Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Sin prisa, pero sin pausa

Entramos ya en Agosto en plena vorágine política que no quiere tomarse ni un día de respiro. Todo un anticipo de la larga pre-Campaña que nos espera. Sentencias que se van cumpliendo, dimisiones que rompen esquemas de propios y extraños, herencias olvidadas largos años, imputaciones al por mayor ante el mercadeo judicial de la política, instrucciones interminables, mangoneo sindical a ritmo de bulería bajo paraguas institucional….. todo un afrodisiaco cóctel que no hace más que aumentar la sensación de alienación por la que estamos pasando.

Un peligroso combinado que la Izquierda ha sabido ir preparando, lentamente, sin prisa pero sin pausa, para generar el escenario más favorable para sus intereses. Los ciudadanos no importan y el daño que se produce a nuestra imagen como país, que se traslada certeramente desde sus arietes mediáticos tampoco. El ciudadano es abducido por la maquinaria de propaganda que le hace ver y oír lo que a ella le interesa. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa. El fin justifica los medios.

Se quiere trasladar una imagen de desmoronamiento institucional, de abatimiento cívico. Los científicos sociales de la izquierda saben la tecla que tocar. Ese pesimismo innato en nuestro ADN, esa sensación derrotista que nos ha acompañado desde el s. XVII y que ha impregnado nuestro espíritu nacional abocándonos a la decadencia moral que todo lo justifica. Todo lo «nuestro», porque lo de «ellos», lo del «otro», eso se persigue hasta el ensañamiento. Y Valencia, esta Comunitat y España no se merece eso. No nos lo podemos permitir.

En nuestra tierra estamos asistiendo a una revolución silenciosa. Sin prisa, pero sin pausa hay quien está asentando las bases para dar la verdadera batalla ideológica que recoloque las piezas en el tablero de una partida que todavía está por jugar y que no podemos perder.

Mientras todo el espectro ideológico de la izquierda se relame ante la sangría provocada por sus estiletes mediáticos, repartiéndose las piezas de un escenario en el que se ven claramente vencedores, en el otro lado de la frontera ideológica empieza a moverse algo. El Partido Popular empieza a sacudirse la asfixiante presión de un ambiente enrarecido, donde cada minuto, cada hora, cada día es determinante para lograr rearmar a sus fieles.

El President Fabra está jugando sus cartas en unos momentos extremadamente difíciles a fuerza de voluntad, tesón y orgullo. Ha depositado en manos de su ariete ideológico la difícil tarea de imbuir ilusión, confianza y esperanza a unas huestes minadas por el desánimo con un mensaje de unidad y de esfuerzo. Isabel Bonig, es consciente del trascendental momento por el que pasamos y está aplicando una Tercera Vía a una formación que bebe de los principios del centro reformista, comprometido con una clara vocación europeísta inspirada en los valores de la libertad, la democracia, la tolerancia y el humanismo cristiano de tradición occidental.

Una revolución silenciosa sin prisa pero sin pausa, armando ideológicamente a una formidable maquinaria electoral que debe romper la aciaga inercia que la Izquierda está marcando a una sociedad que necesita empoderarse a sí misma, para ser un verdadero sujeto político, protagonista y activo de un nuevo escenario que se abre ante nosotros y no un mero rehén de un debate político desvirtuado. Y para ello, la senda de la radicalidad y la exclusión no es el camino. La sociedad española no puede ser víctima del populismo más rancio que nos retrotraiga a lo peor de nuestra Historia.

Y la medicina reformista que está aplicando el Partido Popular se presenta como el antídoto más eficaz. El Partido Popular puede caer, y levantarse. Volver a caer y volver a levantarse y seguir avanzando. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Tenemos partida.

 

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