Algo más que un riñón

Una de las iniciativas más espléndidas de la Comunidad Valenciana son la institución de los Premios Rey Jaime, detrás de los cuales uno intuye el entusiasmo y la agenda de Santiago Grisolía, ese valenciano universal. Tener reunidos durante un par de días a casi dos docenas de premios Nobel, e interesados a lo largo del año, es una iniciativa que algunos temimos que la crisis se llevara por delante, entre otras cosas porque la crisis puede cargar con toda clase de culpas, desde la indiferencia al desinterés. Por eso mismo, no puedo entender que un investigador de la talla de Juan Carlos Izpisúa, haga las maletas y se marche de España, después de haber dirigido el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona.
No conozco a este sabio, respetado en todo el mundo, pero conozco a algunos investigadores y no son personas propensas a las pataletas. Ellos no reaccionan como las estrellas de pop, o los futbolistas millonarios, viven con modestia, se dedican a su trabajo, y a lo único que le tienen aversión es a la burocracia y a los trámites del dinero. Para enfadarse y, sobre todo, para impulsarles a hacer las maletas y decir adiós, han tenido que sufrir muchos olvidos, muchos desplantes y una evidente falta de apoyo material para seguir trabajando.
Don Juan Carlos trata de reconstruir un riñón a partir de células madre, y ha logrado avances importantes que han tenido eco en la comunidad científica. La anécdota es que él mismo padece de una enfermedad renal, pero no trabaja por egoísmo, porque sabe lo largo e indescifrable que es el camino de la investigación. Será California la tierra que ya le acogía y le seguirá acogiendo. Había venido porque le llamaron, y se va porque se siente despachado. Y su ausencia nos cuesto algo más que un riñón.

Luis del Val

Ir arriba