La hora de la lucidez

 

 

José Luis Corcuera, exministro socialista, no se distinguió en su día por su finura intelectual ni por la sutileza de su pensamiento jurídico. Tampoco Vicente Boluda es un refinado orador que triunfa  haciendo de mantenedor en los Juegos Florales. Rudo en sus dictámenes, cuando habla va segregando titulares contundentes. Pero el caso es que, como uno y otro me gustan, me pregunto si la política, aquí y ahora, no reclama ese modelo. ¿Ha llegado la hora de los lúcidos que cantan claro?

Corcuera, para que los más jóvenes se sitúen, fue ministro del Interior y se hizo famoso, para su desgracia, por “la ley de la patada en la puerta”, una expeditiva forma de entrar en las casas donde se suponía que podía haber delitos o delincuentes. El hombre, que procedía de las “clases bajas” y era electricista de profesión, era un socialista digno que se distinguía por hablar “demasiado” claro en ocasiones.

Pues bien: ese mismo José Luis Corcuera, en un acto interno de su partido, ha planteado, con su sinceridad de siempre, que unos y otros, todos, especifiquen qué artículo de la Constitución cambiarían y con qué nuevo texto lo harían. Y como eso es bueno para que de una vez nos vayamos aclarando, enseguida le han llamado desde las emisoras de radio, donde no ha tenido inconveniente en denunciar que no le gusta la esquizofrenia del socialismo español ante un hecho, el independentismo catalán, ante el que él cree que hay que plantarse.

A Vicente Boluda, el empresario valenciano que preside AVE, le pasa como a Corcuera: que exige claridad y cuando habla se le entiende todo. Por eso mismo en su rueda de prensa del miércoles, los periodistas ya no sabían por dónde abrir el cesto, repleto de ideas expuestas como puños. Me quedaré con dos: la primera es que el Consell debe quitar sus manos del fútbol de inmediato, y si a tiro viene vender al Valencia “al primero que pase”; y la segunda, expresada desde la ruina económica y moral de las instituciones financieras valencianas, que el presidente Fabra debe ser más contundente en Madrid y que los valencianos tenemos que aprender a ir juntos.

Sí, me reafirmo: ha llegado la hora de la lucidez. De mirar sin prejuicios, discurrir con lógica y hablar claro. Cansa hasta la saciedad el oscurantismo marrullero de la política. Por eso un José Luis Corcuera cercano a la jubilación ha tenido una intervención en un acto de su partido donde el líder socialista catalán Pere Navarro explicaba el nuevo federalismo que los socialistas pregonan. Es allí donde ha pedido que le expliquen qué es eso del federalismo, cómo se cocina, y sobre todo, qué habría que cambiar en la Constitución para que encajara la novedad. Pero que se lo explicaran no de una forma teórica y evanescente, sino con literalidad, clarito, por escrito. O sea: “Tomamos el artículo 3, que dice esto y en su lugar ponemos esto otro…”

El conflicto catalán –que cada día se va pareciendo al famoso “tragedia para reír, comedia para llorar”–está pecando mucho, es verdad, del defecto que Corcuera señala desde su inocente rudeza: todo el mundo habla pero nadie quiere aclarar nada por escrito. Más dice que hay que dejar que el pueblo catalán sea preguntado, pero no nos muestra por ninguna parte ni la pregunta que le haría ni con qué  texto legal pondría a flotar ese ansiado referéndum. Igual les pasa a las otras partes, tanto el PSOE como el PP, UPyD o la izquierda más o menos independentista. Qua nadie enseña las cartas, que nadie muestra textos…

Se necesita lucidez, no cabe duda. La confusión crece, aumenta el lío, el país ya parece una tertulia de bar generalizada donde cada uno dice la suya por decir algo y nadie concreta nada, sobre nada, para aumento general de la confusión. Por eso mismo no tiene precio el dictamen de Vicente Boluda: el poder se tiene que alejar del fútbol, el Valencia es una sociedad anónima como cualquier otra y si la Generalidad, por desgracia, tiene que hacer frente a un aval que Francisco Camps concedió erróneamente, lo que debe hacer es ejecutarlo y vender el club cuanto antes.

Sí, basta de llenar nuestra política de romanzas de zarzuela. Vamos al grano. Con lucidez. Que jamás debe estar reñida con la educación y la cortesía, faltaría más.

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