No aprenden

Con mayor o menor claridad las cosas se ven venir, en general no hay sorpresas ni conspiraciones, no hay más que lo que hay y las nieblas sobre los hechos la suelen esparcir precisamente quienes más obligados estarían a disiparlas. Se veía venir lo de Gürtel como se veía venir de lo de Bárcenas o como se veía venir lo de los EREs, como se veía venir lo del caso Palau y como se veía venir lo del caso Noos.

Cuando el paño que cubre la apariencia es de tan mala calidad, sólo hace falta tirar de un hilo para que toda la trama se resquebraje y la triste verdad vaya saliendo a la luz, para que la verdad, esa cosa, quede expuesta y desnuda ante los ojos cada vez menos incrédulos de la ciudadanía. Lo único que ya puede sorprenderos –y poco- es el alcance de lo que se esconde, los detalles cutres, las formas; pero en cuanto se tira del primer hilo, e incluso antes, el personal es muy consciente de que debajo se acomoda la sucia corrupción nuestra de cada día.

Lo que no se termina de entender es cómo los partidos, en general, no han aprendido nada porque siempre ocurre lo mismo: en el rincón de algún periódico aparece un pequeño titular con la posibilidad de una sospecha y a partir de ahí empieza a formarse la tormenta perfecta. Y lo primero es ignorar que alguien ha descubierto el hilo; luego llega el resto: negarlo todo, poner la mano en el fuego, reivindicar la presunción de inocencia, descalificar al contrario, recurrir al “y tú más”, refugiarse en el silencio o atarse al sillón para, al final, tener que dar explicaciones, como va a hacer Rajoy, o anunciar una dimisión anticipada -y amañada- como está haciendo Griñán.

Porque les guste o no, Griñán sabía tanto de los chanchullos de los EREs como Rajoy de la contabilidad de Bárcenas; no digo que fueran cómplices ni que estuvieran al tanto de los detalles de cada desafuero, pero sabían que algo pasaba y si no lo sabían, peor: son los jefes y las servidumbres del cargo obligan no sólo a recibir los aplausos en el balcón el día que se ganan las elecciones. Uno se va antes de tiempo y el otro llega demasiado tarde. No aprenden, nunca aprenden.

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