Horizontes cercanos

Cuando se publique este artículo quedarán seis días para la convocatoria de elecciones municipales y autonómicas en el País Valenciano y sesenta días para ir a votar. A penas dos meses para saber quién presidirá la Generalitat y nuestros ayuntamientos. A diferencia de las elecciones en Andalucía, Cataluña, País Vasco y en menor medida Galicia, que tienen sus propias dinámicas, las elecciones en la Comunidad Valenciana tienen un componente más estatal que puramente autonómico. Al menos hasta ahora ha sido así. La conducta electoral valenciana siempre se ha comportado mirando de reojo las consecuencias de lo que pasara en Madrid. No califico esta conducta sólo la constato sabiendo que, para algunos, es un contrariedad y para otros la razón de su existencia. Somos el diez por cien en casi todos los parámetros estadísticos del conjunto del estado, así que somos, una representación del conjunto.

En el plano político también se reproduce el comportamiento general. La presencia de fuerzas políticas ascendentes o descendentes en el estado se reproducen aquí con similitud casi mimética. Ciudadanos y Podemos frente a Partido Popular, Partido Socialista, Izquierda Unida y UPyD que obtienen en las encuestas porcentajes muy similares en uno u otro ámbito. Pero incluso sin hacer caso a las encuestas, los análisis y discursos constatan la reproducción de estos comportamientos. Ciudadanos le quita votos en la Comunidad Valenciana al Partido Popular, PSOE y UPyD en el mismo porcentaje que en el resto del estado mientras la transferencia de votos del PSOE e Izquierda Unida a Podemos es similar aquí que en el conjunto.

La única “distorsión” a esta regla desde 2007 es la existencia de Compromís que ocupa en el imaginario del electorado – que es quien decide dónde está cada cual-, un espacio similar al espacio de ruptura que representa Podemos y Ciudadanos con componentes marcadamente ecologistas, de izquierdas y valencianista. Además Compromís es algo de aquí, sui generis, lo que le confiere una querencia mayor y particular entre la población. La consecuencia es que parte del voto que en el estado se transfieren a Podemos desde diferentes procedencias, opta por Compromís en el País Valenciano. Por otro lado, la transferencia entre estas dos fuerzas políticas es mínima aunque se vea compensada, a favor de Podemos, con la recuperación que este partido obtiene de una parte sustancial del voto de grupos muy minoritarios – que no se presentarán en esta ocasión a las elecciones – y al atraer buena parte de los votos nulos, voto en blanco y de la abstención. No obstante hay que tener en cuenta que en el País Valenciano hemos llegado a un porcentaje de abstención mínimo, casi a un nivel que podemos denominar abstención técnica que es aquella que se produce en cualquier sistema democrático en el que votar no es obligatorio por lo que de este colectivo obtiene pocos resultados en nuestras circunscripciones.

Por supuesto, el liderazgo social, mediático y político de Mònica Oltra como candidata a la Presidencia por Compromís es un componente esencial para compensar esas ganancias de Podemos y más allá, para configurar una “renovación de la novedad” que supuso en su momento Compromís. Esta coalición sigue siendo una novedad pero, en este caso, una novedad de gobierno y no meramente una novedad electoral. Compensa así el voto a Podemos y Ciudadanos que proceden, en parte, de ser los recién llegados a la fiesta a los que todo el mundo mira por puro aburrimiento y por cambiar de conversación. De hecho, en el caso de Podemos, mientras el Centro de Investigaciones Sociológicas le otorga para una elecciones generales hasta un 36% de intención de voto en las circunscripciones valencianas, las encuestas manejadas para unas elecciones autonómicas, ese porcentaje es el resultado de la suma de Compromís y Podemos lo que significa que, aquí y ahora, el pellizco se lo da aquel a este. Por tanto el crecimiento de Podemos procede de Esquerra Unida, del PSPV, de la abstención, votos nulos y parcialmente de votantes del Partido Popular, pero poco o nada de Compromís. Otro factor relevante para prever un crecimiento de Compromís es la amplitud de sus estructuras locales y candidaturas municipales que, llegado el momento decisivo, puede favorecerle arrastrando hacia el voto autonómico parte del voto local, aunque sólo sea porque es más fácil elegir dos papeletas iguales que dos diferentes cuando, además, la identificación entre una y otra es dudosa en el caso de Podemos y algunas listas municipales. La denominación y composición de las candidaturas locales apoyadas por esta fuerza política no llega a ser un lastre pero no le ayuda en su campaña autonómica. Si sumamos a todo eso el liderazgo local de muchos de las cabezas de lista de Compromís tenemos un atractivo más para el votante que quiere las cosas claras y el chocolate con churros (o buñuelos) y en consecuencia un panorama muy favorable para esta opción electoral. Dicho sea todo esto con la prudencia que impone el hecho de hablar desde dentro algo que siempre es un factor distorsionante.

