Escribo estas líneas no solo porque quiero hacer muestra clara de mi posición como futura periodista de un país que necesita hoy más que nunca de profesionales que den todo por luchar por la verdad absoluta, sino también porque quiero demostrarle al mundo que no hay mejor profesión que ésta.
Han pasado 3 años y medio y estoy a punto de titularme, y he escuchado muchas veces el reproche de mucha gente que denigra el oficio.
Para muchos el estudiar Comunicación Social, es la salida para no ver matemáticas, o porque es una carrera “fácil”, pero hay miles como yo que aman la esencia de ser voceros de la verdad.
Quizá en este mi país, las fuentes de empleo son sumamente escasas, la falta de papel periódico, la falta de presupuesto en canales y emisoras radiales, y la constante agresión a los reporteros de calle- son factores que a muchos nos desanima.
Es inevitable pensar que al terminar la carrera universitaria, emigremos a otras latitudes, miremos otros paisajes, conozcamos otra gente y cultura, y así olvidarnos de nuestras raíces.
El valor por hacer periodismo transparente y verdadero se ha vuelto cuesta arriba por la autocensura de las plantas televisivas y voces anclas de cualquier medio, la incertidumbre que causa pensar que pueden cesar las transmisiones y apagar sus voces, son el miedo latente en el corazón de los profesionales de la comunicación
De mi parte esta toda la admiración por quienes están apostando al igual que yo a aspirar ejercer en la tierra que nos ha dado todo, el valor por mostrarle al mundo de que estamos hechos, de demostrar la verdad como primer valor y enaltecer lo bello del mejor oficio del mundo: SER PERIODISTA.