Compositor de canciones de tuna, un raro oficio en el siglo XXI

Al margen de algunos calificativos, como el de «trasnochados», y augurios no cumplidos sobre su desaparición, las tunas, algo cansadas de los eternos «clavelitos», llegan al siglo XXI con nuevo repertorio gracias al trabajo de unos pocos. Definirse actualmente como «compositor de canciones de tuna» puede sonar bien si la expresión viene acompañada de notas musicales, pero a palo seco suena raro o, al menos, sorprendente.

El alicantino Juan Carlos Berrueco, autor de más de 70 canciones de tuna, es de esos pocos que hoy en día mantienen este oficio y que a lo mejor, sin ser plenamente consciente de ello, está insuflando nuevo aire a una institución, la tuna, que apareció hace ya cinco siglos, aunque algunos sitúan su origen en el siglo XIII.
En su primera entrevista concedida a un medio de comunicación, Berrueco, licenciado en Derecho por la Universidad de Alicante y ahora empresario, confiesa que lo de compositor es algo secundario. «Primero soy tuno, pues lo llevo desde que entré en la Facultad hace ya muchos años, y luego, si me quieren llamar así, compositor», añade este alicantino, mientras tañe una de sus muchas guitarras.

Autor de la música y letra de todas sus canciones, Berrueco elabora y prepara en su estudio -un pequeño cuarto situado al fondo del pasillo de su casa- tanto las voces como los contrapuntos, las notas de guitarra, bandurrias, laudes y timples, y las rimas, los párrafos, los estribillos y «lo que haga falta». En su currículum musical, que elabora cuando el trabajo y la familia se lo permiten, aparecen numerosas canciones que hoy en día interpretan buena parte de las tunas españolas y extranjeras. «Llorarán las estrellas», «Para siempre», «Cerca de ti» o «Perdóname» son un buen ejemplo de su trabajo, pero también de que el repertorio de tuna está cambiando o aumentado, «depende de cómo se quiera ver».

Extrovertido cuando habla de las tunas, pero introvertido para desgranar su trabajo, Berrueco encuentra sus fuentes de prosa en los retazos de su vida, las pinceladas de gente próxima y los recuerdos de vivencias en viajes. Tal es así que ha dedicado canciones a ciudades y lugares que le han marcado. Unas composiciones, añade, que ya han sido adoptadas tanto por otras tunas como por otro tipo de agrupaciones musicales.
«Extremadura», «Pico Teide», «Noches de leyenda» -dedicada a Murcia-, «Estudiantina alicantina», «Sevilla», «Mujer mediterránea» y «Salmantina», entre otras, conforman este «Crisol» -título de otro tema- de nuevas canciones para capas y cintas.

Berrueco tiene palabras de elogio y recuerdo para Carlos Baras, un tuno sevillano, autor de innumerables canciones, recientemente fallecido. Aunque sostiene que es «más fácil cantarle al desamor que al amor», pues asegura que «fluyen y emergen más sentimientos», Berrueco opta por «el positivismo sentimental». «Soy más creativo cuando pienso en positivo», según subraya. A su juicio, «el amor es el río de la vida, lo que mueve al mundo, y las tunas forman parte de ese engranaje. Por eso sostengo que las tunas no desaparecerán nunca».

Su tuna es siempre el primer filtro de sus canciones pero también el trampolín para que se conozcan.
«Recientemente, acudimos a un certamen nacional de tunas, y todas las canciones que interpretamos era nuestras. Esto, en pleno siglo XXI y ante una visión errónea de que la tuna es arcaica, supone una auténtica revolución», ha explicado.
 

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