciana, de su rica gastronomía, de sus gentes, y sobre todo de mis amigos y familia.

Y usted ¿seguirá apretándose el cinturón?

 

Emil Serrano, Consultant Marketing

@Emil_MKG

 

 

Ir arriba