escraches y democracia

¿Un nuevo partido valenciano?

Las desastrosas situaciones en las que se están viendo involucrados algunos de los partidos políticos principales en la Comunidad Valenciana -con investigaciones judiciales por presuntos delitos de corrupción, financiación ilegal y todo tipo de irregularidades, plantean la necesidad de la aparición de un nuevo partido que defienda con honestidad, y lejos de las viejas disputas, los intereses de la Comunidad y de sus ciudadanos, con verdadero afán regeneracionista, un alto sentido ético y sin hipotecas personales o de partido.

El problema se plantea más agudamente en el campo del centro y centro derecha, pues la práctica quiebra del hasta ahora hegemónico partido -el Partido Popular- hasta el punto de plantearse su cambio de nombre, su refundación, incluso su disolución hace sentir más acuciante la necesidad en esta parte del espectro político.

Y esta eventual laguna vacía no encuentra fuente que la colme. Ciudadanos no puede llenar las aspiraciones de una sociedad -la valenciana- harta de ser ninguneada desde Madrid y Barcelona, pues es evidente su centralismo, por un lado, y curiosamente su control desde Barcelona, por otro lado. La iniciativa del President Puig de aglutinar todos los representantes electos valencianos es loable, pero hay un recelo importante si esto va a poder cuajar en el contexto de intercambios -tomas y dacas- que está viéndose en el ámbito de los juegos de poder de la política española y en la que es de temer que la Comunidad Valenciana salga -según costumbre- siendo la gran perdedora -sobre todo si hay que hacer cesiones y concesiones financieras.

Esta Comunidad no puede olvidar que en las últimas décadas -en el ámbito del Estado de las Autonomías- su financiación pública es francamente desastrosa (ya gobernaran en Madrid socialistas o populares) y no ha sido hasta este año 2016 cuando el Consell parece que se está tomando en serio su reivindicación. Ni tampoco puede olvidar que -en el campo financiero privado- el último lustro ha supuesto la traslación a Madrid y Barcelona del poder financiero bancario con el virtual regalo de las dos grandes entidades financieras (Bancaja y la CAM) y la venta ¡por un euro! del Banco de Valencia -emblema de la capacidad y pujanza económica de la sociedad valenciana- a la barcelonesa Caixa (tras ser saneada con dinero público estatal).

Pero mucha responsabilidad -si es que no toda- la tenemos los ciudadanos de la Comunidad que hemos ido confiando a poderes foráneos toda nuestra capacidad política, económica y nuestro mayor capital intelectual y humano. Esto es particularmente preocupante desde la óptica de la opción mayoritaria -que sigue siéndolo en el electorado en las últimas convocatorias electorales- de centro y centro derecha.

Quizás por ello se observe en los medios de comunicación y en los círculos de opinión económicos y políticos, la demanda de una opción valencianista moderna, liberal y con una decidida apuesta por la recuperación económica y financiera de la Comunidad, obviamente en el contexto general de España y la Unión Europea, a cuyas identidades y espacios culturales y económicos no podemos renunciar. Pero este compromiso español y europeo -que nos aleja de aventuras nacionalistas- no significa un compromiso desigual de darlo todo y no recibir nada, ni perder ni un ápice de nuestra identidad lingüística, cultural e histórica.

En cuanto a la perspectiva liberal, la apuesta parece que no hay duda que debe aparejarse con el irrenunciable mantenimiento del Estado del Bienestar, pero buscando fórmulas que hagan a éste más liviano para las arcas públicas y la menor presión fiscal sobre familias y empresas. Probablemente, lejos de postulados estatalistas se deba buscar -junto con la reducción inevitable de las Administraciones públicas- la colaboración entre el sector público y el sector privado, incorporando criterios empresariales a la gestión y eficiencia de unos servicios públicos cada vez más eficientes y menos deficitarios.

No se trata ahora y aquí de dar un programa -eso o deben hacer los que se vayan a dedicar a ello-, pero sí enunciar unos ejes que debería de asumir este proyecto de nuevo partido valencianista  de carácter regeneracionista -junto con la obvia potenciación de la economía y culturas valencianas (y la recuperación de su orgullo identitario)- y sobre los que debería girar su programa y su oferta a la ciudadanía: valor esencial del ciudadano como titular de la soberanía y la objeto principal de la política, solidaridad entre los individuos, los grupos sociales y los territorios como base de las políticas, efectividad y accesibilidad de los servicios sociales esenciales para todos, garantía de la libertad de empresa y de mercado en el contexto normativo de la Unión Europea, potenciación de la familia y de los demás grupos primarios para el desarrollo del individuo y de estructuración de la sociedad, y el más fundamental de todos: el respeto absoluto y el fomento -dentro y fuera de nuestras fronteras- de los derechos humanos reconocidos por las Naciones Unidas y la Unión Europea.

La eventual proximidad de una refundación del Estado constitucional español hace muy apremiante este planteamiento. Ustedes dirán.

Artículo de colaboración de Mariano Ayuso Ruiz-Toledo, Abogado, Director de Ayuso Legal

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