¿La derecha sin remedio?

El Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy está siendo para buena parte de la derecha uno de los fenómenos más desmoralizadores de los últimos tiempos. En ese ambiente, el abatimiento no hace sino agudizarse cuando se repara en la derecha mediática palmera, más lacaya que cutrísima.

La derecha viene de unos años de efervescencia, en los que se ha despojado de complejos y echado a la calle, en los que ha librado con brío la batalla de las ideas y se ha beneficiado de la tensión inherente a cualquier simbiosis liberal-conservadora. En 2006 se entendía perfectamente que hubiera en las librerías un libro (firmado por Juan Carlos Girauta) titulado ‘La eclosión liberal y que llevaba por gancho esta etiqueta: «¿Por qué los progres están tan nerviosos?». Hoy, 2013, Año Quinto de la Gran Crisis, lo que se entendería es que en las mesas de novedades piafara un yo acuso titulado –si Ricardo de la Cierva consintiera el plagio– ‘La derecha sin remedio’. Hay que joderse, que diría el poeta.

La derecha está mal porque se lo merece. Cuando no ha abdicado de sus principios, directamente los ha traicionado, también o sobre todo en las cuestiones de más importancia. Si tienen ganas de amargarse el día, tiren de hemeroteca; también o sobre todo de la de los medios serviles. Para colmo, la está pagando con su electorado, las muy humilladas y ofendidas clases medias, los profesionales liberales, ¡los autónomos! Sin obtener más premio que el rechazo visceral de una izquierda descerebrada, resentida, que da vergüenza ajena.

La derecha no está estando a la altura. ¿Puede estarlo? Por supuesto. Sólo necesita atreverse, y dejar de maltratar a los que le exigen que se respete.

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