El espionaje no es cosa de niños

 

Caminando por la Avenida del Reino de Valencia vemos algo que llama nuestra atención: es la figura de ‘Humphrey’, una representación a escala real del mítico persona de Humphrey Bogart ‘Sam Spade’ en la película de 1941 ‘El halcón maltés’. Este icono, nunca mejor dicho, es una de las señas de identidad de ‘La Tienda del Espía, un negocio que cuenta con más de dos décadas de experiencia a sus espaldas. Entre sus productos podemos encontrar desde bolígrafos grabadores hasta pen drives espía, estetoscopios escucha-paredes o incluso detectores de cámaras ocultas.

“El tipo de clientela que acude a nuestras tiendas es sobre todo gente normal, el 98% son particulares que tienen alguna sospecha pero que con sus recursos propios no pueden llevar la investigación a cabo” nos cuenta Antonio Durán, propietario de la tienda. “Con nuestros productos pueden realizar la investigación, tanto de tipo empresarial como familiar o afectivo”.

Mucha gente pasea por la calle, se para frente al escaparate y comenta con curiosidad los productos que se exhiben en las vitrinas, “pero no se tiene verdadera noción de la importancia de estos productos hasta que surge la necesidad de utilizarlos”.

Esta empresa, que cuenta con puntos de venta en Madrid, Bilbao y Barcelona además del establecimiento de Valencia se encarga principalmente de ofrecer productos de seguridad. El espionaje al más puro estilo 007 es algo reservado exclusivamente a las películas, y la gente que acude buscando ciertos productos a estas tiendas lo hace con afán de proteger.

La gente no viene con intención de espiar a los demás, por ejemplo en el caso de los empresarios” añade Antonio; “se suele tener confianza en los empleados que están contratados, y al igual que se monta un sistema de seguridad para que no entren a robar, también es necesario montar un sistema de seguridad en el ordenador o en el control de productos en stock”.

 

No es un juego de niños

A la hora de realizar este tipo de investigaciones privadas por cuenta propia, es necesario tener en cuenta los posibles riesgos legales que podrían recaer sobre nosotros al ‘jugar’ con información privada. Según nos informa Antonio, “todos los productos que se venden están homologados” y se pueden utilizar siempre y cuando el fin sea una investigación personal. “Si la información que consigues por ejemplo mediante una grabación la difundes o haces chantaje con ella estás incurriendo en un delito y puedes meterte en un lío”.

Tras 22 años de especialización en el negocio, la exigencia en la calidad de los productos es una prioridad. Los objetos más demandados por los clientes en la tienda suelen ser cámaras de vigilancia y productos destinados al control de los menores en Internet como programas espía para el ordenador o pen drives que recaban toda la información del usuario.

Con toda esta experiencia en el sector a sus espaldas, ‘La Tienda del Espía’ ha conseguido ampliar horizontes a través del comercio por Internet, aunque por ahora están centrados principalmente en el mercado español; “Con 45 millones de habitantes tenemos un mercado considerable” bromea el propietario. Con el paso de los años se han ido añadiendo prestaciones adicionales, como los servicios de detectives privados. Estos profesionales ayudan a los clientes a recabar cierto número de pruebas a partir de una investigación inicial con el objetivo de presentarlas ante un juez.

 

Espionaje internacional

Con todas las noticias que día a día aparecen en los periódicos y telediarios sobre casos de espionaje entre políticos e incluso a estrellas del deporte, le preguntamos a Antonio sobre el último escándalo internacional de mayor trascendencia relacionado con el tráfico de información privada revelado por el ex agente de la CIA Edward Snowden. Nuestro protagonista lo tiene claro: “tendríamos que ponerle un monumento”.

Gracias a las revelaciones del joven informático “ha hecho un gran favor a todos los ciudadanos europeos para ser conscientes del peligro que significa entregarle nuestra privacidad a estos sistemas electrónicos americanos”. Según Durán “la privacidad nos corresponde a nosotros mismos y no nos daremos cuenta de la gravedad de lo que están haciendo con nuestros datos hasta que explote”. 

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