Escenarios

Cuando las cosas se complican acudo a los clásicos para que me iluminen. Por eso releo a Marx para comprender de qué va esto de la política que según él “es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados» (Groucho Marx). Confieso que no he visto ni he leído “Juego de Tronos” así que, seguramente, no debo saber nada de política pero, para mi corto entender, una de las cosas que ha de hacer un político es considerar escenarios de futuro y hacer lo posible porque, mientras trabaja por un escenario que favorezca sus objetivos, ese trabajo no le impida adaptarse si se confirma un escenario desfavorable.

Una cosa que parece clara y es que la Presidencia de la Generalitat es un tema central en el proceso de negociación, a pesar de las declaraciones en el sentido de que lo importante es la acción de Gobierno. Frente a quienes ponen por delante la aritmética, que es un argumento fácil de explicar e igualmente fácil de contradecir, otros ponen encima de la mesa argumentos de más calado aunque más difíciles de explicar. La importancia de quién dirige la Generalitat radica en que, a mi entender, un proyecto de cambio en la política y la gestión pública de la Generalitat, que se ha concretado en un documento de gobierno entre las tres fuerzas, debe hacerse con personas que representen esa necesidad de cambio. Quienes lo reducen a un asunto de egocentrismos lo hacen con intención de dañar porque, estoy convencido, de que los dos candidatos potenciales no se presentan para satisfacer su Ego, sino porque tienen ideas concretas y equipo para gestionar la Generalitat pero representan dos formas distintas de concretar las medidas de gobierno.

En términos prácticos cabe preguntarse si el tiempo es una variable o no en esta negociación. Pero como ya descubrió Einstein el tiempo es relativo. Para unos hablar de cerrar antes de julio la configuración del Consell se convierte en una necesidad a pesar de que todavía están por cerrar todos los gobiernos autonómicos y de que, obviamente, no tienen los mismos ritmos el nombramiento de un Presidente apoyado por un partido con mayoría absoluta que otro que requiere un acuerdo parlamentario multipartidista. Quien insiste en comparar ambos procesos está introduciendo una presión innecesaria e injusta (o interesada) a los negociadores que, además, no aporta ningún beneficio porque todas las personas implicadas saben que las ventajas de tomárselo con cierta tranquilidad son mayores que los perjuicios y saben que están obligados a cerrarlo antes de determinada fecha. Es, por así decirlo, hacer caso a la frase “vísteme despacio que tengo prisa”.

Si alguien sabe en que acabará esta negociación, que lo diga, pero me temo que será más una declaración de intenciones que una constatación de realidades. Las posibles combinaciones son pocas, una vez se han eliminado aquellas alianzas que conllevan una gran pérdida de credibilidad para los firmantes y teniendo en cuenta el trabajo realizado hasta el momento por las fuerzas de progreso, por lo que, lo más probable es que, finalmente, se cierre un gobierno conformado por las tres fuerzas. Los grandes trazos de la acción de gobierno ya están acordados, al igual que el diagnóstico de los problemas que se deben atender, por lo que sólo cabe concretar las personas que han de gestionar la acción de gobierno, un asunto que, estoy convencido, se concretará en pocos días. Los días necesario para que las personas acepten que los tiempos están cambiando.

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