Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Entramos en brumario

La fuerza de la actualidad nos conduce a la ratificación de que octubre no es un mes cualquiera. Históricamente, el mes de las brumas para los revolucionarios franceses, ha estado caracterizado por la intensidad socio-política que ha marcado el devenir de nuestras sociedades a lo largo de la historia. En nuestra comunidad, hoy conmemoramos el aniversario de la Pantanada de Tous y sus devastadores efectos en las Riberas, que vieron como la solidaridad de este pueblo y la fuerza de su unión nos hace superar los trances más difíciles. Y ahora, en otras circunstancias, la ciclogénesis política que ha ido tejiendo la Izquierda en esta tierra, ha propiciado que nuestro clima socio-político se conduzca como un verdadero complejo convectivo de mesoescala permaneciendo estático sobre nuestra comunitat como ese cielo de hace 32 años, bajo el efecto de una demagogia perfectamente calculada.

Ya advertíamos que octubre es un mes propicio para la Izquierda, en él revuelven en sus orígenes buscando su Revolución de Octubre, que aunque fechada un 25 del corriente en su calendario juliano (vigente en el Imperio Ruso en esos momentos) acaeció el 7 de noviembre del nuestro. Unas ideas que inspiradas en el espíritu bolchevique, “todo el poder para los sóviets”, han demostrado casi cien años después que no se puede ir contra la Libertad y contra el individuo. La “masa” levantó un Muro de separación y exclusión sustentado en una ideología totalitaria, que por cierto, la marea de la Libertad se encargó de derribar un mes de brumario también, conmemorando dentro de poco los 25 años de su caída. Todo un símbolo del fracaso de una ideología.

Ese espíritu revolucionario que ahora busca el PSOE, rebuscando en sus raíces con la conmemoración del 40º Aniversario del Congreso de Suresnes. Un salto en la historia para reencontrar su anclaje ideológico que nace de la Segunda Internacional, inspirado en el socialismo utópico de Saint-Simon en el siglo XIX. Un Congreso que marcó el devenir del PSOE en España, al imponerse al verdadero referente de la Izquierda en ese momento, el PC de Santiago Carrillo.

Una convulsión ideológica que sacude a toda la izquierda, en lo que ellos denominan “su” momento por la llegada del tan anunciado fin de ciclo del Partido Popular. No hay más que acercarse a las atalayas mediáticas y observar la verdadera ebullición ad intra en todas las formaciones de la Izquierda. El PSOE en busca de una identidad perdida y en caída libre con profundas heridas por los procesos internos. EU con fracturas importantes, por el liderazgo y por la hegemonía ideológica que les ha sido arrebatada por unos supuestos frikis bolivarianos. Compromis en una soterrada y cruenta batalla por el poder que augura una ruptura inminente de la coalición. UPyD, que bebe del socialismo más rancio navega en tierra de nadie, por mucha bandera de España que utilicen como vela, a la que le falta aire y coherencia. Podemos lucha contra sus propias contradicciones intelectuales, estructurando un proyecto que desde la utopía del círculo debe pasar a la jerarquización de su casta para poder garantizar una continuidad en el corto y medio plazo.

Intenso ambiente socio-político que las encuestas reflejan. El cruce demoscópico sigue alertándonos del elevado porcentaje de ciudadanos que siguen desconfiando de la política y de sus representantes, desvirtuando cualquier cálculo electoral y proyección en un futuro todavía demasiado lejano. La percepción general todavía permanece indiferente a cualquier propuesta, por novedosa que sea. El ciudadano solo admite ya hechos, no palabras, realidades no promesas. Por eso el debate ideológico va a prevalecer en estos meses preelectorales. Y ahí, la inquietud de la izquierda que quiere evitar entrar en una dinámica que en nada les favorece, forzando su apuesta por el populismo y la demagogia como resortes de su estrategia electoral al más puro estilo revolucionario. Pero la sociedad no está ya para revoluciones, pide soluciones, responsabilidades y ejemplaridad. Por ello, hoy se hace buena esa frase de Napoleón, que por cierto, un 18 de brumario finiquitó la Revolución, de que “el gobernante debe tener energía sin fanatismo, principios sin demagogia y severidad sin crueldad”.

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