El celler de Can Dani

Lo reconozco. Fui duro con él en su primer año. No entendí su fichaje y me exasperaba su aparente falta de carácter en los primeros partidos en que lo vi con la camiseta del Valencia.

Y aún digo más: diría que fui duro rozando la injusticia.

Posiblemente es cierto que ni su juego ni su confianza estuvieran preparados para el fino de paladar de Mestalla. Y digo ‘fino paladar’ porque Mestalla siempre ha sido proclive al jugador canchero, peleón, con los ojos inyectados en sangre y cuya pelea en el fragor de la batalla prende en la grada cual chispa en contacto con la pólvora.

Por eso, precisamente por esa querencia por el «Salvar al Soldado Ryan» antes que a «Pretty Woman», Mestalla exige la exquisitez máxima a aquellos futbolistas que no tengan las características antes mencionadas. Mestalla, por ejemplo, acabó rendida a los pies del Pipo Baraja porque con la pelota en los pies era exquisito, aunque eso no quiera decir ‘lucidor’. Lucir, lucen las luces de un abeto de Navidad en casa, pero la exquisitez la obtienes si tienes un Sorolla colgado en el salón.

Así que la cosa comenzó a dar muestras de cambio aún en la época de Pellegrino. Ante el Bayern y en Mestalla, Dani Parejo -de él vengo hablando desde el principio- se marcó un partido extraordinario. Y a pesar de que el Flaco hablaba maravillas de Parejo«no golpea la pelota, la acaricia», decía-, la realidad es que el de Coslada ya no volvió a tener protagonismo hasta la llegada de Valverde. El extremeño -que sí, que Valverde es extremeño- hizo de Dani un referente y un jugador con peso específico en Mestalla.

La ceguera de Djukic y su cuerpo técnico -ninguno se creía a Parejo- lo dejaron otra vez fuera de juego para confiarlo todo a la inconstante calidad de un futbolista al que se llevaba esperando seis años como Ever Banega.

Y llegó Pizzi. Le costó poco darse cuenta de quién era la brújula del proyecto. El chef del mejor fútbol volvía a ser el de Coslada.

Y a día de hoy, la cocina futbolística ‘top’ de Dani ha transformado al Valencia, que ha pasado de ser uno de esos restaurantes con pinta de no tener remedio ni con Chicote, a un mesón de nivel con varias estrellas Michelín. Pases entre líneas, conducción de pelota, un guante a balón parado, dominio de la velocidad del partido, equilibrio en las coberturas y algún que otro control imposible con ‘emulsión’ de cañitos al rival de vez en cuando.

Nuestro ‘tres estrellas Michelín’, y por tanto el mejor en el universo valencianista, es sin duda Dani Parejo. Él ha dotado de un factor diferencial a un equipo pleno en entrega pero justo en galones de calidad.

Y es que cuando Parejo funciona, el Valencia es «El Celler de Can Dani».

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

Director de La Taula Esportiva (NOU Radio)

 

Ir arriba