La elección directa de alcaldes o el fin del chollo de gobernar perdiendo elecciones

“Secuestro a la democracia”, “fraude a la democracia”, “cacicada”, “golpe de Estado”, “trampa” “estratagema”… la lista de sandeces de la izquierda sobre la propuesta de elección directa de alcaldes es más larga que la de marcas blancas de Mercadona. Una lista, además, que denota la cara dura y desvergüenza de algunos por llamar “cacicada” o “fraude” a algo tan obvio y sencillo como que quien gane claramente una elecciones, gobierne, y no un popurri antinatura de perdedores. Es la desvergüenza de acusar de “cacicada” a los demás mientras ellos nombran alcaldes que no ha votado ni el 10% de los electores. “Fraude a la democracia”, señores, es que un señor que saca el 45% de los votos no sea alcalde y sea alguien sque nombran en pactos para joder al que ha ganado, no ya al siguiente en votos sino a personas a las que no votó ni 1 de cada 10 vecinos.

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Lo que me alucina es que se cierren en banda a considerarlo o debatirlo, empezando por el PSOE, cuando ni siquiera hay una propuesta concreta. ¡Habrase visto, que estos fachas del PP quieren que gobernemos ganando unas elecciones, qué fuerte! ¡Esforzarse en ganar y que te vote la mayoría para ser alcalde, qué desfachatez más antidemocrática! Habrán sido los gritos en las sedes del PSOE, IU o Compromís. Sólo un partido que haya renunciado de antemano a ganar y obtener un buen resultado puede oponerse a la elección directa, y es muy triste que se sea el caso del PSOE y todavía más del PSPV. Y no lo digo yo, es que los transmiten ellos mismos, como cuando Ximo Puig sale más feliz que un niño el día de Reyes a contar que según la encuesta tal el PSPV obtiene el peor resultado de la historia y un batacazo histórico, pero que no pasa ná porque el PP pierde la mayoría absoluta. La dirección socialista queda todavía más en ridículo cuando alcaldes como el de Mislata o Quart de Poblet dicen que ven bien la elección directa. La diferencia es que estos alcaldes aspiran a ganar, no como sus líderes.

La elección directa de alcaldes es una medida positiva no porque favorece a quien gana frente a los pactos de despacho, que también, sino porque da voz directa al ciudadano, que ya no elige a una lista de concejales para que decidan por él. Y porque permitirá conocer de antemano las alianzas electorales. Que IU, Compromís, Podemos y el PSOE quieren juntarse para echar al PP, muy bien, que presenten un candidato y un programa común y que los ciudadanos decidan. No que uno vote al PSOE, porque quiere su candidato y programa, para que éste acabe bajándose los pantalones y poniendo de alcalde a uno de Compromís que no ha votado ni el tato, hagan un gobierno sin programa alguno que acabe al año roto y con un ayuntamiento ingobernable.

Entiendo las críticas a que el momento puede ser muy ajustado porque tenemos elecciones en breve. Yo lo hubiera hecho antes, cuando se abordaron las grandes reformas como la de la Educación y antes de las europeas, así la medida estaría libre de toda sospecha. Pero si ha llegado ahora, bienvenida sea. Más vale tarde que nunca. Ahora por fin se ha abierto un debate sobre esta cuestión en los partidos y la opinión pública y no hay que dejarlo escapar. Y más cuando no hay nada en concreto. Podemos hablar de lo que sea, de segundas vueltas, porcentajes mínimos, etc. Por eso, la negativa del PSOE sólo muestra sectarismo, más cuando gente suya sí respalda la medida y cuando ellos mismos la han defendido en programas y PNL en 1998, 2003 o 2004 ¿Qué pasa, señor Sánchez, que la dirección socialista de entonces apoyaba los ‘pucherazos’? Un poco de ‘memoria histórica’ que tanto les gusta.

