Cambio de tendencia

 

 

 

La mejor noticia es que no haya noticia. La negativa del TSJCV a asumir la parte llamada “valenciana” del Caso Nóos, su declaración como “no competente” y su observación de que no ve motivos para imputar de delito al expresidente Francisco Camps y a la alcaldesa Rita Barberá, saltó ayer, como un rayo, en medio del debate sobre política general de las Cortes Valencianas.

La consecuencia inmediata es clara: tanto Barberá como Camps quedan al margen de un caso particularmente extraño en el que una instrucción con rasgos muy peculiares parecía hacer materia de tribunal de lo que no eran sino meras conjeturas, para lograr,  como es ya costumbre, que parte de la prensa de Madrid se haya estado cebando, durante meses, de forma incesante, en una materia que no parecía sustentarse.

¿Cómo una hipotética visita al palacio de la Zarzuela, que a fin de cuentas no tuvo lugar, pudo llegar a convertirse en pieza de convicción contra Francisco Camps y Rita Barberá? La dinámica de la justicia española, cuya seriedad aprendimos a aceptar como ciudadanos respetuosos, debe ser analizada, en ocasiones como esta, a la luz de lo que más que seguridad construida en base a pruebas, empieza a parecerse a una hipótesis mal retenida entre ligerezas.  

Con el mismo rigor, si no más, debería ser contemplado algún modelo periodístico al uso, donde lo que importa es servir las hipótesis construidas sobre malos cimientos con una truculencia inusitada. Si hace tiempo que la palabra “imputado” se ha logrado que tenga una carga nefasta en el periodismo español, el deporte de arremeter contra una personalidad de la política valenciana como es Rita Barberá hace ya años que se practica en parte de la prensa editada en Madrid. Forma parte de un juego que es irritante: y no tanto por la persona contra la que se dirige, que indudablemente debe ser tenida como inocente mientras no esté probado lo contrario, sino porque en realidad no es más que una secuela del placer de salpicar a Valencia y a lo valenciano con las peores noticias y los más tétricos augurios.

Admira, con todo, la templanza y el coraje de la alcaldesa de Valencia, decidida a no perder un solo minuto en lo que no sea estar atenta a los asuntos de una ciudad con problemas de financiación, afectada por las secuelas de la crisis y sistemáticamente dejada al margen del buen trato que tienen las dos, –aparentemente únicas– grandes ciudades de España.

La consecuencia más inmediata de la positiva “no-noticia” de ayer, fue que el debate de política general de las Cortes Valencianas, quedó eclipsado, porque una noticia más intensa oculta a la que tiene intensidad menor. Con todo, cabe decir que fue un debate en el que el presidente Fabra, y con él la Comunitat Valenciana, se jugaba mucho y en el que salió bien parado.

Con una energía que se le reclama, con la determinación que es precisa, el presidente señaló los buenos signos que se van viendo en el panorama económico valenciano y trazó soluciones destinadas a liberalizar y flexibilizar, en apoyo de la recuperación incipiente. Unas de sus frases –“el dinero, donde mejor está, es en el bolsillo de los ciudadanos”– es de las que se entiende bien si, como es el caso, va acompañada de rebajas fiscales en determinados casos y de liberalización de horarios comerciales.

Por descontado que para todos los grupos de la oposición no hubo nada de interés, nada positivo, en los noventa minutos de parlamento del presidente. Lo que era aburrido, era irrelevante. Y determinaba el final de un ciclo en el Partido Popular valenciano. Con todo, teniendo como tenemos el símil del Valencia CF, aprovechémoslo: la jornada es muy probable que pueda llegar a determinar un cambio de ciclo en la administración valenciana,  lastimada en los últimos meses por muchos flancos. Podría darse el caso, en efecto, de que las cosas fueran distintas en adelante; incluso que el negativismo haya tocado fondo.

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