Lo que pasaría en las elecciones autonómicas y locales si no existiesen una de estas dos fuerzas lo dejo para novelas. No es el caso. Lo cierto es que ambas fuerzas existen y compiten pero esta situación genera unos escenarios para la gobernabilidad diferentes en el ámbito del estado y en el ámbito de la Generalitat.
Lo que ha pasado en Andalucía ha sucedido precisamente porque no existe una fuerza asimilable a Compromís y en ese escenario, las respuestas son previsibles resultado de los equilibrios y presencia social de cada una de las fuerzas políticas estatales. Con algunas variables en crecimientos no tan fuertes y descensos no tan pronunciados, lo que ha sucedido allí es trasladable al conjunto del estado. Pero en la Comunidad Valenciana sí existe Compromís que representa, a la vez y sin solución de continuidad, la novedad y la gobernabilidad. Novedad como fuerza que, teniendo varios años de existencia, no ha dejado de estar en el centro del debate algo que queda patente por las simpatías y valoración que genera la figura de Mònica Oltra entre votantes de PSPV, EU, Podemos e incluso Ciudadanos. Y novedad en cuanto a que sigue siendo un misterio su conducta en situación de gobierno y, ya se sabe, mantener ese misterio es una característica de la novedad. Está claro que esto no es una novela y los misterios en política son diferentes a los que se pueden utilizar en un libro de detectives porque los misterios en política no pueden crear vértigo a la ciudadanía. Por eso la novedad de Compromís se sustenta en trasmitir la credibilidad y solidez de una persona en la que ha de pivotar el nuevo gobierno, probablemente de coalición, en la Generalitat. La gran ventaja de esa apuesta es que la persona receptora de ese capital político colectivo, que es Mònica Oltra, es coherente, por su comportamiento parlamentario, trayectoria política, actitud vital y conocimientos profesionales con los mensajes que la ciudadanía quiere oír. Ninguno de los candidatos que se presentan reúnen esa condiciones excepto ella.

Sin entrar en porras electorales, la tendencia es clara y en la Comunidad se reproducirá esa realidad electoral de ruptura que se produce en el conjunto del estado y de multipartidismo parlamentario. La debacle del Partido Popular, Esquerra Unida parecen inevitables aunque por razones diferentes. La corrupción que impregna todos los rincones del PP no da respiro a los votantes históricos de este partido y pesa tanto que puede romper el frágil suelo sobre el que se sostiene su mayoría, haciendo que bajen de los 30 diputados. Esquerra Unida está pagando su incapacidad para ver que sus hijos, bien alimentados por la retórica de los padres redentores, han decidido matar al padre y alimentarse de sus restos. Si Cayo Lara en la reunión en la que Pablo Iglesias le dijo que no crearían un partido si aceptaba unas primarias para elegir los candidatos a las europeas hubiera dicho que sí, otro gallo cantaría. Pero dijo que no y pasó lo que pasó.

La bajada de PSPV-PSOE también es una constante que será mayor cuanto más persistan en políticas no rupturistas con su pasado algo que, por el momento y vista la forma de componer las listas electorales, no ha hecho ni va hacer. Esta constatación es evidente al margen de filias y fobias personales puntuales pero las familias y los equilibrios internos en el PSPV no dejan paso a otra forma de hacer política que no sea los pactos endogámicos y con ellos, los repartos de carteras que bloquean la llegada de personas preparadas, favoreciendo, por el contrario, la consolidación de la mediocridad en las candidaturas, salvo honrosas excepciones dentro y otras fuera de las listas. En definitiva nada nuevo bajo el sol del PSPV-PSOE cuya trayectoria colectiva y falta de liderazgo de su candidato, no le da mucho oxígeno.

La otra constante es el ascenso electoral de Podemos, Ciudadanos y Compromís aunque en proporciones y significados diferentes. Siempre será mayor el incremento de las dos primeras, simple y llanamente, porque parten de cero pero en términos cualitativos el crecimiento de Compromís es la opción que va a permitir un gobierno de izquierdas, probablemente multipartidista, que defienda los intereses de la ciudadanía y que piense en políticas de crecimiento económico perdurables y sostenibles. Al menos así lo califican la gente en las encuestas. No porque sea la mejor opción en términos abstractos, sino porque es la opción que viene pensando en el gobierno de la Comunidad Valenciana desde hace años defendiendo alternativas plausibles en aquellas cuestiones sobre las que piensa y les preocupa a la gente corriente. Y ya se sabes que, en esto de gobernar, la proximidad a esos problemas es una grado.

Dependiendo de la configuración del nuevo parlamento valenciano, la Presidencia y la formación del consell puede ser un proceso rápido, sencillo e indoloro o todo lo contrario. Si en ese parlamento tres fuerzas se ponen de acuerdo en qué hacer en los próximos cuatro años y si el partido Popular no llega a los 33 diputados – que es el listón que permite bloqueos parlamentarios y mantener la cabeza fuera del agua – entonces todo irá sobre ruedas. Y este es el escenario más probable. Pero la distribución de los diputados es determinante de quien presidirá la Generalitat lo cual es algo más que un detalle para la estabilidad de la legislatura 2015-2019 de ahí que Compromís, PSPV y Podemos vayan a por todas en esta campaña. La pregunta es si el trabajo realizado en los últimos ocho años por Compromís se recuerda por la gente y si el PSPV y Podemos pueden hacer recordar al electorado aquello que no han hecho, los primeros por incomparecencia y los otros por inexistencia. Objetivo harto difícil en dos meses pero la emergencia social y de regeneración democrática en la que vivimos en este territorio obliga a un pragmatismo que conduce a un gobierno con prioridades muy claras y definidas por defecto. A partir de ahí, que cada cual ponga por delante prioridades personales o colectivas. Y que la historia les juzgue.

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