No cabe más

 

 

Un amigo me ha recordado con una foto colgada en facebook algo que vi hace pocos días paseando por los alrededores de Ángel Guimerá -gracias, Héctor-. Un cartel en la iglesia del Buen Pastor que se quedó encerrado en mi subconsciente y hoy vuelve a martillearme las ideas. El mensaje reza: «No se admite nada hasta nuevo aviso (por exceso de existencias)». ¿No cabe más? No cabe más.

Me inspira sensaciones encontradas. De un lado, uno tiende a pensar: «¡Cuánta solidaridad! ¡Han desbordado el templo de -quién sabe- comida, ropa, libros…! Admirable». Y por otro, me planteo, «¿Es posible que se ponga freno a la ayuda cuando el despeño social continua imparable?». Vaya por delante que no pretendo poner ni un solo pero a la encomiable labor que realizan diferentes colectivos para los más necesitados, como es ejemplo el Buen Pastor. Se trata solo de una reflexión.

Es admirable el trabajo que llevan adelante iglesias, bancos de alimentos, entidades sociales, asociaciones vecinales, administraciones y voluntariados… y si a alguien se le ocurre decir ‘paren, paren que no podemos cogerlo todo’, será porque el compromiso con el prójimo desinteresado está dando muestras pasmosas. 

Pero no puedo evitar acordarme del doble trasfondo de este cartel, cuando leo que el Ayuntamiento de Valencia va a estudiar caso a caso los nuevos perfiles de la crisis para diseñar una especie de ruta personalizada para ayudarlos; cuando han aumentado en miles y miles el número de familias que acuden a los bancos de alimentos en la Comunitat; cuando aumenta la indigencia en los barrios tras el verano; cuando veo al caballero que se sienta junto a mi portal, con sus gafas y su vaso de plástico dando los buenos días pidiendo unas monedas, cuando hace cinco iba a la oficina…

Que tengamos que decir ‘Ya no cabe más’; que tengamos que abrir nuestras puertas a la solidaridad y cerrarlas porque no hay espacio ni para una muestra más; que siga habiendo necesidad tras necesidad… Me parece que lo que no cabe ya es más desesperanza, impotencia y desconsuelo.

Gracias a los que sois solidarios y comprometidos con aquellos que están donde todos podríamos estar mañana. Los carteles de ‘completo’ que esa actitud generan son nudos en el estómago, golpes en la conciencia y lágrimas en la garganta. 

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