El lenguaje de los balcones

La ciudad es un continuo hervidero de estímulos, señales, signos, lenguajes. A poco que nos detengamos y observemos podemos tener mucha información sobre los ciudadanos que las habitan, sus costumbres, sus problemas, su idiosincrasia, en definitiva. Son muchos los elementos urbanos sobre los que nos podríamos parar para obtener esta información, pero Ricard Morant y Arantxa Martín, de la Universitat de València, decidieron fijarse en los balcones de los edificios para realizar su estudio sobre el lenguaje que encierran estos elementos arquitectónicos a los que estamos tan habituados al recorrer las ciudades y en los que raramente reparamos a no ser que algo nos llame poderosamente la atención.
Es como ver con otros ojos la realidad que nos circunda, porque vivimos rodeados de muchos lenguajes que nos dan mucha información. Antes trataron de analizar el lenguaje de las camisetas o las bolsas comerciales, pero quizá los balcones ofrezcan un atractivo especial al tener un vocabulario propio, una forma de sacar hacia fuera, de expresar, la intimidad y/o personalidad de sus moradores.

Los responsables de este estudio, publicado en la revista “Signa 22” de la UNED, se detuvieron principalmente en observar los balcones de una ciudad como Valencia, aunque su radio de acción también se amplió a Madrid y Barcelona. “Los balcones hablan y en Valencia hay muchos y nos dicen que se trata de una ciudad con mucho sol que necesita refrescarse. Si nos fijamos en los países nórdicos, no hay casi balcones, hay miradores al igual que en las ciudades del norte de España. Cuando no hay balcones es por algo».
A partir de ahí, el trabajo de campo consistió en hacer una catalogación en función de los balcones observados y sacar cuanta información se pudiera a la hora de llegar a conclusiones.  Afirma Arantxa que pueden haber muchas clasificaciones de los balcones en función de lo que en ellos encontremos. Así, hay balcones políticos, publicitarios, estéticos, festivos, señalizadores…balcones agenda…¿Balcones agenda?, le pregunto.  Sí, los balcones del Teatro Principal o del Centro Cultural Bancaja, donde se muestra el programa de actividades culturales del edificio, afirma y añade: Balcones también que informen  sobre los ciudadanos que viven allí, son como escaparates de la intimidad. «Alguien que tenga una bicicleta en el balcón, será deportista y dispondrá de poco espacio dentro».

Los balcones denotan el momento social en el que vive una ciudad, según explica Arantxa. Ahora podemos observar muchos balcones con carteles de venta y alquiler de pisos en los que se detalla que quien se ofrece es un particular. La crisis ha hecho que proliferen esta tipología de cartel. También son muchos los balcones que hablan idiomas a través de los carteles que soportan, en clara alusión al mundo globalizado en el que vivimos y a la propia evolución de la ciudad.

Según Arantxa, los balcones también dialogan y se enfrentan; y son curiosos los casos en que en un mismo edificio cohabitan diferentes banderas deportivas enfrentadas o de carácter político. Hay  balcones reivindicativos … y la lista no pararía: pregoneros, señalizadores, transmisores de alegría y de tristeza, canales de protesta y de propaganda y hasta embellecedores del paisaje urbano en determinadas fechas.

En palabras de los responsables del estudio «estos particulares espacios suspendidos en el aire se han convertido en la actualidad en un poderoso soporte comunicativo, como medio de difusión masivo, permanente y económico,  y actúan, a menudo, como pantallas desde las que se lanzan mensajes implícitos y explícitos, verbales y no verbales, permanentes y efímeros, estáticos y dinámicos, que exhiben informaciones de todo tipo: de carácter religioso, deportivo, festivo, cívico, comercial o publicitario.

Por último, entre las conclusiones más significativas a las que llegan sus autores, destaca la posibilidad de que, a pesar de la función de los balcones como mensajeros, como altavoces de la sociedad, se corre el riesgo de que «enmudezcan  ante las restricciones de las normativas municipales, ante la construcción de edificios que prescinden de ellos y ante la preferencia de las generaciones más jóvenes de otros balcones, -los virtuales -, que les llevan a dirigir sus ojos hacia las pantallas en lugar de hacia las alturas-, para expresarse, para manifestarse y para darse a conocer».

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