El infierno de Benlliure, para las visitas a la Generalitat

La magnífica exposición que sobre la obra de Mariano Benlliure inauguró el martes el presidente de la Generalitat en el complejo cultural del Carmen, encierra obras de gran calidad que completan el conocimiento del escultor valenciano. Pero de los mil aspectos que podríamos abordar sobre ella nos vamos a quedar con uno solo: la chimenea que el escultor fundió, en 1899, sobre el “Infierno del Dante” que curiosamente se conserva en la presidencia de la Generalitat Valenciana.

Los que hayan tenido la suerte de acudir invitados, o los que hayan pedido permiso como turistas para visitar la sede oficial de la Generalitat, se habrán encontrado, en el patio principal, con esa obra escultórica impresionante. ¿Qué hace allí? ¿Por qué Benlliure abordó ese asunto tan tremendo? La exposición del Carmen nos lo explica con todo detalle y configura una de las muchas razones para visitarla este verano.

Benlliure, en el año 1895, recibió el encargo de un banquero llamado Gustavo Bauer. Tenía que decorar una sala en el palacete de la familia, en la calle de San Bernardo. En el la casa habría una sala de música, donde el financiero quería ubicar un busto de su padre, fundador de la entidad, y una serie de piezas decorativas. El maestro valenciano se puso manos a la obra y realizó piezas de gran interés: en la exposición podemos ver el busto del fundador de la Banca Bauer, un caballero de grandes patillas muy parecido a nuestro marqués de Campo.

Pero también figura allí un precioso dibujo. Es el boceto, hecho a carboncillo y tiza, de una chimenea de gran porte en la que Benlliure dejaba correr en completa libertad una imaginación “puesta a cien” tras la lectura atenta de los versos que el poeta italiano Dante dedica a describir el infierno. La horrible Barca de Caronte, la laguna donde arden los malvados, los diablos de terribles fauces, sapos, culebras, monstruos que devoran a los condenados… todo cuanto el poeta había creado lo llevaba el escultor a un desarrollo plástico: un amasijo de cuerpos torturados daban forma al hogar de una chimenea coronada por el propio Dante que mira conturbado el espectáculo ante el que le ha puesto un sereno Virgilio.

Balliure se puso manos a la obra y modeló la chimenea. Pero el señor Bauer consideró que era un exceso para la sala de música de un banquero; de modo que muy cortésmente la rechazó. Benlliure no se inquietó en exceso: dibujó otras piezas mas suaves para el financiero y se dispuso a terminar la chimenea, que en todo caso serviría para calentar su estudio de Madrid. Es más, estaba tan encariñado con el apasionado diseño del sufrimiento infernal, creía tanto en su obra, que decidió enviarla nada menos que a la sección de Escultura de la Exposición Universal de París de 1900, la ocasión artística más deslumbrante que el mundo culto había organizado para dar la bienvenida al inmediato siglo XX.

Convencido además del valor artístico de su obra, tomó el boceto que los Bauer habían rechazado y se lo mandó a la reina regente, doña María Cristina, la madre del jovencísimo Alfonso XIII. Esa es la obra que podemos ver en la exposición del Carmen: “A S. M. la Reina Regente, su humildísimo servidor. M. Benlliure. 1900. Proyecto de la chimenea en bronce (Infierno de Dante) para la exposición de París de 1900”.

En París, Banlliure se consagró como artista nacional e internacional. Le dieron la Medalla de Oro en la sección de Escultura. Del mismo modo que otro artista valenciano, amigo entrañable, Joaquín Sorolla, se llevó la Medalla de Oro en la sección de Pintura. Fue cuando la prensa de Madrid empezó a ponderar a los dos grandes artistas valencianos y cuando el periódico “Las Provincias” escribió que era una vergüenza que el Ayuntamiento no se acordar de ellos. De ese artículo, que causó conmoción, vino que hasta una falla, la de la plaza de la Pelota (hoy de Mariano Benlliure, precisamente) criticara el olvido local de los dos genios. De ahí vino, muy pronto, la rotulación de la calle y la plaza que los artistas mantienen. Y el homenaje público que ambos recibieron, junto con otro “valencianet”, llamado Vicente Blasco Ibáñez, que también estaba triunfando en lo suyo.

La Reina Regente agradeció el obsequio, que estuvo siempre expuesto en el palacio de verano de los Reyes, en San Sebastián. El dibujo es ahora pieza clave de la colección del donostiarra Palacio de la Cumbre, y el Ministerio de Cultura lo ha prestado a la exposición. Pero ¿y la chimenea verdadera, la de bronce, que fue de ella? Siempre se ha dudado si Benlliure mandó fundir una o dos piezas. Se han perdido parte de los archivos del fundidor y no hay forma de comprobarlo. Pero los expertos indican que dada la carestía de un trabajo así, el escultor mandó terminar una chimenea, la que se expuso en París durante muchos meses, y que luego fue integrada a su estudio. Gracias a los estudios de Lucrecia Azcue Brea, cuyo texto en el catálogo de la exposición hemos consultado para este reportaje, está probado documentalmente que el escultor rechazó una generosa oferta de compra de un potentado americano.

Como ha escrito la experta, la escultura, “hasta la muerte del escultor, en 1947, estuvo colocada en la sala de billar de su casa estudio en la calle Abascal de Madrid, después pasó a su hija Leopoldina Benlliure Tuero y, finalmente, en febrero de 1957 fue adquirida por la Diputación Provincial de Valencia” . Si, en efecto, por la Diputación: porque todas las obras de arte que vemos en la Generalidad, incluido el propio edificio sede, es propiedad de la Diputación, que cedió el uso al nacer en España las autonomías. Queda saber por qué la chimenea no ha viajado a los lugares de la exposición, primero en la Real Academia de San Fernando de Madrid y ahora en El Carmen de Valencia. Pero la explicación, más que en el peso, que debe superar la tonelada, habría que buscarla en la complejidad, y también fragilidad, de la obra, que ensambla más de treinta figuras. No en balde el escultor le escribió a su hermano José: “Finalmente terminé la Chimenea, ya está en manos del fundidor. Materialmente no he tenido tiempo para ocuparme de otra cosa pues he trabajado día y noche, com un negre…”

Esa misma razón reclama que la escultura esté en el patio, justo al lado donde los presidentes suelen hacer las más solemnes declaraciones o comparecencias, bajo las tres banderas oficiales. En muchas situaciones históricas, de momentos duros o dramáticos, los fotógrafos de prensa han conseguido que en la escena política se cuele la visión apocalíptica de la “Divina Comedia” bajo el prisma genial de Mariano Benlliure.

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