Valencia, pionera en el sistema de pago de móvil a móvil

 

 

El barrio de Russafa está viviendo de pleno lo que los expertos llaman proceso de gentrificación, es decir un cambio sustancial de su fisonomía social provocado por la cercanía al centro de la capital. Sus residentes históricos y su trama social son sustituidos paulatinamente por jóvenes recién llegados, con más poder adquisitivo y que emprenden sus propios negocios.

Russafa está, de alguna manera, de moda y en los últimos diez años han brotado nuevas actividades relacionadas con las artes, la moda y el diseño. En sus calles se pueden encontrar muchas librerías cafés, alguna que otra peluquería librería, unas cuantas ludotecas teterías, locales multiculturales, amén de galerías gestionadas por los propios artistas u otras que buscan integrar el arte en la vida cotidiana.

Este último caso es Imprevisual, la galería café que regenta Arístides Rosell. La Bienal Russafart se cocina entre estas paredes. Y ahora ha creado, junto con Agustín García, la marca SignoVisual con la cual, como ellos dicen, se han “metido hasta las trancas” en el impulso del orué, la nueva moneda social virtual de Russafa que empezará a circular en septiembre. 

El orué y la microeconomía social

“El orué concita en un solo concepto la solidaridad de las llamadas ‘cadenas de favores’, la fidelización de los clientes a la economía local,  y el refuerzo del entramado social de la comunidad” sostiene Arístides Rosell, un cubano de apellido muy valenciano que aterrizó en Valencia hace más de 20 años. Para Agustín García, va a permitir la comercialización “sin especulación, con transparencia en la gestión”.

“Con el orué, cada comercio establecerá sus normas. No están obligados a nada. Hay actividades que no pueden permitirse perder el margen en euros de sus productos. Por ejemplo, yo en mi galería café no puedo dejar de cobrar lo que vale la cerveza en euros, pero sí que podré marcar el precio de las obras de arte que vendo combinando las dos monedas. Podré dar la opción de que paguen el 70 por ciento de su precio en orués y el resto en euros”, explica Arístides.

Un quiosco del barrio o un punto de venta de periódicos tampoco podrá renunciar a los euros de su margen de beneficio, pero sí añadir a la cuenta de su cliente algún orué bajo el paraguas de “puntos acumulativos, bono regalo o vale descuento” para otros productos.

Con estos orués ganados por el cliente, que ya se habrá dado de alta en el sistema desde su móvil y que habrá partido con un saldo inicial de 10 euros, “el cliente podrá adquirir otros productos en el barrio o pagar la alguna de las muchas actividades culturales, lúdicas y sociales que se organizan en sus locales”.

Talleres, cursos, charlas, actuaciones escénicas y ferias gastronomías de todo el mundo son frecuentes en el barrio de Russafa. En sus establecimientos podemos encontrar talleres de arquitectura, de grabado, de diseño, de masajes y de cuantas corrientes culturales sea posible imaginar.

De hecho, como avanzamos en su día, uno de los cursos que ya está preparado para poner en marcha es el Aula Abierta, que empezará con un taller para superar la brecha digital. Lo impartirán un equipo de la Escuela de Artesanos que aceptarán orués a cambio de enseña a manejar los Smartphone a usuarios de todas las edades.

Hay otros proyectos, como crear La colecta del año, una cita solidaria en la que se recaudará dinero para comprar, por ejemplo, “una silla de ruedas para una persona discapacitada con escasos recursos, o para ayudar a pagar una operación en Estados Unidos a un chaval del barrio”. La gente podrá colaborar con euros y se le dará, a cambio, el equivalente en orués “para usarlos cómo y cuándo quiera. Por cada euro, un orué».

Además de la vertiente solidaria, “el orué contribuirá a generar riqueza y a mover la actividad social y económica local” dice Agustín.

Lo verdaderamente novedoso del orué “lo que realmente aporta al campo de la monedas sociales que existen en el mundo, por centenares, es la plataforma informática que lo soporta. Es un salto cualitativo de la moneda social. Hablamos de una solución informática muy simple, muy sencilla de manejar, de usar. Y esto así porque tecnológicamente es muy avanzada” resalta Rosell.

«El datáfono en las empresas se ha acabado, está al borde de la extinción. Al final se va a imponer la solución informática que usará el orué: un pago de móvil a móvil, de smartphone a smartphone. Y un barrio de Valencia va a ser el pionero».

El euro con resonancia africana

“Cuando nos enteramos de que se gestando una nueva moneda social en Russafa, nos decidimos a buscarle un nombre” explica Agustín. “Se le ocurrió a Aris. Al principio su sonido africano me paró, pero cuando él me propuso leerlo al revés, descubrí que contenía la mejor fórmula para designar la moneda social”.

Porque les gusta pensar que el orué le da la vuelta al euro, no sólo en el nombre. “El orué pretende de alguna forma ser una alternativa, más cercana, social e igualitaria. Ya el eslogan salió de forma autómatica: La otra cara de la moneda. Aquí no hay especulación. Es orué, no es dinero”.

 

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