Jesús Montesinos

La gran coalición valenciana PPCV/PSPV

La pregunta no es si puede, debe o habrá un gobierno de coalición en Madrid o en Valencia PP/PSOE. La pregunta es qué queremos que sea España y la Comunidad Valenciana.

Si queremos más de lo mismo pues a seguir con lo mismo. Venezuela dixit. Unas veces unos y otras veces los otros y un año a repetir las causas de la crisis. Si queremos cambiar todo lo que no funciona y apostar por una España a la europea pues habrá que hacerlo con un gran pacto. Que en ese pacto, coalición o alianza por el progreso estén Puig, Fabra, Rajoy o Rubalcaba eso ya es accidental.

Lo que pasa es que el tema ha explotado en medio de unas elecciones y nadie va a reconocer lo importante porque lo urgente es no perder ni un voto. Ni el PPCV quiere parecerse al PSOE, ni el PSPV va a dejar una fisura para que Compromis o Esquerra Unida le digan que se ha entregado a la derecha.

Como además la política se ha convertido en una cuestión de cortesanos, tanto por la izquierda como por la derecha hay miles de voces que no quieren cambios no vaya a ser que en el tránsito pierdan alguno de sus privilegios. Es el mercadillo de las vanidades. Por eso van de acusicas antes de plantearse la entidad del problema político español y valenciano. Ojear Facebook es la mejor prueba.

Pero hay razones de sobra para esa gran coalición, pacto o acuerdo:

1.- ALIBABA. No hay ni un solo producto valenciano y casi ninguno español en el muestra de ventas al por mayor de la plataforma china on line Alibaba, que factura 248.000 millones de dólares al año en transaciones comerciales. Si no estás en Alibaba no existes en el mercado global.

Y para estar en Alibaba y en la economía del futuro hay que cambiar el sistema productivo español, relaciones laborales, sistema financiero, fiscalidad, leyes mercantiles, competitividad, etc., Y todo ese gran cambio solo se puede hacer con un gran pacto político y social. Que aquí todavía andamos discutiendo en Ali cante y Valencia cómo competir con IKEA.

2.- CAPITAL HUMANO. Millones de parados estructurales, un 55% de paro juvenil, un 32 % de fracaso escolar, un 35% de abandono escolar y universitario, universidades sin entidad, enseñanza sin habilidades y escasa formación profesional llevan al capital humano español a la cola en los índices de competitividad y eficacia. No hay salida ni tendrán empleo.

No hay manera de tener una sociedad normalizada sin un cambio completo en la política de capital humano y para ello hay que hacer casi una revolución contra los intereses creados que ahogan España. Y solo se puede conseguir con un gran pacto, coalición donde estén PP, PSOE y si es posible muchos más.

3.- ORGANIZACIÓN DEL ESTADO. Da lo mismo que la estructura sea federal, más centralista, con Cataluña, sin Cataluña, con esta financiación, con otra, con Diputaciones o sin diputaciones…La cuestión es que el modelo actual ya no sirve. Y para cambiarlo o no cambiarlo no vale el esfuerzo de uno solo. Debe producirse un gran acuerdo, pacto o coalición que marque una línea a veinte años vista y de seguridad jurídica a todos.

4.- BIENESTAR. El Estado del Bienestar que salió de la segunda Guerra Mundial y a España llegó en los años 70 está en bancarrota. Puede sustituirse por la sociedad del Bienestar o por la sociedad de las Oportunidades. O si se quiere subir impuestos en plan kamikaze y seguir financiando lo imposible. La demagogia es infinita. Y además gestionarlo bien. Pero para lo qué sea hace falta un gran pacto, coalición o acuerdo, antes de que llegue la bancarrota.

Y lo mismo con la política energética, la reforma fiscal, la política de infraestructuras sociales, culturales o físicas o la inmigración. Son grandes decisiones que no pueden estar cómo están porque nos condenan a ser un país de populismos baratos y debates superficiales. Hay que enfrentarse a todo ello y poner de una vez España y la Comunidad Valenciana en el Siglo XXI.

El reto es de tal calibre que si los actores actuales (Rajoy, Valenciano, Rubalcaba, Fabra, Castellano, Puig, Morera, Oltra, Lara, Mas y compañía) no son capaces de asumirlo, no tengo duda que otros vendrán a hacerlo. Es una cuestión histórica, no de campanario, que es lo que quería decir Felipe González.

 

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