Bravo, doña Gabriela

Señor Joan Ribó, hablemos claro

Señor Joan Ribó, hablemos claro. Basta ya de acciones simbólicas, gestos, palabras colmadas de contenido en época electoral que nunca se llevarán a la práctica. Somos conscientes que la situación de las arcas municipales no es la mejor, que quizás no haya un margen económico de actuación suficiente como para poder abordar grandes reformas en la ciudad de Valencia. Pero, tras seis meses de gobierno, el panorama del gobierno que usted emprendió, advirtiendo que lo hacía «con valentía» y «retornando la sonrisa» a los valencianos, deja mucho que desear.

Para comenzar el análisis, debemos partir del carácter con el que emprende cada decisión, señor Joan Ribó. No se puede gobernar en función de las convicciones personales, es inconcebible. Usted, señor alcalde, debe liderar el proyecto en común de todos los valencianos, buscando la mayor justicia social y el consenso en la representación de los habitantes de la capital del Turia. Como ejemplo, la intención de acabar con el belén del Ayuntamiento de Valencia, que al final solo ha quedado en un traslado hacia la catedral, deja en evidencia dos cuestiones:

· En primer lugar, que usted no ha entendido que las representaciones de la adoración no suponen, 2015 años después, un debate sobre el laicismo o la confesionalidad, ya que son simplemente un motivo tradicional, si nos apura, hasta cultural. Por tanto, no tienen por qué desaparecer de los edificios públicos. Por esa regla de tres, señor Joan Ribó, como usted puede entender que la tradición estadounidense de colocar un abeto por Navidad puede ofender a las personas de convicciones antiimperialistas, debería eliminar el árbol navideño de la Plaza del Ayuntamiento. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Prohibir a las familias valencianas realizar presentes el día 25 por ser una tradición yanki?

· Seguidamente, que no se ha estudiado las cifras de visitantes del belén municipal. Si lo hubiera hecho, se hubiera dado cuenta que, más allá del debate de la religiosidad que entraña la belleza de lo que es una exhibición artísitica, y a pesar de que los que lo conocen lo definen como un amante de la cultura, es una de las actividades que más personas congrega por estas fechas. Quizás, simplemente, no quiera ver la realidad, señor Joan Ribó. Quizás prefiera cegarse con su visión de ver la vida, en contra de la opinión mayoritaria de los ciudadanos valencianos.

Lo mismo ocurre con su imposición de prohibir las festividades taurinas en Valencia y pedanías, como antitaurino confeso, sin antes preguntar a los valencianos y valencianas cuáles son sus pretensiones. Respecto al derecho a decidir catalán, usted se ha pronunciado en múltiples ocasiones cuestionando si, los que no coincidimos con su opinión, tenemos miedo a la democracia. ¿Por qué no plantea un referéndum sobre las festividades taurinas en cada pedanía? ¿Ahora es usted el que tiene miedo a la democracia señor Joan Ribó?

Por último, cabe señalar el carácter revanchista con el que emprende cada medida. Eso, por no hablar de su política basada en el amiguismo. Sí, señor Joan Ribó, está haciendo lo mismo que criticaban ustedes respecto al Ritaleaks, el clientelismo del Partido Popular de la Comunidad Valenciana en las diputaciones o el caso Gürtel.

Ahora que, conociendo sus convicciones anticapitalistas y su sentimiento filocomunista, es totalmente entendible. La historia refleja claramente el modo de actuación política en la Unión Soviética, Cuba, la China de Mao Tse-Tung o KimJongunlandia. No nos sobresaltamos en exceso. Sabemos quién es usted, señor Joan Ribó. Y aunque la mona se vista de seda… radical se queda.

¿Se convertirá el Ayuntamiento de Valencia en cuatro años en algo parecido al contenedor del politburó nacionalista y estalinista? El tiempo dirá, señor Ribó. Esperamos estar equivocados.

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