Desde el primer momento, el estado del césped del Carl-Benz Stadion tuvo preocupado al cuerpo técnico ante el riesgo de lesión existente para los jugadores. La plantilla, cuando salió a inspeccionar el terreno de juego antes del partido, no estaba demasiado convencida de que las condiciones fueran ideales. Más de un jugador expresó en voz alta su preocupación.
Luego, durante el partido, se constataron las consecuencias: el balón botaba de manera irregular, costaba controlar el esférico y acabó imponiéndose el fútbol trabado y a arreones. Sin embargo, lo más visible ocurría dentro de las áreas: en varias ocasiones, los delanteros no pudieran efectuar los disparos a portería de la manera que hubiesen querido. Especialmente llamativo fue el caso de Jonas, que mandó un balón a las nubes cuando se disponía a batir al guardameta local en el mano a mano.
Por fortuna, el verde no tuvo consecuencias a nivel de lesiones, aunque en el caso de Cissokho se marchó con un fuerte golpe en el tobillo, producto de una durísima entrada recibida en el primer tiempo.