Esa normativa, denominada ‘EN 71-3:2013 Seguridad de los juguetes. Migración de ciertos elementos’, entró en vigor el pasado 20 de julio y exige la realización de los ensayos relativos a diecinueve sustancias químicas para medir qué cantidad pasaría al niño en el caso de la ingestión de un pedazo de plástico, de pintura o de cualquier otro material que forme parte del juguete. Entre esos elementos se incluyen plomo, cadmio, mercurio, cromo, arsénico o antimonio, entre otros.
La referida norma se deriva de la directiva de seguridad de los juguetes (2009/48/CE), que «ha requerido de una importante adaptación tanto de los agentes económicos involucrados como de los laboratorios de análisis», han señalado las mismas fuentes.
Para Aiju, la acreditación obtenida es «la mejor herramienta disponible para generar confianza y credibilidad, la cual es establecida por un mecanismo independiente, riguroso y global».
Este organismo independiente es el que garantiza «la competencia técnica» de Aiju para llevar a cabo los ensayos en función de la nueva norma, según fuentes del Instituto Tecnológico del Juguete.
Conocida también como Asociación de Investigación de la Industria del Juguete, Conexas y Afines, Aiju se fundó en junio de 1985 a iniciativa del Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana (Impiva) y del Ministerio de Industria y Energía, con el fin de apoyar el desarrollo del sector industrial juguetero.
En la actualidad, cuenta con 580 empresas asociadas de distintos sectores industriales, de los que un 50 % pertenece a la actividad del juguete y la otra mitad, a puericultura, pequeño electrodoméstico, automoción, transformación de plástico, eléctrico, moldes y matrices o productos infantiles.