Low Cost alcanza su récord de asistencia con la sensual agonía de Portishead

Ni abonos ni entradas de día, todo agotado. Las 25.000 personas que caben en la Ciudad Deportiva Guillermo Amor de Benidorm (Alicante) han cruzado sus puertas para disfrutar, además, de varias y potentes referencias españolas, a destacar Dorian, Mendetz y Miss Caffeina.

Se presentía una gran cifra de asistencia, después del éxito de ayer con Two Door Cinema Club y Lori Meyers, que a su vez mejoraba los datos de años anteriores, y el lleno absoluto de esta sábado se hizo patente desde las mismas gradas, que normalmente lucen desangeladas en favor de la pista, y que aparecían atiborradas de espectadores, informa Efe.

Que estuviesen llenas significaba dos cosas: uno, el citado éxito de convocatoria; dos, que la música de Portishead está hecha para disfrutarse sobre todo desde una posición de relax, para saborear la extrema sensualidad que desbordan sus melodías y la voz de Beth Gibbons, imperturbable a sus cerca de 50 años.

No es de extrañar así que, embargadas por la atmósfera, las parejas tendidas en el escaso margen de césped libre del recinto dieran rienda suelta a sus impulsos, sobre todo cuando, en las postrimerías del concierto, afrontaban esos famosos versos casi agónicos de «We carry on»: «Oh, can’t you see / holding on to my heart / I bleed the taste of life».

Su combinación de delicadeza y distorsión, unas veces hacia un lado y otras del otro, y su espectáculo de luces sugerente y evocador, realzando el ambiente que su música ayuda a crear, ha conseguido sobreponer a esta banda de música densa al debate sobre si hay un tipo de músicos contraindicados para los festivales.

En el caso de Portishead, que ofrecían en Benidorm su única actuación en España de este año, el saldo les ha salido favorable y se ha saldado con los sentidos aplausos de la concurrencia y el agradecimiento de una aún más sentida Gibbons, que se ha dado un baño de masas.

Antes del concierto de los de Bristol, el escenario grande del Low Cost registraba ya una importante entrada para disfrutar de los escoceses Belle & Sebastian, que han arrancado la noche con «I’m a cuckoo».

El éxito de Stuart Murdoch y los suyos debería estudiarse en los despachos de las multinacionales empeñadas en potenciar a veces más el márketing que la autenticidad, tras triunfar saltándose todos los cánones de lo que, según el mercado, debería hacerse.

No son guapos y visten como el que se viste a ciegas para salir a comprar el pan en la tienda de la esquina. Murdoch no baila ni bien, pero resulta simpático, cree en lo que hace y su música invita a la extraversión y al buenrollismo, como ha demostrado al sacar al escenario a una docena de admiradores para convertir aquello en una fiesta hippy.

Mucho más atormentado ha sido lo de Crystal Castles. El dúo, como acostumbra, ha dado rienda suelta a sus tintes electrónicos apocalípticos para mostrar en Benidorm el producto de su tercer disco, que ha conseguido tan buenas críticas como los anteriores.

Se esperaba alguna locura de la díscola Alice Glass, pero las lesiones le han debido enseñar a no subirse ni tirarse desde donde no debe y esta noche se ha limitado a su habitual desenfreno vocal y a un magreo/acercamiento con el público de las primeras filas, que se ha quedado un poco «interruptus» ante un final, quizás, un tanto abrupto.

Los chicos de Dorian, que han pedido una mayor movilización frente a los abusos de la política, también han vivido una gran y multitudinaria noche. Según Marc Gili, su cantante, la mejor del verano.

Mañana quizás lo sea también para Glasvegas, Polock, LA, Love of Lesbian o Fangoria, algunas de las estrellas que desfilarán por sus escenarios en la jornada de cierre de este exitoso Low Cost 2013.

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