IMG_4318El PSOE y la izquierda moderada, así como otros partidos como los nacionalistas, no tendrían motivos para oponerse a la elección directa si por ejemplo se plantea de forma que haya un mínimo de 40% del ganador y diferencia de al menos 10 puntos con el siguiente, y si no se cumple, pues a segunda vuelta. A mí una segunda vuelta no me parece mal si la diferencia entre los dos primeros es ajustada. Ahí la izquierda no tiene excusas, ya que a posteriori pueden dar su apoyo y pedir el voto para el candidato de izquierdas que ha quedado para la segunda vuelta.

Tampoco tiene excuso si se hace con dos urnas: una para los concejales, como el sistema de ahora, y otra para votar sólo al alcalde. Así las minorías no se ven perjudicadas en representación municipal (lo que dejan es de mangonear alcaldías) y se respeta la voluntad de la mayoría de elegir un alcalde. Una persona podría por ejemplo votar a IU en la primera urna porque quiere que saquen concejales para representar tal programa, y en la segunda urna votar al candidato del PSOE para alcalde, porque considere que es más idóneo para dirigir el municipio. Esta forma de elección me parece perfecta, porque todos salen ganando, mayorías y minorías.

Un cambio en la forma de elegir los representantes municipales requiere consenso, está claro. Lo deseable es que la apoyen al menos PP y PSOE, y se sumaran partidos como CiU, PNV o UPyD. Pero ¿Qué pasa si el PSOE se niega a hablar del asunto? Los portavoces mediáticos de la izquierda ya está machacando con que una cambio de ley de esta envergadura no lo puede hacer el PP solo. Tienen razón, pero si la otra parte se niega en plan niño pequeño con rabieta y el PP está decidido y presenta una buena reforma, debe tirar para delante. El PSOE cuando gobernó Zapatero modificó o derogó muchas leyes importantes por su cuenta, o apoyándose en partidos como ERC, sin pactar con el PP, y eso que no tenía mayoría absoluta. Y entonces nadie se escandalizaba porque se aprobaran cosas de calado como el Estatut de Cataluña o cargarse el PHN sin contar con el PP. Por eso, aunque lo deseable y lo que hay que buscar es el acuerdo hasta el último momento, si este no llega no hay que tener miedo a aprobar en solitario.

No hay que tener miedo a la elección directa. Ni menos aún a hablarlo y considerarlo. Salvo, obviamente, que tu único objetivo político sea estar en los ayuntamientos obteniendo cuotas de poder mediante el mamoneo. Me acuerdo cuando mi madre hace años me preguntaba, ante alguna noticia que salía: “¿Y el el alcalde de tal pueblo de quien es?” y yo le contaba que “es de tal partido, pero pactó con tal y cual para que fulanito no fuera” y me contestaba “eso no debería ser, debería de gobernar quien más votos ha sacado”. El debate ha estado ahí siempre. Ya es hora de abordarlo.IMG_4319

Postdata: la izquierda y los voceros de IU, PSOE o Compromís no dejan de repetir como únicos argumentos contra la elección directa que 60% de votos es más que 40% y que el PP también ha obtenido alcaldías pactando, mencionando una y otra vez el caso de Rita Barberá con UV en 1991. El primer argumentos es en sí mismo una mentira. Sí, 60 es más que 40, pero ese 60% no ha votado a una misma persona ni proyecto para ser alcalde. El 30% habrán votado a uno, el 20% a otro y el 10% a otro. Los del 40% sí han votado a un mismo candidato y programa. El segundo argumento es tan simple de contestar como que quien defiende la elección directa lo hace para todos los casos. Si en 1991 hubiera existido elección directa, Rita Barberá hubiera tenido que someterse a ese sistema y salir elegida de esa forma. Yo quiero elección directa para todos, y que mi partido sea el primero en respetar lo que deciden los ciudadanos y asumir las reglas del juego (como los pactos previos y no a posteriori) si aprueba la medida. La izquierda, como vemos, no, no sea que a algunos se les acabe el chollo de gobernar sin ganar en la vida.

 

Enrique Olmos.

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