Lo simple vende, lo simple gusta

Así es, lo simple vende, lo simple gusta… Casi siempre es preferible dar a su cliente un producto o un servicio simple. Y por simple no entiendan, banal o de calidad pésima. Todo lo contrario, para llegar a obtener un producto simple, el trabajo que se ha desarrollado es bien complicado. Pero ahí radica la fuerza del producto. Algo complicado a la hora de su concepción, acaba siendo para el usuario final, simple en su manejo e intuitivo.

Se imagina un Smartphone, por ejemplo, en el que si no conoce programación no pudiera utilizarlo o exprimirlo al máximo. Seguramente si fuera así, hoy en día no tendría uno. Seguro que le ha pasado lo siguiente. Entrar en una sitio web y a los 10 segundos abandonarlo, porque ¨simplemente¨, no era simple, intuitivo, práctico… en definitiva su usabilidad era deplorable. La información a sus clientes debe estar al alcance de un clic y debe ser clara. Usted conoce su producto o servicio, pero el cliente no.

Lo simple no le hace pensar al cliente en cómo debería utilizar ese producto, lo simple, da al cliente lo que quiere cuando lo busca y cuando lo necesita. Otro ejemplo, es el anuncio de una conocida marca de vehículos, que de un simple plumazo hace desaparecer de su controla central todos los instrumentos y botones innecesarios… a priori. Y de repente la consola del vehículo queda limpia y de fácil uso. Hace unos años la moda era cargar esas consolas de botones y teclas. La impresión era que se pilotaba una nave espacial. Porque al final todo eso son distracciones para el conductor y sin ellos el resultado es el mismo.

Por lo tanto, si tiene un producto o un servicio, intente limitar las posibilidades a las realmente necesarias. No piense que por tener mil combinaciones, su producto es mejor que el de la competencia. Su producto será mejor, si el cliente lo utiliza sin complicaciones y cumple su principal función. Esto no quiere decir que su producto no conlleve una gran dificultad a la hora de su desarrollo… pero para su cliente póngaselo fácil.

Si yo, como cliente, tengo que estar calentándome la cabeza para averiguar cómo funciona su producto o si para utilizar su servicio, tengo que rellenar 4 impresos… seguramente, será la primera y última vez que compre su producto. Producto de gran calidad y complejidad y único en el mercado, pero en definitiva no adaptado a las necesidades del cliente o de la mayoría de clientes.

Recuerde, el cliente no quiere complicarse la vida con su producto. Quiere satisfacer una necesidad, de forma rápida y sin complicaciones. Para eso paga un precio… y no para tener un quebradero de cabeza. Aplíquelo en el día a día y será más feliz, como cliente o como empresario.

Lo simple vende, lo simple gusta y el cliente decide.

Y usted ¿Piensa en su producto como cliente o como empresario? Los dos deben ser complementarios.

Emil Serrano.

Consultant Marketing

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@Emil_MKG

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