’60 kilos’: tormenta de acero

Oscurece. Huele a tormenta de acero. A cuero, drogas, vicio y perversión. Todo el lumpen castizo se ve envuelto en una tempestad donde el fin es la huida de unas vidas al límite y su pasaporte, sesenta kilos de cocaína.

El primero en intentar iniciar ese viaje es Charli, que tras cuatro años pasando droga de Oporto a Valencia junto con su fiel compañero El Nene, decide que es hora de dejar la red que dirige el narcotraficante levantino D. Anselmo Antúnez Cabrera, alias Frigorías, ahogado en deudas inmobiliarias. Las dos maletas con cocaína pura están facturadas con la ‘v’ de ‘vendetta’, tejiendo una red de almas errantes con pasados forjados a golpe de violencia.

La misma que enarbola Tiburón, un ex legionario que tatúa bocado a bocado a sus víctimas, aunque es capaz de enamorarse de Amapola, la prostituta estrella del ‘Rojo y Negro’ que sabe separar el trabajo del amor. O ‘El Nene’ subestimado por su apariencia física pero capaz de transformarse en un tipo frío y sin escrúpulos. Incluso podrán descurbir al Marqués, el patriarca de un clan de la droga donde los lazos de sangre se unen a golpe de billete.

A través de esta perversa mercancía, el escritor y periodista valenciano Ramón Palomar teje una novela negra ambientada en Valencia, Oporto, Madrid, Tarifa y Tánger para sumergirnos en los bajos fondos de la otra sociedad en la que los ‘maderos’ no hacen acto de presencia; un submundo de eslabones frágiles donde la lealtad dura el mismo tiempo que un tiro de coca.

Palomar imprime al relato un ritmo violento a punta de pistola hasta la última página con el que se recrea en los aspectos más sórdidos del sexo y las relaciones entre estafadores como un Maupassant castellano, donde puedes sentir el sabor metálico de la sangre con cierto sadismo made in Don Winslow o evocarte el color tarantiniano del noir cañí.

Si les apetece bajar al mismo infierno, cojan este billete. No hay nada como caminar sobre el filo de la navaja entre el dolor y el placer.  Cuando la devore de principio a fin, sentirá usted haber sobrevivido a la tormenta de acero.

60 kilos

[Sesenta Kilos. Ramón Palomar. Ed. Grijalbo. Barcelona. 2013]

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