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¿Libertad horaria? o ¿imposición horaria?

¿Libertad horaria? o ¿imposición horaria? ¿Qué hacer un domingo o festivo? A medida que ha pasado el tiempo ha descendido la afluencia a los pulmones verdes y reducido las quedadas en casas de amigos para practicar un nuevo deporte devenido por la economía.

La construcción de centros comerciales que consigo llevan establecimientos destinados al ocio y entretenimiento y aglutinan en, relativamente, pocos metros cuadrados tiendas en las que se puede encontrar de todo, ha sido clave en la rápida aceptación de esta moda -que ya ha pasado a costumbre-.

La fuerza económica es tal que su influencia en el calendario laboral ha sido, y sigue siendo, decisiva. Todo ello en detrimento de las empresas tradicionales que han tenido que ingeniárselas para luchar contra estos horarios en los que también la Administración pone baza.

La libertad horaria permite a los que trabajan a unas determinadas horas poder realizar sus compras y disfrutar de su tiempo libre en otros momentos diferentes a los que la mayor parte de la sociedad lo hace, pero también tienen derecho.

Este argumento es el que defienden los grandes centros, pero los pequeños y medianos comerciantes les plantan cara con la pérdida de calidad del trabajo y, sobre todo, la tan reivindicada ciudadana, sindical y políticamente conciliación laboral.

El debate no únicamente atañe a ejemplos como éstos, las tiendas de barrio y diseminadas, hasta la tienda de toda la vida de la esquina que ahora decida abrir también los domingos pasando por las casas de comida rápida.

Reabrir esta discusión en estos momentos, de la manera en la políticamente están las administraciones, tiene un perdedor. Un perdedor del que, a su vez, dependen muchos puestos de trabajo tanto directos como indirectos. El debate no es tan mero. Sean serios.

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