Unos maletines inmorales

De los continuados presuntos escándalos protagonizados por la UGT de Andalucía –se supone que engañando o en connivencia con el  Gobierno de la Junta- resulta especialmente sangrante el que hasta ahora parece ser el último descubierto, a la espera de que los medios salgan hoy con otra nueva historia para no dormir.

Me refiero naturalmente al de los 700 maletines que repartió entre los delegados que asistieron a su IX Congreso además de 1000 bolígrafos de Francis Montesinos. Nada que decir de los bolígrafos diseño del gran creador valenciano, pero mucho que comentar sobre los 700 maletines de piel.

Tanto que comentar que habría que diseccionar la historia en tres partes. La primera que el coste de los ya famosos maletines la cargó UGT, para variar, a cuatro subvenciones diferentes de la Junta de Andalucía que contaban con fondos de la UE. Pero me temo que esto ya no es novedad.

La segunda parte es de vodevil: UGT compra en Sevilla un maletín original de la acreditada marca Salvador Bachiller  y se lo entregó a uno de sus proveedores habituales para que le hagan 700 copias aunque eso sí, sin que vayan firmados por la empresa española: no son pues falsificaciones puras y duras sino vulgares y tristes copias. Ay el derecho a la propiedad intelectual.

La tercera parte y, para mí la más dolorosa, es que la UGT debería saber perfectamente que las 700 copias se iban a hacer en algún lugar de Asia por trabajadores con salarios de esclavos, sin derechos y sin representantes sindicales. No se puede predicar con la mano izquierda contra las multinacionales que utilizan este comercio para abaratar sus productos y con la derecha hacerse cómplice del mismo delito. Pero la UGT sigue negándose a admitir la verdad. Si todo lo que hasta ahora ha salido ya es un tremendo escándalo, lo de los maletines hechos en Asia es sencillamente inmoral y los responsables tendrían que haber dimitido ya.

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