A propósito de Braulio

Papá decía que, allá donde la vida me llevase, debía tener dos cosas claras a la hora de hablar sobre terceros: la primera, que cualquier cosa que dijese podía volverse en mi contra; y la segunda, que cualquier crítica que realizase, por nimia que fuese, debía estar convenientemente justificada. En aquella época pensaba que mi futuro era el de guionista o crítico de cine. ¡Qué tiempos!

Luego llegó la facultad, la radio, el periodismo y finalmente este bendito diario digital donde, cada día, la sección de Opinión trata de informar, formar y -por descontado- entretener. Pero siempre con argumentos. Lo de rajar por rajar -volvemos a esos sabios consejos paternos- no entra dentro del procedimiento estándar. «Justifique su respuesta», como decían en los exámenes. Y eso se puede aplicar a los futbolistas, a los entrenadores, a Llorente, a Andreu, a Salvo, a Djukic, a Rufete… y, por supuesto, a Braulio Vázquez.

El gallego -en referencia a su lugar de orígen, no como el adjetivo peyorativo que algunos usan para referirse a él sin nombrarlo- suele ser blanco fácil de la crítica. Ojo, en ningún momento le estoy defendiendo en este sentido. Braulio, como cualquier director deportivo de un club de élite, tiene su porcentaje de aciertos, su cuota de equivocaciones y una parte de decisiones que sólo el tiempo pondrá en su lugar. Valoraciones rápidas: creo que Fernando fichó mejor porque tenía menos dinero disponible para hacerlo; creo que Braulio es un buen fichador a largo plazo, con muchos meses de margen para ‘trabajarse’ una incorporación; y creo que a Braulio le sacan demasiado dinero en operaciones en las que las urgencias o las prisas, cuando las primeras opciones se caen, entran en la ecuación. Y hay hechos que respaldan todas estas opiniones.

Sin embargo, últimamente da la sensación de que las ‘hostias’ a Braulio son más por cuestiones personales, rencillas guardadas en un cajón, facturas que todavía quedan pendientes de cobrar o porque, siemplemente, a alguno no le cae bien. Cada uno de los fichajes de rivales como Sevilla o Villarreal -que, curiosamente, siempre persiguen piezas que la secretaría técnica del Valencia ha seguido antes- es aprovechado para arrearle, sin pensar por un momento en el por qué de las cosas.

Cuando le llueven palos al actual director deportivo porque Vitolo firma por el Sevilla, nadie cae en que el Valencia no tiene el dinero suficiente para igualar -esa era la famosa opción preferencial- los tres ‘kilos’ que pagó Monchi por él. Cuando se le atiza porque es incapaz de firmar a Abel Aguilar -fichaje que Djukic avala expresamente-, pocos dicen que el Valencia no tiene dinero para pagar los más de dos millones que costaría realizar la operación. Cuando Braulio fue el ‘pim-pam-pum’ de los foros el pasado fin de semana después de que VLC NEWS desvelase que el Villarreal ha cerrado el fichaje de Gio dos Santos y Pina, nadie se paró a pensar que diez millones -repito, ¡diez millonazos!es una cantidad inalcanzable para el Valencia a día de hoy.

Vamos, para ser claros: nadie cae en que si Braulio no trae a los jugadores que quiere este verano no es porque al buen señor no le apetezca, sino porque no hay ni un puñetero duro. Ni un ‘cacao’. Ni un clavel. Aunque haya disponibles unas monedillas para las reformas del estadio y tres o cuatro retoques más, el Valencia está ‘tieso’ económicamente.

Pero claro, decir eso públicamente queda feo. Aunque sea la realidad a fecha de hoy.

Ya lo decía papá: si hay que criticar, que sea con argumentos. Quien sabe… En el caso de Marko Marin -que sí podría haber venido-, quizá el hecho de que no esté en el Valencia se deba a que, a lo mejor, el vilipendiado Braulio está trabajando en otra opción más interesante.

Podría ser, ¿no?

 

Paco Polit (@pacopolit)

VLC NEWS

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