Bombas de Al-Assad contra el Krak de los Caballeros

Qala’at al-Hosn, el castillo que en Occidente conocemos como el Krak de los Caballeros, es un recinto que reúne la historia entera de las Cruzadas. Pero durante el pasado mes de julio, tropas rebeldes se refugiaron bajo sus potentes bóvedas y el ejército sirio no tuvo el menor reparo en bombardear la fortaleza. Los carros de combate de fabricación rusa, en efecto, están intentando desmontar la fortaleza que los caballeros medievales levantaron hace siglos. En internet está, colgada para vergüenza de la humanidad, la imagen del momento en que un grueso proyectil impacta sobre la torre del homenaje.

Si la confusión es total cuando hablamos de la guerra, y de los ataques con gases tóxicos, la información disponible sobre la suerte de los monumentos arqueológicos y los museos de Siria son particularmente escasas y confusas. Se habla de bombardeos a lugares arqueológicos ocupados por los rebeldes antigubernamentales y se habla también de saqueos a monumentos y museos. Hay indicios de que están desapareciendo piezas valiosas y rumores de que hay desaprensivos que, aprovechando la guerra, han hecho expediciones clandestinas de saqueo.

Solo hablar del bombardeo del Krak de los Caballeros conmueve a cualquier persona culta. Es el monumento clave de las Cruzadas, el mejor recuerdo que la cultura mundial tiene de aquellos episodios en los que las mismas playas de la costa siria fueron testigos de desembarcos y batallas. El castillo está a mitad de camino entre Damasco y Alepo, en valle del histórico rio Orontes, y también a mitad de camino entre Homs y Tartus, en la costa mediterránea de Siria. El dominio de la fortaleza, en la práctica, suponía asegurar el acceso al Líbano, que está a pocos kilómetros, y tener la vía a Jerusalén.

La fortaleza, de la que surge toda la iconografía medievalista, se levanta sobre una colina para dominar un vaso paisaje enclavado en el doble cruce de caminos. Impresiona la visión de sus muros compuestos por enormes sillares; emociona la carga de historia que acumulan sus torres y paramentos. Pero todavía es más emocionante una visita a su interior, donde bóvedas, pasadizos, blasones, puertas, salas y contrafuertes evocan, de la mano de los guías, un pasado turbulento y siglos de lucha por el control de los lugares santos.

Los nombres de órdenes religiosas caballerescas como la de San Juan y el Temple, el nombre de líderes que parecen inscritos entre la historia y la leyenda, se acumulan durante la visita:  Godofredo de Bouillón y su hermano Balduino de Bolonia, Raimundo de Tolosa, Estéfano de Blois, Hugo de Vermandois, Bohemundo… Los años finales del siglo XI, el mismo momento de la historia en que el Cid toma Valencia, fueron los del esplendor de la I Cruzada. Los caballeros venidos de Europa tomaron la fortaleza inicial, levantada por los kurdos, para iniciar la leyenda del Krak y el proceso de sucesivas obras de consolidación de la gigantesca fortaleza, que en el siglo XII estará en manos de la Orden de San Juan de Jerusalén y tendrá hasta 2.000 defensores a su servicio.

Durante 129 años, la fortaleza sufrió y superó más de diez ataques de los musulmanes, incluido los intentos de Saladino. Su leyenda se hizo pareja a sus valores patrimoniales, históricos y arqueológicos. Que son los que la Unesco reconoció en su día. Junto a ellos, otros cinco puntos de Siria gozan de la misma protección: la propia ciudad de Damasco, Alepo, Palmira, Bosra y Qallat Saladin, conjunto de ciudades históricas situadas al norte del país.

Siria, junto con la vecina Irak, que se corresponde con la antigua Mesopotamia, atesoran los principales yacimientos y vestigios que explican la historia antigua de la humanidad. De ahí la preocupación que, más allá del desastre humanitario que siempre habrá de tener prioridad, inquieta a los especialistas occidentales en estos momentos.

Ir arriba